Un enarca en horas bajas
La imagen de Daniel Bouton, el presidente de Société Générale, emocionalmente derrumbado mientras anunciaba que el banco había sufrido pérdidas por valor 4.900 millones de euros a causa de la actuación de un joven trader, y otros 2.000 millones relacionados con las hipotecas basura, correspondía muy poco con la de este banquero, el segundo ejecutivo mejor pagado de Francia, aceptable jugador de golf y amante de la ópera.
Nacido en París, en 1950, Bouton constituye el epítome de las élites dirigentes francesas. Diplomado del Instituto de Estudios Políticos de París, fue el más joven de su promoción en la Escuela Nacional de Administración (ENA), la fábrica de dirigentes de la República. También fue el inspector de Finanzas más joven de Francia, antes de pasar a la política como director de Gabinete del primer ministro conservador Alain Juppe, en 1986.
Siempre precoz, en 1991, ficha por Société Générale como director de la presidencia. Y en seis años accede a la presidencia del grupo, uno de los tres grandes de las finanzas en Francia, fundado en 1864 durante el Segundo Imperio, y que cuenta con 120.000 empleados y 22,5 millones de clientes. Bouton es administrador de las sociedades Arcelor, Schneider Electric, Total y Véolia Environnement. Desde 1998, preside el comité sobre crecimiento económico de Medef, la patronal francesa, y desde junio de 2002 la Comisión de Regulación del Instituto Internacional de Finanzas. No es de extrañar que, con este currículo, haya sido nombrado caballero de la Orden Nacional de la Legión de Honor y oficial de la Orden Nacional del Mérito.
Según la revista Capital, el salario fijo de Bouton aumentó un 25% en 2006, hasta alcanzar los 1,25 millones de euros, una cifra modesta si se compara con la parte variable de sus ingresos, que ascendió, en ese ejercicio, a 3,3 millones de euros. Si a eso se le añaden las ganancias derivadas de las stock-options, sus ingresos en 2006 superaron los 10,8 millones, lo que le convierte en el segundo directivo mejor pagado de Francia.
El pasado 21 de enero, en el momento trágico en el que tuvo que salir en público para desvelar, aunque no lo dijera explícitamente, que la venerable institución que preside estaba lista para la liquidación (nadie niega ya que las ofertas de compra, amistosas y hostiles se amontonan sobre la mesa), presentó su dimisión y renunció a las primas anuales de 2007 y de 2008, así como a su sueldo de los próximos seis meses. La dimisión no le ha sido aceptada, pero la clase política ha reaccionado pidiendo su cabeza. Incluido el presidente Nicolas Sarkozy.
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