_
_
_
_
_

Los jueces dan la nota

Se multiplican las controversias por las decisiones que adoptan los árbitros en múltiples disciplinas en situaciones decisivas

El técnico español Rafael Aguilar y sus jugadores protestan al árbitro Boris Margeta.
El técnico español Rafael Aguilar y sus jugadores protestan al árbitro Boris Margeta.M. VATSYAYANA (AFP)

El tremendo y controvertido impacto de una serie de decisiones arbitrales lleva camino de oscurecer a media docena de deportes. Los golpes de teatro se suceden en los pabellones del área olímpica de Londres. El equipo de gimnasia de Japón logró que los jueces rectificaran una penalización y gracias a ello se adjudicó la medalla de plata que Gran Bretaña ya creía haberse anotado. Un yudoca, el surcoreano Cho Jun-ho, fue desposeído del triunfo ante el japonés Masahi Ebinuma en los cuartos de final después de que fuera modificada la primera decisión, unánime, de los tres árbitros. En esgrima, la surcoreana Shim Lam permaneció en la pista llorando de forma desconsolada durante una hora mientras su entrenador presentaba una reclamación que no surtió efecto. La polémica se extendió a la piscina, en la que la selección española de waterpolo reclamó contra la decisión del árbitro de no dar gol en una acción en la que el balón entró en la portería de Croacia, tal y como pudo comprobarse en el vídeo. Faltaban tres segundos y el tanto habría significado el empate.

La subjetividad y las decisiones difíciles de entender para los deportistas y el público se producen especialmente en deportes individuales, como el boxeo, la lucha, el taekwondo, los saltos o la natación sincronizada. La gimnasia es uno de los que tienen más fama de subjetivos. Tal vez por episodios como el que se produjo en Atenas 2004. Un error al valorar la dificultad del ejercicio de paralelas del surcoreano Yang Tae-young convirtió en campeón al estadounidense Paul Hamm por equivocación. La federación internacional reconoció el error, pero mantuvo el resultado alegando que los surcoreanos no habían reclamado correctamente.

La surcoreana Shin Lam llora tras su injusta, en su opinión, eliminación en esgrima.
La surcoreana Shin Lam llora tras su injusta, en su opinión, eliminación en esgrima.Hannah Johnston (Getty)

Entre los jueces que erraron aquel día en Pekín estuvo Benjamín Bango, suspendido junto a otros dos colegas durante un año. “Fue hace mucho y ya lo tengo olvidado”, explica en Londres, donde está como entrenador del equipo español y de su mejor gimnasta, Fabián González; “somos personas. Cuando fallas, no te sienta bien. Pero las cosas han cambiado mucho. No hay tanto margen para la subjetividad como se piensa”.

Los jueces siguen de manera estricta un sistema de puntuación y consideran que su labor no está tan alejada de la de un árbitro de fútbol o baloncesto: “Lo único que se hace es apuntar todo lo que ves que hace el gimnasta, apuntarlo y sumarlo, pero la perspectiva cambia por el ángulo”.

Casi todos los deportes buscan una mayor fiabilidad y crédito en las decisiones de los jueces dotándolos con más recursos humanos y tecnológicos. “Ahora hay más control para verificar las notas”, afirma Bango. Los de gimnasia tienen a su disposición un sistema de vídeo informatizado llamado IRCOS que les permite revisar los ejercicios al instante. Lo que no pueden evitar todos estos avances en busca de la máxima objetividad es el politiqueo. Pero ni así se evitaron el lunes, en el O2 de Londres, el escándalo, el desconcierto y las protestas del público tras ser reconsiderada la nota del japonés Kohei Uchimura.

Pablo Carriles es uno de los dos jueces que no contaron la salida de arcos de Uchimura y luego fueron corregidos: “La gimnasia es tan subjetiva como el fútbol, como todos los deportes que no dependen de un cronómetro. En Pekín nos dejaban consultar el vídeo, pero aquí no. Solo pueden utilizarlo los del tribunal de apelación. A nadie le gusta que le corrijan, pero podría ver esa salida un millón de veces y tomaría la misma decisión. Habría sido peor al revés, porque conmigo estaba el nipón Takeuchi y estuvimos de acuerdo. Todo el mundo habría pensado que favorecíamos a Japón”.

“En el código está todo tasado: el tiempo que tienen que marcar los elementos, el ángulo…”, cuenta Carriles; “pero luego es una cuestión de apreciación y, sobre todo en ejecución, depende mucho del ángulo en el que estés. Y todo ocurre en décimas de segundo. Aunque estés acostumbrado, puedes equivocarte. En todas las competiciones hay fallos, pero no con esta trascendencia. Aquí era el último ejercicio y por una medalla”.

Yolanda Soler, medallista de bronce en Atlanta 1996 y ahora entrenadora del equipo español de yudo, admite: “Es cierto que dependes de la interpretación de los jueces. Pero no creo que debamos quejarnos. Creo en su honradez. Otra cosa es que puedan equivocarse”. El yudoca español Sugoi Uriarte, tras perder el combate que le habría dado la medalla de bronce en la categoría de menos de 66 kilos, expresó su desacuerdo y, a la vez, su resignación con la decisión de los árbitros. “Estaba convencido de que ganaría, pero los jueces vieron otro combate. Aunque también fue un error mío. Si dejas que los jueces decidan, pueden pasar estas cosas. Tendría que haber solucionado antes el duelo”.

Soler, que también presenció el combate en el que Cho Jun-ho fue desposeído del triunfo sobre Masahi Ebinuma, opina: “Es la primera vez que los jueces cambian su decisión. No puede crear un precedente. La acción en cuestión no era tan clara y los tres habían dado la victoria a Cho Jun-ho. Fue una sorpresa general”. Considera correcto que los entrenadores no puedan pedir la revisión de las acciones en vídeo y argumenta que, de lo contrario, las discusiones serían interminables. Tanto, tal vez, como las controversias arbitrales que se están sucediendo en Londres.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_