"Siempre me dicen que mi 'swing' es sensacional"
La intención de Rita Reys no era comer, sino cantar jazz a bordo de un barco en el puerto de Ámsterdam antes de concentrarse en su nuevo disco, que saldrá la próxima primavera. Sus deseos se cumplieron en parte. Desde luego, tomó una homeopática agua mineral, pero la música que quiso regalar a los aficionados desde el escenario del Ocean Diva, un antiguo carguero ruso transformado en sala de fiestas, casi se la llevó un viento endiablado. Forzada a abandonar la cubierta, la cantante decidió improvisar una actuación en toda regla en el interior del buque.
Mientras sus músicos preparaban la segunda aparición, ella dejó muy claras sus preferencias como "Primera dama europea del jazz", título que ostenta desde hace cuatro décadas. "He actuado con los más grandes, en Europa y en Estados Unidos, desde Stan Getz a Art Blakey, y puedo decirle que lo de ahora ya no es auténtico jazz. Es funk-jazz, un género más fácil en lo armónico y en la melodía". Vestida con un traje pantalón blanco, su primoroso maquillaje resaltaba un rostro todavía muy atractivo a los 83 años. Ella lo sabe y lo cultiva, porque sólo así, bien maquillada, se deja retratar.
La 'primera dama' del jazz europeo mantiene a los 83 años el atractivo y todo su potencial
Tal vez sea porque ha aparecido en todos los escenarios posibles durante su carrera, pero a Rita Reys le cuesta bien poco desmantelar algunos mitos artísticos. "Empecé con la música melódica francesa y a los 16 años ya sabía lo que era estar delante del público. Así que no hace falta complicar cosas elementales. Interesar al espectador, conectar con la audiencia, depende de uno mismo. Si se van, es problema tuyo y de nadie más".
Con el aviso de que el concierto estaba a punto de recomenzar dentro del barco (la escucharían allí hasta 1.200 personas), no pudo evitar la pequeña presunción de recordar que su sentido del ritmo es parte de su leyenda. "Los músicos siempre dicen que mi swing es sensacional".
Precisamente para disfrutar de esa cualidad la invitó a Madrid la Fundación Carlos de Amberes, dedicada a la integración europea. "Yo canto lo que siento. Lo que hacemos con el jazz no se aprende en un conservatorio, así que este género hay que tratarlo con el corazón".
A la vista de su trayectoria emocional, sus convicciones parecen de lo más firme. Su padre era violinista y su madre bailarina, pero ella llegó al jazz de la mano de su primer marido, el batería sueco Wessel Ilcken. "Me quedé viuda, y mi segundo esposo, Pim Jacobs, era pianista de jazz", dice. Una segunda viudedad no la detuvo, y entre sus acompañantes musicales fijos se cuenta desde hace años su propio cuñado, el bajo Ruud Jacobs. No se apuntan ni su hija ni su nieto, ninguno se dedica a la música.
La presencia de la familia en su carrera quizá ofrezca la imagen de una Rita Reys amante de la calma. En absoluto. En julio, y después de la aventura náutico-musical de Ámsterdam, actuó en Rotterdam en el Festival de Jazz del Mar del Norte. Diana Krall, Alicia Keys y Paul Simon pasaron también por allí. Y este invierno la esperan en la casa Sony, para la que prepara 15 temas sacados del Gran Libro Americano de Canciones. De esta "Biblia" del género elegirá "lo mejor para seguir emocionando al público".
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