Blazer: “Yo y otros en la FIFA aceptamos sobornos”
El exvicepresidente de la Concacaf, confesó en 2013 al Departamento de Justicia de EE UU el cobro de dinero por la adjudicación del Mundial de Sudáfrica de 2010
Chuck Blazer fue una de las principales figuras en el fútbol estadounidense. Llegó incluso a ser el segundo hombre de mando en la Concacaf, la confederación que hace de paraguas del negocio de este deporte en Estados Unidos, Canadá, Centroamérica y el Caribe. Es la misma asociación que presidió Jack Warner. El cargo le permitió disfrutar de una vida repleta de lujos. Pero nunca declaró de lo que cobraba por sus servicios en la FIFA.
El nombre de Blazer afloró junto al de Warner entre los 14 imputados por la trama de corrupción. En su caso ya se declaró culpable del fraude en 2013 y tuvo la opción dos años antes de convertirse en informante de las autoridades federales estadounidenses para evitar ir a la cárcel por evasión fiscal. Los documentos y las grabaciones de reuniones con otros directivos empezaron a circular.
El Departamento de Justicia publicó este miércoles la transcripción de la declaración que está en el origen de la mayor crisis que vive el organismo que rige el fútbol mundial y que forzó este martes la dimisión de su presidente, Joseph Blatter. El documento en cuestión tiene 40 páginas. No se publicó antes para, como se indica, evitar poner en un compromiso toda la investigación en curso.
El testimonio tuvo lugar ante tres agentes, uno del FBI y otro de la agencia tributaria que participaron en el operativo. El tercero no se identifica. Charles Blazer declaró en ese momento que padecía un “cáncer rectal” y que acumulaba 20 semanas de tratamiento de quimioterapia. “La prognosis es buena”, indicó antes el juez Raymond Dearie. Además, mencionó problemas cardiovasculares. “Buena suerte”, le respondió la corte.
Una compleja y sistemática trama
La trama de sobornos funcionaba sistemáticamente de la siguiente manera. Los organizadores de los torneos ofrecen los derechos de promoción y retransmisión a compañías de marketing deportivo, que a su vez los venden a las cadenas de televisión. Los directivos imputados se comprometieron a dar su apoyo a estas firmas a cambio de sobornos.
Lo que se debe determinar es si Blatter sabía que ese dinero iba a ser utilizado de forma ilegal. La FIFA insiste en que las transferencias realizadas siguieron las reglas que establece la organización y precisa que el secretario general no disponía de la autoridad para hacerlas. Los responsables de la candidatura sudafricana mantienen que ese pago se destinó al fondo de desarrollo del fútbol en el Caribe, por lo que consideran que es legítimo.
Fikile Mbalula, actual ministro de Deportes en Sudáfrica, insiste en que cuando se organizó el Mundial negociaron "con personas, no con mafiosos". "Si después se convirtieron en criminales, no es nuestro problema. No podemos dedicarnos a pasar perros rastreadores a todo el mundo".
Los patrocinadores de la FIFA, como McDonald's, admiten que estas alegaciones dañan la imagen del deporte y esperan que se abra una nueva era en la entidad.
A partir de ese momento se determinó que la medicación no le creaba problemas al sospechoso para proceder con el proceso y se le preguntó si entendía las implicaciones que tenía su declaración ante el gran jurado. Hasta la páginas 22 del documento no se entra directamente en la cuestión de la trama de los sobornos, en la que se cita expresamente el papel que Blazer desempeñó en la selección de varios torneos.
En ese momento precisa que la conspiración fue llevada a cabo por “un grupo de individuos” para conseguir un objetivo concreto. Más adelante manifestó; "Yo y otros ejecutivos en el comité de la FIFA aceptamos sobornos en conjunción con la selección de Sudáfrica como nación que iba a acoger el Mundial de 2010”. También declara que estuvo involucrado en la selección del Mundial de 1998.
“Acordé con otra persona allá por 1992 que le facilitaría la aceptación de un soborno en conjunción con la selección de la nación anfitriona”, declaró, según se recoge en la página 30 de documento. Ese torneo se lo llevó al final Francia. Como explicó ante la corte, como miembro de la FIFA su responsabilidad fue la de seleccionar los países que iban a hacer de anfitriones de los mundiales.
El testimonio revela que empezó a participar junto a otros directivos de la FIFA en la trama corrupta ya en 1993. Desde entonces hasta 2003 aceptó dinero ilícito para distribuir los derechos de retransmisión de diferentes torneos. Eso fue antes de aceptar los sobornos relacionados con el Mundial de 2010. En paralelo, aceptó participar entre 2004 y 2011 en una trama fraudulenta relacionada con la Concacaf.
El pago de los sobornos se hacía con cheques en el aeropuerto neoyorquino JFK y con transferencias de fondos
En ese momento se detalla que el pago de los sobornos se hacía mediante pagos en cheques que se intercambiaban en el aeropuerto neoyorquino JFK junto a transferencias de fondos que salían y entraban de EE UU. Ese era el operativo para blanquear el dinero ilícito. “Sabía que esos fondos procedían de sobornos”, afirma, a la vez que explica que “intencionadamente” evitó hacer cualquier declaración de sus ingresos reales a las autoridades tributarias.
Los primeros tachones empiezan a aparecer los primeros tachones en el documento publicado, a la altura de la página 35 de la transcripción. Hubo un momento en el que el juez Dearie
pregunta a la fiscalía como se pronunciaba "FIFA". Pero el tono que utiliza el magistrado en todo momento al referirse a la organización es muy duro, más propio de una entidad criminal.
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