Serpico vuelve a la carga
El ex policía inmortalizado en el cine por Al Pacino reaparece para denunciar la corrupción
. Acaba el día en Manhattan y la sirenas de policía y ambulancias ponen la banda sonora en la atmósfera nocturna .Un reportero recibe una llamada anónoma informando de un caso de brutalidad policial en Brooklyn. O una prostituta en Times Square. O un ajuste de cuentas en el Bronx. O un aparente suicidio en el puente George Washington. Podría ser el comienzo de un telefilme, pero también un resumen de la actualidad en los periódicos locales. Esta semana, el ex policía Frank Serpico, que rompió filas con el departamento a comienzos de los años setenta y luego fue encarnado por Al Pacino en una fa mosa película que lleva su apellido, ha regresado a uno de esos escenarios donde la ficción se encuentra con la realidad. El motivo por el cual Serpico ha vuelto a la luz pública para denunciar la corrupción en la policía de Nueva York tiene poco de ficción. En agosto, el inmigrante haitiano Abner Louima fue brutalmente apaleado por cuatro agentes y posteriormente sodomizado en el cuarto de baño de una comisaría de Brooklyn. La indignación popular ha forzado al ayuntamiento a considerar ahora el establecimiento de una comisión que investigue la corrupción policial y el llamado muro de silencio, el código de honor con el que los agentes se protegen mutuamente. En su día, Frank Serpico rompió ese muro, convirtiéndose en un símbolo de honestidad para algunos y en una rata para muchos otros. De lo que no hay duda es que se trata del más famoso policía de Nueva York. Su testimonio fue la base de la llamada comisión Knapp a comienzos de los años setenta. En 1973, el director Sidney Lumet adaptó al cine la vida de Serpico (basándose en la biografía de Peter Maas). Al Pacino, en uno de sus primeros y más famosos papeles, encarnó al agente, cuya honestidad, como se ha visto con el tiempo, no fue suficiente para acabar con la corrupción y la brutalidad en el mayor cuerpo policial de Estados Unidos.
En 1994, el juez Milton Mollen presidió una segunda comisión de investigación (inspirada por el testimonio de otro famoso policía honesto que también testificó el martes, Joseph Trimboli), concluyendo que la policía de Nueva York "es excelente en la lucha contra el crimen en todas las esferas menos en una: la corrupción interna". El caso de Abner Louima ha vuelto a calentar los ánimos. Pese a que el alcalde Rudolph Giuliani se opone sistemáticamente a las investigaciones independientes, el consejo municipal está celebrando audiencias preliminares para ver. si una comisión de este tipo es necesaria ahora. Su testigo estrella, el pasado martes, fue Frank Serpico.
Apareció con el pelo largo recogido en una coleta y la barba gris, muy delgado y con botas vaqueras, con aspecto de hippy o intelectual. De hecho, Serpico se dedica hoy a la vidacontemplativa ,gracias a los royalties que recibió por su biografía y la película .Es sordo de un oído (igual que el personaje de Sylvester Stallone en la nueva película sobre corrupción policial Cop Land) debido a un disparo que recibió en la cara en 1971, durante una intervención que fue, según él, una encerrona planeada por sus compañeros. Para entonces ya había denunciado a algunos.
Serpico vivió hasta 1980 en Europa, según ha dicho, aterrorizado por la posible venganza de sus antiguos compañeros. De hecho alega que el FB1 le ha perseguido hasta Suiza, y que incluso hoy día los agentes de policía que le reconocen se buscan alguna excusa para vejarle. Cuando el martes le preguntaron el nombre antes de testificar, contestó simplemente:"Ciudadano Serpico".A continuación empezó a denunciar que las cosas siguen igual que cuando él abrió la caja de los truenos: "Dije lo mismo a la comisión Knapp hace 25 años: debemos crear una atmósfera en la cual el policía corrupto tema al policía honesto, y no al revés".
Serpico citó al escritor policíaco Raymond Chandler y dijo que uno de los peligros latentes en el departamento de policía es que muchos de sus integrantes "se formaron en Vietnam y están entrenados para matar". Serpico dijo también que hay que predicar con el ejemplo, y llegó a denunciar a altos cargos, incluyendo al jefe de la policía Howard Safir y hasta el presidente Bill Clinton, de contribuir a la crisis con su falta de iniciativa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.