Hamilton gana, Verstappen brilla
El británico se impone al holandés y a Rosberg, sancionado por recibir instrucciones a través de la radio
No es extraño que cada vez haya más y más gente que se desenchufe de la fórmula 1 con decisiones tan conservadoras como la que tomó Dirección de Carrera en Silverstone, donde el gran premio comenzó detrás del coche de seguridad cuando ya hacía más de diez minutos que había parado de llover. Suerte tiene el Mundial de haberse inventado a Max Verstappen, un irreverente genio de 18 años que ha puesto el campeonato patas arriba y ha sacudido el statu quo establecido. En Gran Bretaña fue Lewis Hamilton quien se llevó la victoria, aunque una infinidad de aplausos fueron dirigidos al holandés. A pesar de medirse en inferioridad de condiciones mecánicas, Mad Max levantó un muro delante de Nico Rosberg, que estuvo seis vueltas (de la 32 a la 38) tratando de superarle y que terminó medio desquiciado.
El alemán mantuvo la segunda plaza durante tres horas, el tiempo que los comisarios tardaron en imponerle una sanción de 10 segundos por recibir instrucciones prohibidas a través de la radio. El tercer puesto definitivo todavía permite al de Wiesbaden seguir al frente de la tabla provisional, aunque la hemorragia de puntos que está sufriendo es alarmante (42 en los últimos cinco eventos). Carlos Sainz finalizó el octavo y Fernando Alonso, el 13º.
Hamilton se ha impuesto en cuatro de las últimas cinco paradas del calendario y en este margen le ha recortado 39 puntos a su vecino de taller hasta dejar la diferencia entre ambos en solo cuatro. El ambiente está más caldeado que nunca en Mercedes después de que la jefatura haya llamado al orden a la pareja y el panorama que se avecina de cara al verano es de lo más incierto. El actual campeón está encendido y todos los contratiempos que tuvo que encarar en el primer tercio del curso parecen haberse instalado ahora en el monoplaza de su compañero. Este triunfo del chico de Tewin supone el cuarto que logra delante de su gente y el tercero consecutivo, dos hazañas que le colocan en el mismo plano que Nigel Mansell y Jim Clark, respectivamente.
El día se levantó muy inglés, con el cielo tapado y nubes amenazantes que descargaron con rabia 20 minutos antes de que los semáforos se apagaran. Los comisarios se pusieron nerviosos y decidieron que la prueba arrancara detrás del safety. Por si eso no cabreara suficientemente a los aficionados que pagaron su entrada, el superdeportivo estuvo cinco vueltas en la pista. Demasiado tiempo si atendemos a que todos los bólidos iban calzados con las gomas de lluvia extrema y que cuando les liberaron (sexta vuelta), el asfalto ya permitía rodar con las intermedias.
En unas condiciones tan delicadas es cuando emergen los mejores. Ya hace tiempo que Hamilton entró a formar parte de ellos y en menos de un año y medio ha quedado demostrado que Verstappen pronto se unirá al grupo. En solo seis citas, Mad Max ya ha hecho suyo el Red Bull y ha sido capaz de ganar (España) y de subirse tres veces al podio. Desde que se estrenó al volante del RB12 en Montmeló ha acumulado 77 puntos, una cifra que solo ha podido superar un Hamilton en racha (110).
“El nuevo Ayrton Senna”
El sábado, en la cronometrada, el niño prodigio del equipo del búfalo rojo consiguió por primera vez ganarle la partida a Daniel Ricciardo, que parece haber perdido media sonrisa. Al día siguiente, este chavalito con mirada de tigre volvió a darles la razón a quienes le metieron en la F-1 antes de cumplir la mayoría de edad. El piloto de Hasselt (Bélgica) es un espectáculo, uno de los mayores alicientes del certamen. Hay quien dice que cuando vemos una carrera todos nos metemos en el coche de alguien. Hoy en día, la mayoría viaja en el de Verstappen para ver adelantamientos como el que le hizo a Rosberg (vuelta 16), o para contar los segundos (15) que es capaz de sacarle a Ricciardo en diez vueltas.
En un circuito bautizado como la cuna de la velocidad, las gradas se rindieron al “nuevo Ayrton Senna”, en palabras de sus jefes. Esta comparación hizo que muchos se llevaran las manos a la cabeza, pero después de ver cómo conduce la criatura solo se puede concluir que en Red Bull siguen teniendo buen ojo para esto de la F-1. Y eso que Helmut Marko, su máximo responsable deportivo, lleva uno de cristal como consecuencia de una pedrada.
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