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Viaje a los dos polos de Cataluña

Badia del Vallés y L' Esquirol han votado radicalmente distinto en las últimas elecciones. El primero es el menos independentista y en el segundo el sí ha ganado con el 91,6% de votos

Daniel Verdú
Badia del Valles el pasado jueves.
Badia del Valles el pasado jueves. JUAN BARBOSA

Desde el aire, Badia del Vallés (13.553 habitantes) tiene la forma exacta de la Península ibérica. Todas las calles reciben nombres de zonas de España y Portugal como Asturias, Cantabria, Oporto... y están situadas justo donde les tocaría en el mapa. A los colegios les pusieron nombres de bailes regionales españoles y su alcaldesa, la socialista Eva Menor, nació en Madrid. La mayoría de la población procede de Extremadura y Andalucía: aquí se celebra la virgen del Rocío y en Semana Santa hay procesión. Un lugar así tenía que ser el municipio catalán donde las opciones no independentistas triunfasen más (82,46%).

Como en el lejano oeste, este pueblo fue fundado de la nada (en un descampado y un barranco, concretamente) en 1975. El 100% de sus pisos, edificados sobre un polígono, eran viviendas de protección oficial para los trabajadores de Renfe y la eléctrica Fecsa. Todos los edificios son prácticamente iguales —con cierto aire a Pyongyang— y hay unos 5.400 pisos y una sola casa: la del cura. No hay barrios pobres ni ricos (en la mayoría entran pocos ingresos) y la tasa de paro ronda el 23%, pero llegó hace poco hasta el 27%. Este pueblo, pegado a Sabadell, fue uno de los más castigados por la concesión de hipotecas basura y créditos hinchados. Por eso, entre otras coss, su alcaldesa cree que para muchos el asunto de la independencia puede rozar lo superflúo. “Aquí el procés de la gente es muy personal y consiste en llegar a fin de mes o en encontrar un trabajo”, señala en su despacho.

Badia se fundó en 1975 para albergar a trabajadores mayoritariamente de Extremadura y Andalucía

El municipio —sus grandes embajadores son el futbolista Sergio Busquets y el Mago Pop— tiene tan poca actividad económica que la Generalitat subvenciona el 30% de su presupuesto. Sin eso, difícilmente subsistirían. La recaudación por IBI es escasa y uniforme y apenas hay algunos bares que generen impuestos. Puri Amaya, de 66 años y nacida en La Rioja, trabaja en uno de ellos. Tiene siete hijos (varios en paro) y 11 nietos. “Y pasamos las de Caín para llegar a final de mes. Con este panorama, no nos vamos a arriesgar a meternos en un lío como la independencia. ¿Se entiende, no?". Se entiende y, pese a que este fue unos de los primeros lugares Cataluña donde comenzó la inmersión lingüística, aquí el idioma mayoritario es el castellano. 

La alcaldesa de Badia, Eva Menor, muestra como el municipio tiene la misma forma que la península ibérica visto desde el aire.
La alcaldesa de Badia, Eva Menor, muestra como el municipio tiene la misma forma que la península ibérica visto desde el aire.Juan Barbosa

Badia es pequeño, tirando a enano. No llega a un kilómetro cuadrado. Pero los edificios de colmena que se levantan en las calles lo convierten en uno de los municipios de mayor densidad poblacional de Cataluña. De hecho ni siquiera se puede utilizar el kilómetro como unidad de medida real. Vistas las cifras (y el muchas veces injustificado estigma social que la acompaña) podría decirse que la vida en Badia no es fácil. Pero nadie quiere irse. “No me marcharía ni que me tocase la lotería. Aquí se vive muy bien”, sostiene Juan, uno de los abuelos que juega a la petanca por la tarde en el hogar de jubilados.

Hay varias explicaciones para este amor incondicional a un pueblo que no ha podido devolverles tanto. Este lugar lo fundaron ellos, y ellos son quienes todavía viven en él. Hasta el 14 de abril de 1994 los habitantes de Badia estuvieron repartidos administrativamente entre Cerdañola y Barberà. Pero la custodia compartida no funcionó y al final nadie se ocupaba de ellos. Se quedaron sin servicios y con las facturas sin pagar. Así que hace 20 años decidieron independizarse —atención al paralelismo con el proceso catalán— para poder gestionar sus propios recursos, recuerda Pedro un jubilado extremeño: “Y aunque no lo parezca, no nos ha ido mal. Se lo aseguro”.

EN LA ZONA CERO DEL INDEPENDENTISMO

El cura Pol habla mucho mejor catalán que castellano. De hecho, lo segundo solo lo chapurrea, confiesa mientras se coloca el alzacuello. Y además de ser del Barça a rabiar —tiene la bandera colgada en el balcón—, es independentista. Lo interesante es que el cura Pol Badibanga es del Congo y solo lleva un par de años en L' Esquirol, el pueblo donde la independencia ha tenido más apoyo Cataluña con un 91,6% de los votos (CUP más Junts pel sí). Badibanga apoya y comprende esa postura, y para darle contexto al asunto recuerda cuando su país se independizó de Bélgica. “Creo que reclamar la independencia es un derecho natural. Todo el mundo fue creado por Dios para ser libre y autónomo”, sostiene.

El cura Pol Badibanga. (Foto: JUAN BARBOSA)
El cura Pol Badibanga. (Foto: JUAN BARBOSA)JUAN BARBOSA

L'Esquirol está en la comarca de Osona, probablemente la zona cero del independentismo en Cataluña. Aquí casi todo el mundo piensa parecido a este respecto. No hacía falta persuadirles de nada. Durante la campaña solo se hizo un mitin y apenas hubo que convencer a nadie, recuerda Àlex Montanyà, el alcalde.

Sobre sus inclinaciones más españolistas, sabemos que de 1.462 votos depositados, 21 fueron al PP, otros 21 a Ciutadans y 24 al PSC. Pero estos votantes, especialmente los dos primeros, no se prodigan mucho con sus opiniones. “Alguna vez los detectas viendo el Madrid”, bromea el teniente de alcalde Joan Callejón. "Uy, no vas a ver a ninguno. No lo dicen abiertamente", señala otro vecino. Johnny, el dueño del bar Rovi-Snack lo confirma, aunque él prefiere no tener conversaciones sobre política con sus clientes cuando está detrás de la barra. “Pero son muy pocos”, zanja.

L'Esquirol tiene 2.188 habitantes y está compuesto por 4 núcleos, entre los que se encuentra Cantonigròs, uno de los lugares tradicionales del veraneo de la burguesía catalana más vinculada al nacionalismo. Aquí Joan Triadú, uno de los grandes prohombres de la lengua y la cultura catalana, como recuerda la historiadora Glòria Soler, pasó un año y medio recuperándose de una tuberculosis e instauró un concurso literario. Aquel activismo cultural permaneció y todavía se percibe su rastro en decenas de entidades y asociaciones.

En L'Esquirol no hizo falta hacer campaña ni convencer a nadie, recuerda el alcalde: "Hace tiempo que estamos convencidos aquí"

Situado en el valle de Sau Collsacabra, se trata de uno de los términos más grandes de Cataluña (y probablemente bonitos). Disperso en población (150 masías perdidas por la montaña) y en riqueza (solo un 4% de paro), su alcalde lo define como una especie de “pequeña república de Cataluña”. Las fotos de los Reyes de España vueltas del revés para señalar los servicios de hombres y los de mujeres (uno en cada puerta) del Ayuntamiento dan fe de su escaso entusiasmo monárquico. De L'Esquirol, de hecho, podría decirse que hace tiempo que comenzaron com la famosa desconoexión.

L`Esquirol (Esquirol) es el pueblo mas independentista de Catalunya.
L`Esquirol (Esquirol) es el pueblo mas independentista de Catalunya.JUAN BARBOSA

Pero no es descartable que España hubiese iniciado también ese proceso por su cuenta y a la inversa. Hoy es imposible encontrar l'Esquirol en un GPS y en la mayoría de mapas. Correos tampoco asocia un código postal toavía a dicha denominación y cada día hay más líos con los envíos, señalan en el pueblo. Pero el origen de este fenómeno se remonta al siglo XIX, cuando a sus habitantes (entonces llamado Santa María de Corcó) empezaron a conocerles como los esquirols, ya que en la posada del pueblo tenían una ardilla (en catalán esquirol) enjaulada. Un tiempo después, algunos se fueron a Manlleu, un pueblo cercano, a sustituir a los trabajadores en huelga de una fábrica textil. Recorrieron lo que entonces era un buen trecho y reventaron el paro de los obreros. Y de ahí lo de ser un esquirol, palabra que normalmente va acompañada de algún otro adjetivo.

Por eso sorprende que hace dos años se hiciera una consulta para cambiar el nombre de Santa María de Corcó y empezar a llamarse L'Esquirol. La votación se ganó con un 90% de aprobación. Interrogado sobre el asunto, el alcalde defiende que este nombre no esconde nada peyorativo, al contario. “Yo lo veo como que somos una gente atrevida, más valiente. Antes estos pueblos [donde se acudió para sustituir a los trabajadores en huelga] estaban mucho más lejos”, reflexiona.

Este amor a la patria tiene vínculos fuertes con la tierra que se pisa, con el paisaje, sostiene el vecino Joan Pons. Aquí no se pone en duda el idioma, se habla catalán siempre.”Estamos muy contentos con el procés, pero a veces nos gustaría que fuera todo mucho más rápido. Hace mucho que pagamos lo que no nos toca y no recibimos nada a cambio”, señala Johnny. Un malestar que podría llegar a compartirse si uno se embarca en la odisea de ir a visitarles en tren desde Barcelona. Una vieja infraestructura con una sola vía para los trenes que circulan en sentidos opuestos. Algo así como todo este procés.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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