"Me rodeo de gente mejor que yo"
Poco a poco, las mujeres van copando los principales puestos de responsabilidad en empresas españolas. Aunque la igualdad queda lejos todavía, este camino se está allanando gracias a la influencia y el reconocimiento de ciertas emprendedoras, cuya exitosa trayectoria se ha forjado mediante un liderazgo más humano, basado en la certeza de que el desarrollo y la satisfacción de los empleados multiplica el rendimiento, la creatividad y la productividad.
Éste es el caso de Nuria Vilanova (Barcelona, 1965), presidenta de la consultora de comunicación y relaciones públicas Inforpress, galardonada por la Fundación Internacional de Mujeres Emprendedoras (FIDEM) por "su expansión empresarial". En el año de su vigésimo aniversario, esta agencia se ha convertido en la más grande de la península Ibérica y la única española entre las 100 primeras del mundo, con siete oficinas, 137 trabajadores y una facturación que ronda los 12,5 millones de euros anuales.
"Se ha de potenciar que cada persona sea ella misma en el trabajo"
"Liderar no consiste en que otros te sigan, sino en crear nuevos líderes"
Madre de tres hijos, Vilanova fue elegida en 2007 también como la "mujer empresaria del año", un premio otorgado por la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE). El secreto de su éxito, confiesa, es sentir una "absoluta pasión" por lo que hace.
Pregunta. ¿Qué le empujó a fundar esta agencia?
Respuesta. La verdad es que nunca pensé en montar una empresa. Fueron las circunstancias de mi vida las que me llevaron a poner la primera piedra. Después de trabajar como periodista en un momento de crisis para el sector, di el salto al ámbito de las relaciones públicas, donde empecé a tener clientes. Por motivos de organización, sentí la necesidad de crear Inforpress.
P. Empezando desde cero, ¿cómo explica su crecimiento?
R. Desde el inicio sentí que debía crecer como empresa. Tenía muy claro que sólo con un determinado tamaño puedes ofrecer a tus colaboradores oportunidades de aprender; de asumir constantemente nuevos desafíos que posibiliten un progresivo desarrollo personal y profesional, así como mejores salarios y condiciones de trabajo. Y es que sin aprendizaje no hay sostenibilidad...
P. ¿A qué se refiere?
R. Para sentirse vivas, las personas necesitan aprender, haciendo cosas nuevas y diferentes que les motiven a superarse a sí mismas y sacar todo lo bueno que albergan. En nuestra empresa, apostamos por introducir cambios permanentemente. Cada ciertos meses, los profesionales rotan su cartera de clientes, lo que genera que desaparezcan el miedo y el estrés a los potenciales cambios futuros. Fruto del bagaje que trae consigo la experiencia, las personas van madurando, lo que termina por revertir en la organización. Lo cierto es que el desarrollo de los colaboradores es el mayor motor de crecimiento de una empresa. ¡Las personas son su más pura esencia!
P. ¿Cómo definiría su estilo de liderazgo?
R. Lo primero, decir que liderar no consiste en que otros te sigan, sino en crear nuevos líderes. Para ello, se ha de potenciar que cada persona pueda ser ella misma en el trabajo: sólo así puede aflorar todo su potencial. Es imprescindible dar el máximo de libertad para que cada profesional se gestione a sí mismo, viendo la manera de que pueda especializarse en actividades que le diviertan y apasionen. Por ello, ejerzo un liderazgo imperfecto, pues al ser mediocre en muchas cosas, me dedico solamente a lo que me gusta y se me da bien.
P. ¿Y qué hay del resto de las personas de su equipo? ¿Qué tienen en común?
R. Procuro rodearme de gente mejor que yo. Busco colaboradores que me complementen, que sobresalgan en lo que yo no sé hacer. Ahí está la clave para la innovación. Eso sí, hay que ser lo suficientemente sincero y humilde para delegar y confiar en otros, adaptando el organigrama a las personas y no al revés. Creo en la horizontalidad de las cosas; por eso no tengo despacho: mi mesa está con la de los demás.
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