Xiang-Dong Kong
Cómo aprender piano en la mesa de la cocina
La música en silencio es un concepto que Xiang-Dong Kong comprende en un sentido más real que poético. Cuando tenía cinco años, en China se vivía la llamada revolución cultural, y entre las extravagantes prohibiciones estaba el piano, instrumento occidentalizante y, por tanto, reaccionario. La madre de Kong cubría de fieltro las cuerdas del instrumento para que nadie oyese cómo su hijo burlaba la ley. El aprendizaje era completado en la cocina, en un teclado falso pintado sobre la mesa. Xiang-Dong Kong, que mañana se presenta en Madrid, es ahora uno de los pianistas con un futuro más prometedor.
Nacido en 1968, desde los cinco a los nueve años Kong vivió en Shanghai un período oscuro. En aquellos momentos él simplemente aprendía, sin capacidad para analizar el despropósito de su acercamiento a un lenguaje que no podía expresar libremente. Su madre, que fue la primera profesora, se empeñó en que su hijo se convirtiese en el pianista reconocido que ella nunca llegaría a ser. Posiblemente pensó que aquellos tiempos no podían durar mucho, y, transformada en una pequeña heroína de la vida cotidiana, se arriesgó a ser perseguida con tal de que su hijo conociera la música. Ahora vive en Japón y es una célebre diseñadora de moda.En 1976, cuando Kong pudo finalmente continuar con su aprendizaje de manera abierta, entró en el Conservatorio de Música de Shanghai como miembro de la primera clase formada tras la reapertura de la institución. Corrían nuevos aires en la República Popular China y, en el terreno cultural, una de las demostraciones del nuevo talante fue el documental norteamericano De Mao a Mozart, realizado en 1978. Se recogía en él una gira del violinista Isaac Stern, y Kong fue seleccionado durante el rodaje para actuar ante este artista en un encuentro con estudiantes chinos de música. Kong pasó casi sin transición de la cocina de su casa a las pantallas televisivas de todo Estados Unidos y otros países de Occidente.
Para Kong, la apertura en China debe afianzarse en el terreno cultura¡; se muestra optimista porque piensa que está formándose un ambiente propicio al piano en un país que no cuenta con tradición.
Él ha sido uno de los mejores representantes de esa apertura, a juzgar por su precocidad y calidad. En los últimos tres años ha participado en tres concursos pianísticos de prestigio. A los 17 fue el más joven de los seleccionados en el Chaikovski de Moscú. Quedó en séptimo lugar, y en cuarto el año pasado en el de Santander -que preside Paloma O'Shea-, concurso que ha organizado en estos días la gira de Kong por España.
Pero el disparo de salida de una carrera que se presenta muy prometedora tuvo lugar el pasado febrero, al resultar ganador en el concurso Gina Bachauer, uno de los más importantes de EE UU. Kong logró también este mismo año instalarse en ese país y está a la espera de la nacionalidad. Su ambición, en una personalidad que se caracteriza por un inteligente sentido del humor, gran simpatía y capacidad para entusias marse, no es sólo técnica: "La técnica ya la tengo, y ahora me gustaría que grandes pianista me transmitiesen la clave del temperamento artístico".
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