Un ejemplo a seguir
Steve Jobs ha sido, es y será un ejemplo a seguir. Especialmente para los que trabajamos en el campo de la tecnología, pero también para cualquier persona que tenga afán de superarse a sí misma. Como Steve, todos hemos fallado, y es precisamente de eso de lo que hemos aprendido más. Es necesario ser constante y trabajar muy duro, como él hizo, sobre todo en entornos muy competitivos y que cambian muy rápido, como los que caracterizan hoy día al sector tecnológico.
La emoción que ha generado su desaparición ha desbordado muchas previsiones. En los últimos días hemos asistido a una corriente de simpatía tan unánime como global. Algo infrecuente y por ello extraordinario. Seguramente porque Steve Jobs ha representado un nuevo modelo de liderazgo, sencillo y natural, que ha generado una contribución trascendente, y también porque, en un momento de incertidumbre como en el que nos encontramos, su vida es un testimonio de certezas tangibles y de estímulos vitales sin grandilocuencias ni especulaciones.
Más importante que su éxito comercial ha sido la enorme satisfacción que producen sus innovaciones
Como emprendedor me reconozco seguidor de su filosofía que tan sabiamente combinó aventura, constancia, innovación y éxito. Un emprendedor es una persona que tiene una visión, que quiere conseguir algo y que lo hace, y en ese sentido Jobs ha sido un modelo paradigmático.
Su empeño por alcanzar la excelencia y la simplicidad al mismo tiempo es lo que ha llevado a su empresa a cambiar las vidas de millones de personas gracias a sus productos y su tecnología. Siempre poniendo por delante a los usuarios, la usabilidad de sus productos y las ventajas que a estos reportaban sus irresistibles propuestas tecnológicas. Todo ello ha generado una masiva adhesión emocional, casi mágica, a la marca y a sus creaciones que tan fuertemente ha impactado en tantos ámbitos distintos de la vida cotidiana, desde la comunicación interpersonal hasta incluso el propio arte contemporáneo.
Así pues, tal vez incluso más importante que su éxito comercial ha sido la enorme satisfacción que sus productos innovadores han producido en los usuarios. Se trata de una conexión emocional muy profunda con la que cualquier compañía o marca sueña. Yo mismo me paso la mayor parte del día utilizando productos de Apple y todo lo que he hecho en estos últimos ocho años lo he hecho con un Mac.
Creo que su legado debe servirnos como estímulo. En este momento de crisis, viendo que lo tradicional no funciona, debemos pensar a lo Jobs y considerar que una dificultad es también una oportunidad para hacer las cosas de otro modo, para dar el salto, arriesgar e invertir en el futuro. Pensando en la innovación tecnológica y en las personas. Pensando en el largo plazo, trabajando duro y con constancia. Pensando en hacer las cosas siempre un poco mejor.
Sin duda, le echaremos de menos, pero también estoy seguro de que su empresa seguirá creando cosas maravillosas con las que seguir emocionándonos en el futuro. Que la grandeza de las pequeñas cosas continúe cambiando nuestras vidas. Gracias, Apple. Gracias, Steve Jobs por hacerlo posible.
Zaryn Dentzel es consejero delegado y fundador de Tuenti.
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