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Entrevista:EN POCAS PALABRAS

"No me considero una 'sex symbol"

La actriz Elena Anaya viaja a Islandia para ensayar una pieza teatral con Gael García Bernal y Daniel Brühl antes del estreno de 'Savage Grace'

Elena Anaya (Palencia, 1975) ha tenido que cambiar un viaje al norte de Brasil para presentarse en pleno agosto a un casting en Estados Unidos. Adelanta que es "algo grande", pero no da más detalles. Hace unos días que ha llegado a Islandia, donde ya ensaya una adaptación teatral de la película Together, de Lucas Moodysson, a las órdenes del actor islandés Gísli Örn Gardarsson y junto a Gael García Bernal y Daniel Brühl. Pero antes de partir tuvo un rato para charlar de sus proyectos, en una terraza de la plaza del Dos de Mayo, en Malasaña (Madrid), el barrio donde vive. Tras ocho meses en el teatro con Homebody Kabul, dirigida por Mario Gas, Anaya ha podido disfrutar de unos días libres para darse un chapuzón en la piscina. Las mejillas, algo quemadas por el sol, subrayan unos ojos bicolor (verdoso uno, marrón el otro) que se agrandan fascinados cuando comenta que su nueva película, Savage Grace (con Julianne Moore), que se estrena a finales de verano, es como American Beauty, pero "más salvaje".

Pregunta. ¿Tan terrible es?

Respuesta. Sí, los protagonistas pertenecen a una familia adinerada, la de los inventores de los teléfonos de baquelita. Son muy divinos hasta que de repente se descubre que están podridos. Al darse cuenta de que su hijo es homosexual la madre se vuelve loca y lo que parecía tan ideal resulta que no lo es tanto.

P. ¿Le atraen más los dramas que la comedia?

R. Me interesa más el cine que conmueve. Que cuenta algo, ya sea maravilloso u horrible, pero que te conmueva, que te toque. La última ha sido Cuatro minutos, sobre una chica que está en la cárcel por cortarle la cabeza a un tipo, me dejó alucinada. Con una comedia me puedo reír mucho pero me gusta salir del cine pensando que he aprendido algo.

P. ¿Es cierto lo que se ha escrito de que no era muy buena estudiante?

R. Se escriben cosas muy aburridas sobre mí. Y siempre es lo mismo. Acabé COU con buena nota. Y copiaba genial, se me daba muy bien. Solían echarme de clase pero yo era muy buena. Sólo es que siempre me apeteció hacer otro tipo de cosas.

P. ¿Como cuáles?

R. Este trabajo extraño de la actuación. Contar historias y meterme en personajes que escribe otra persona. Vivir la vida como ese personaje la vive. Por suerte, siempre he tenido la capacidad de abstraerme de cosas que me aburren soberanamente.

P. ¿Cómo lleva lo de ser una sex symbol?

R. No me considero una sex symbol para nada. Todo eso viene del boom de Lucía y el sexo, que marcó un antes y un después, con ese rollo de mujer sexy. Yo soy de mi barrio y me encanta ir tranquila por la calle. Me siento súper a gusto conmigo. Sólo me transformo por trabajo, cuando un personaje merece la pena. Como el de Lucía y el sexo, que volvería a hacer una y mil veces.

P. ¿De verdad que no la reconocen por la calle?

R. A veces... Y, si me reconocen, ya saben que vivo por aquí y no me dicen nada. La gente es muy educada. Eso de que vengan a pedirme un autógrafo me ha pasado dos veces contadas en mi vida. Cambia todo cuando sales por la tele, porque te ven cada día y te cogen confianza. La gente te toca y te da besos. Y te dicen pues sí que eres chiquitita, y digo pues sí, señora, mido 1,62, y no voy a medir más.

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