Al trabajo, con niños
Eduqa crea escuelas infantiles en el entorno laboral
Rodillos de aluminio en las bisagras de las puertas para que nadie se pille los dedos. Esquinas recubiertas de poliuretano que evitan chichones. Enchufes a metro y medio del suelo. Trabajadores con walkie-talkie en cada sala. Puertas al exterior, el garaje y un centro comercial. Detectores de humo, rociadores... En Eduqa, una escuela infantil del área empresarial de Las Tablas (Madrid), todo está estudiado al milímetro. Detrás de cada detalle se esconde una compañía, que con el mismo nombre, es especialista en crear centros infantiles para empresas e instituciones. Éste es su proyecto piloto. La primera piedra de su filosofía: "Tu hijo, feliz y muy cerca de ti todo el día".
Jaime Alonso-Iñarra es socio de la compañía, además de director del centro de Las Tablas. Es padre de familia y proviene del mundo de los seguros y el business. Cuando se planteó montar un negocio propio se decidió por uno que navegara entre ambos mundos: escuelas infantiles enmarcadas en las empresas, con el fin de facilitar la conciliación laboral. "Trabajé en el Reino Unido y allí la idea está mucho más desarrollada. Se ve como una inversión, una herramienta para diferenciarse, para mantener el mejor capital humano. Aquí todavía algunos directivos ven como un problema traer a los niños a la oficina", explica.
Esta escuela de 500 metros cuadrados en una sola planta y techos de 3,30 metros nació como piloto para poner en práctica la filosofía de la compañía, formada por seis socios del mundo de la consultoría, la educación y los negocios en 2006. "Cuando empezamos el proyecto ya había empresas interesadas en nuestra idea. El problema era que, aunque les gustaba, no podían ver nada, no había nada que tocar. Así que decidimos poner en marcha un centro, para tener algo que enseñar, al tiempo que un modo de ponernos a punto como equipo", comenta.
En este primer proyecto no hay exclusividad con ninguna empresa, aunque tienen una relación muy directa con los padres del polígono donde la han enmarcado. Se adaptan a sus horarios y sus necesidades. "Hay padres que prefieren traer a los niños pronto, para desayunar y comer. Otros del mediodía hasta la merienda. Somos flexibles, siempre respetando el bienestar y el ritmo de vida adecuado para un niño". Abren todos los días, y para los festivos, preparan talleres y campamentos. Si los padres trabajan, ellos también.
A la hora de crear un proyecto para un centro de trabajo siempre exigen unos requisitos mínimos, como espacio suficiente para alojar aulas amplias y patio, accesos de seguridad, ventilación y luz natural. A cambio, lo demás corre de su parte, desde la arquitectura al proyecto pedagógico, proveedores o recursos humanos.
Para desarrollar la idea inicial de Eduqa hicieron falta 50.000 euros. Para llevar a cabo este primer centro inaugurado el mes pasado, otros 300.000. Ahora piensan en seguir avanzando. "No tratamos de abrir decenas de escuelas, ni franquicias. Pensamos en desarrollar una marca y un producto a largo plazo. Se trata de avanzar, pero poco a poco, porque lo que buscamos es la calidad", comenta Alonso-Iñarra.
Esa preocupación por la "calidad" es la baza que juegan para triunfar en su negocio. "Éste es un sector muy atomizado, porque sigue habiendo mucha diferencia entre demanda y oferta. Pero cuando se igualen, sólo sobrevivirá la calidad", razona Alonso-Iñarra. -
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