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Entrevista:ALMUERZO CON... ROBIN SHARMA

"Las firmas que no cuiden al personal desaparecerán"

Lluís Pellicer

Esboza una gran sonrisa cuando, antes de sentarse, echa un vistazo a la calle y contempla el bullicio de La Rambla barcelonesa. La ciudad le fascina. Y su gente, todavía más. Robin Sharma es una autoridad en el desarrollo personal y autor de varios superventas sobre autoayuda, pero se sorprende de lo felices que, a su juicio, son los españoles, a pesar de la que está cayendo. "Aquí se disfruta hablando con alguien en la calle, tomando un café tranquilamente, con una larga sobremesa los domingos, con el vino, con una buena comida...". Lejos del frenesí asfixiante que, asegura, hay en Norteamérica.

Cuando ve la carta del restaurante va directo a por el jamón ibérico. Ayer visitó una bodega del Penedès que regentaba un viticultor de 77 años. "Me quedé parado con su pasión por el vino, por su trabajo. Incluso dijo: '¡el vino es mi vida!", exclama. Ese viticultor es un ejemplo de lo que ahora está propagando en medio mundo: el liderazgo. No lo entiende como el afán de competir con los demás ni de sobresalir a cualquier precio. Al contrario. Se trata de superarse y sacar lo mejor de uno mismo en todos los ámbitos.

Este experto en autoayuda cree que hay que derribar los cimientos anteriores

Sharma no devora el plato de jamón que acompaña con pan y tomate. Lo saborea tranquilamente, mientras recuerda que la sociedad hoy demanda líderes ante la crudeza de la recesión. Lo demuestran las masas que pudo mover Barack Obama, incluso en Europa, o la pasión que despierta Rafael Nadal. "Nos recuerdan todo el potencial que tenemos para ser líderes", dice mientras le cambian el plato vacío por una generosa ensalada de mozzarella.

La palabra liderazgo, sin embargo, tiene muchos matices. Tantos como peligros. Uno de ellos es la obsesión por el trabajo. Y ahí, mientras aliña la ensalada, Sharma revela el secreto: él es Julián Mantle, el protagonista de su primer superventas, El monje que vendió su Ferrari. "Yo era un abogado de éxito, que había hecho todo lo que la sociedad dicta que se debe hacer. Pero la imposibilidad de expresar todo nuestro potencial, lo mejor de uno mismo, produce mucho dolor", lamenta. Así que lo dejó todo y empezó una nueva vida. Y le fue bien.

No parecen, sin embargo, buenos momentos para hacer borrón y cuenta nueva: el paro se acerca peligrosamente al 20% y los trabajadores se aferran a su empleo. Y tampoco ésta se antoja como la mejor época para que las empresas inviertan en su personal. "La ventaja competitiva de la empresa española es la calidad de su gente. Las firmas que no procuren el desarrollo de su personal, simplemente desaparecerán del mercado. ¿Queremos o no que los trabajadores rindan al máximo? Pues dejemos que formen parte de un sueño compartido", argumenta.

Sharma se confiesa un optimista, de los que creen que cada crisis es una oportunidad, un momento para reflexionar y corregir. Hay que recordarle que la recesión también ha sacado lo peor de la sociedad: hipotecas basura, contratos blindados con indemnizaciones multimillonarias y, como guinda, estafadores como Bernard Madoff. Asiente. "Hemos visto mucha codicia y antes de construir algo mejor hemos de derribar los cimientos de lo anterior", remacha.

A Sharma le sorprende la felicidad que ve en los españoles.
A Sharma le sorprende la felicidad que ve en los españoles.JOAN SÁNCHEZ

Hotel 1898. Barcelona

- Ensalada verde, 11,50

- Ensalada de mozzarella, 13,75

- Jamón de bellota, 25

- Calamares salteados, 18

- Agua sin gas, 3,5

- 1 Coca-cola, 5

- 1 Copa de vino, 7,5

- 3 cafés, 9,40

Total: 93,65 euros

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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