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Reportaje:

El último Bob Marley

Hace 30 años se publicaba 'Exodus', el disco más universal del profeta del 'reggae', grabado después de un intento de asesinato

Diego A. Manrique

En 1998, Time se adelantaba a proclamar "el mejor disco del siglo XX". Más sorprendente que esa urgencia por dictar cátedra fue la elección, tratándose de una revista que suele reflejar un punto de vista eminentemente estadounidense: apostaron por Exodus (1997), el quinto álbum de estudio de Bob Marley y los Wailers en Island Records, la discográfica que convirtió a una figura de una opaca música tropical en un fenómeno mundial.

Exodus se elaboró durante la etapa más dramática de la biografía de Marley. El 3 de diciembre de 1976, tres asesinos irrumpieron en su mansión de Kingston y le tirotearon. El incidente todavía sigue en la zona misteriosa. Es posible que hubiera motivaciones políticas: Jamaica vivía una situación convulsa, con la CIA repartiendo armas entre elementos criminales, supuestamente para evitar que la isla siguiera la vía castrista; aunque desinteresado por el juego partidista, Marley mostraba simpatías por el izquierdista PNP, entonces en el poder. Puede que las razones fueran menos trascendentales: como rey del reggae, Bob estaba al tanto de negocios sucios del hampa -se habla de una estafa en las apuestas hípicas-, y la enemistad entre bandas le convirtió en objetivo de una operación de castigo. Según la truculenta versión de su representante, Don Taylor, también herido en el atentado, en 1978 Marley asistiría impasible a la ejecución de dos de aquellos pistoleros.

Después del tiroteo, un Bob todavía vendado participaba en un publicitado concierto multitudinario. Seguidamente, un avión enviado por Chris Blackwell, el jefe de Island, le llevó hacia su exilio en Londres. Lo desconcertante es que el cantante no se escondió. Trataba con otros exiliados, familiares del depuesto emperador de Etiopía, Haile Selassie, que se escandalizaban al saber que muchos jamaicanos le creían un dios viviente. Jugaba al fútbol en parques públicos y retomó sus obligaciones profesionales, continuando durante meses la grabación de lo que sería Exodus. Aunque solía estar rodeado por su séquito, ofrecía un blanco relativamente fácil.

También resulta chocante comprobar que Exodus no está directamente marcado por la proximidad de la muerte. El disco, que se editó el 3 de junio de 1973, contiene sermones de ideología rasta pero también luminosas canciones de amor y piezas tan inocentes como Three little birds (primer tema de Marley que se popularizó en España, gracias a su aparición en una campaña publicitaria). Waiting in vain le mostraba emocionalmente inseguro: es una queja por una mujer que no se presta a sus deseos. En aquellos tiempos, Marley ejercía sus prerrogativas de superestrella, conviviendo con una Miss Mundo y manteniendo relaciones breves con otras mujeres, todo sin romper los lazos con su esposa oficial, Rita, que frecuentemente debía ocuparse de sus hijos bastardos.

A los ojos de sus seguidores, Bob tenía dimensiones sobrehumanas. Conviene revisar el DVD que acompaña a la reciente reedición de Exodus (Universal), grabado durante una semana de octubre en el Rainbow, un teatro londinense, para apreciar su impacto en directo. Sin embargo, en lo musical sentía que necesitaba renovarse. Hizo que sus músicos se compraran los últimos aparatos salidos al mercado. Y volvió a trabajar con un antiguo productor, Lee Perry, entonces en vanguardia por su dedicación a las alucinadas técnicas del dub. Le obsesionaba emanciparse de Island y consolidar en Jamaica una infraestructura discográfica.

No pudo ser. Ya en 1977, empezó a molestarle una lesión en el pie, fruto maldito de un partido de fútbol. Tratada tarde y mal (los rastas desconfiaban de la medicina occidental), fue la primera manifestación del cáncer que acabaría con su vida a principios de 1981.

Bob Marley, en la imagen de portada de <i>Exodus.</i>
Bob Marley, en la imagen de portada de Exodus.

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