El segundo Tour del más fuerte
Contador, invencible en una gran ronda desde 2007, ha dominado en todos los terrenos
Alberto Contador celebró ayer, escuchando perplejo el himno de Dinamarca en los Campos Elíseos, lo que ni Luis Ocaña ni Pedro Delgado, dos de los padres fundadores de la historia de amor entre el Tour y el ciclismo español, pudieron conseguir. Ese logro es una segunda victoria en la carrera más importante del mundo. Hasta ahora sólo Miguel Indurain había llegado a tanto. El triunfo de Contador, otro paso hacia el panteón ciclista, el cuarto éxito seguido de un español en París, llegó tras una inacabable lucha en su equipo, el Astana, con su compañero Lance Armstrong, que acabó tercero, tras Andy Schleck.
Mejor que Ocaña, mejor que Perico. A Ocaña, una caída y el canibalismo de Merckx le impidieron ganar el segundo Tour; a Perico, un aún inexplicable retraso en el prólogo de Luxemburgo hace 20 años. Más duros incluso que aquellos percances parecen, sin embargo, los obstáculos que Alberto Contador debió superar, en la carretera y fuera de ella, para repetir victoria de una manera apabullante después del sorprendente e inesperado triunfo de 2007. e inesperado triunfo de 2007. Tan superior ha sido a sus rivales y compañeros en todos los terrenos, la montaña, la contrarreloj, que, seguramente, sólo una exclusión, como la que le impidió participar en 2008, habría evitado su victoria.
Su cuarto triunfo consecutivo en una carrera de tres semanas, registro en el que está imbatido desde 2007, es también el más claro. El Tour 2007, su primer gran éxito, obtenido tras la expulsión de Rasmussen, lo ganó por 23s sobre Cadel Evans; el Giro 2008, en el que participó sin apenas preparación, por 1m 57s sobre Riccardo Riccò; la Vuelta a España de 2008, por 46s sobre su compañero Levi Leipheimer. Su segundo Tour, que supone la cuarta victoria consecutiva de un ciclista español, lo ha logrado con 4m 11s sobre Andy Schleck, una ventaja que remite a las marcadas por Lance Armstrong.
Precisamente el tejano ocupó el tercer lugar del podio a sus casi 38 años. Sólo un corredor más viejo, el Raymond Poulidor de 40 años en el Tour del 76, ha subido al podio de París. Un logro extraordinario tras tres años de ausencia, lo que confirma que uno que ha sido capaz de ganar siete Tours seguidos no es precisamente un cualquiera. Es un fuera de serie en todos los terrenos. También en el de la soberbia. A la sombra del chico de Pinto en el podio, su comportamiento fue similar al que mantuvo dentro del equipo durante la carrera, que se empeñó en convertirla en una pesadilla para Contador, un campeón orgulloso, y muy seguro de sus fuerzas. Tercero, a 5m 24s de Contador, Armstrong dio la mano glacialmente al español, quien miró para otro lado, poco antes de subirse a su cajón. Después, cuando la organización intentó subsanar el error de hacer sonar el himno danés, con Contador en lo alto del podio emitiendo el himno español durante la entrega al Astana del premio al mejor equipo, Armstrong, que no quiso plantarse al lado del chico de Pinto ni siquiera en ese instante, se dedicó, gorra en la cabeza, a llevar divertido el ritmo del chunda-chunda con el trofeo en el muslo y a contarse chistes con el compañero ucranio Popovich. A Contador, con la prenda más deseada, en el lugar más envidiado el último domingo de julio, le afectó tanto como el posterior gesto del tejano, que se escapó por delante del grupo durante la tradicional vuelta de honor a la gran avenida de París entre la Concordia (la discordia, ahora) y el Arco del Triunfo. Así pasó Armstrong su primera derrota en el Tour.
El hombre que acabó con el mito de la invencibilidad del tejano, Contador, tiene 26 años, uno menos que los que tenía Indurain cuando ganó el primero de sus cinco Tours consecutivos. Este hecho, y la forma en la que ha progresado desde su irrupción en lo más alto en 2007 en todos aspectos que marcan la diferencia en las carreras de tres semanas -la fortaleza mental, la capacidad de recuperación física, la habilidad escaladora y la fortaleza contrarreloj- permiten vislumbrar un futuro único, más grande aún que el del navarro. Todos esos factores los ha hecho participar con fuerza en su segunda victoria, establecida en el hotel con su capacidad para aislarse de las provocaciones y seguir haciendo las cosas a su gusto, y en la carretera, con tres golpes mortales: la contrarreloj por equipos, la llegada en alto de Verbier y la contrarreloj de Annecy, donde su victoria mostró que sus progresos no han minado su principal característica, la de ser un Bahamontes, un Pantani, un escalador único.
A rueda de Contador se ha apoderado del ciclismo mundial una nueva generación, la de los hermanos Schleck, Nibali, Tony Martin, Kreuziger, unos corredores sobre los que el español parte con la ventaja de haber marcado el primero su territorio. También el Tour 2009 ha consagrado el increíble talento del joven sprinter Cavendish, el primer ciclista que consigue seis victorias en la centenaria historia del Tour de Francia.
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