Crear en tiempos revueltos
"LAS cosas deben ir realmente mal: AC/DC es número uno de nuevo". Así titulaba Alexis Petridis un artículo publicado en The Guardian el pasado 27 de octubre. En él, trazaba una línea histórica relacionando la extraña coincidencia entre los momentos álgidos de la banda en Inglaterra con algunos de los más graves descalabros recientes de la economía mundial. Los de Angus Young se han convertido en la luz de alerta de las crisis globales: siempre están en lo más alto cuando el precio del crudo se cuatriplica (1973), el paro alcanza el 20% (1980) o Bush inyecta miles de millones de dólares para salvar la banca (2008). Pero, ¿realmente afectan los vaivenes económicos a la creación artística? ¿La inquietud macroeconómica provoca nuevas necesidades entre el público? ¿Pueden los resultados anuales de la banca definir los paradigmas estéticos de una época?
Lo cierto es que una de las obras magnas de 2008, el último y oscuro disco de Portishead, invitaba a pensar en el fin del mundo. Algo que hace propio una de las apuestas musicales de la BBC para 2009, la banda pospunk White Lies, que optan por aquello de que el suicidio es indoloro. Por contraste, tenemos a Lady Gaga, colorista solista pop que desde la MTV nos sugiere lo bien que lo pasaremos esta noche en la discoteca. Las pasarelas también sirven como reflejo de estas antítesis. Las siluetas de Van Dyck que inspiraron el pasado lunes la colección de alta costura de Dior componían una fantasía que parecía ajena a la realidad de su mercado y, en general, a la que muestran los periódicos.
Mientras algunos indicativos apuntan hacia un renacimiento del individualismo y la introspección, el profesor Jerry F. Pettijorn III, estudioso de la cultura pop adscrito a la Universidad de Carolina, matiza: "En ocasiones, queremos canciones tristes que se acomoden a los tiempos tristes y temas alegres que nos recuerden lo maravillosos que somos. Pero esto no es matemático. A veces, es dramático. La Macarena fue un hit en 1996, un año pésimo para la economía estadounidense". "Claro, pero La Macarena entra en el campo del surrealismo, como Dalí y sus flirteos con el fascismo", apunta Dan Brown, director del diario London Free Press. "La izquierda está siendo desautorizada. Sin la opción marxista, el terror capitalista puede provocar el nacimiento de alternativas de lo más irracional. Dudo que esta crisis nos traiga libros como El camino a Wigan Pier [Orwell, 1937] o Las uvas de la ira [Steinbeck, 1939]. Tampoco imágenes como las del Walker Evans [fotógrafo que documentó los efectos de la Gran Depresión]. La situación actual parece ir mucho más encaminada hacia la fanfarria que hacia el realismo, algo que provocaría un serio cambio de paradigma con respecto a lo acontecido anteriormente".
Brown se apunta así a la línea de pensamiento que señala que, en plena guerra fría y con una parte importante de la sociedad aún creyendo en el realismo de las utopías, el arte contaba con ese asidero ideológico del que hoy parece carecer. Esta carencia puede abocarle a la más complaciente de las realidades: la frivolidad. Sea como fuere, y aun atisbando un negro futuro, tal vez debamos huir de buscar en cada realidad un indicador económico y en cada canción, película o incluso revival de indumentaria, un síntoma. Saturados de información y de informadores, podemos caer en el síndrome de la paranoia cultural, algo que jamás hubiese permitido que disfrutáramos con el fin del mundo tal y como La naranja mecánica lo predijo.
Según el doctor Leo Shapiro, ejecutivo de SAGE, una consultora con sede en Chicago, "en tiempos de recesión los laxantes se venden mucho más: la gente sufre un estrés enorme y se contrae. En cambio, en tiempos de boom económico, las ventas de desodorante se disparan, porque estamos todos bailando por ahí". En un ámbito menos fisiológico, ¿qué pasará ahora? ¿Se encerrará usted en el baño con un libro del escritor de ciencia-ficción J. G. Ballard? ¿O bailará por las aceras al ritmo de Boney M?
LA QUE SE AVECINA
CINE Ángeles González-Sinde, presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. "No creo que se haga mejor cine bajo coyunturas negativas. Lo que puede ocurrir es que se seleccione más. En los setenta, Scorsese o Coppola empezaron sus carreras con la industria norteamericana atravesando una gran crisis, pero su Gobierno inventó un sistema de desgravación fiscal que les permitió hacer pelis arriesgadas. Ahora lidiamos con Internet, que es un medio fabuloso, de modo que hay que hacer esa reconversión industrial. Necesitamos webs donde alojar filmes, pero eso requiere una inversión brutal que la depauperada industria española no sé si está en condiciones de hacer sin ayuda. Un par de sitios donde encontrar cine español: filmotech.com y filmin.es".
MÚSICA Miqui Puig, músico y comunicador. "Aquí el pop acabó en la movida. En música, lo peor ha sido la democracia, con su falso buen rollo. Miles de teatros y salas hoy son feísi¬mos bloques de pisos. La música se quema a marchas forzadas y gente como yo sólo somos demandados para opinar. Hay que sobrevivir y militar, pero nadie tiene cojones de hacer como la Red Wedge ante la Thatcher. El tipo de izquierdismo de aquí no va conmigo, cada día escoro más hacia la anarquía. Esta década ha resultado superficial; es hora de volver a lo puro. Ahí está el fenómeno MySpace, que hace que un pajillero diga que su perfil tiene 300.000 visitas. Suerte que al final son canciones. Deben volver los discos en mayúsculas y no maquetas enlatadas como falsos álbumes".
LITERATURA Benjamín Prado, escritor. "La literatura se adapta muy bien a estas coyunturas, es barata y se hace en casa. Desde el arte, existen dos formas de afrontar una crisis: hundirse en la abyección o alentar la fantasía. Recuerdo la historia de un editor yanqui que tuve, que pasó de ser el rey de Manhattan a vivir en un trailer park. Hay algo en su historia muy faulkneriano que es material para una novela. Eso está sucediendo mucho en EE UU. Ahora que sabemos quiénes son los culpables de la crisis, se abre la posibilidad de que la literatura apunte directamente a las causas del problema. Me encantaría ver esa gran novela sobre la corrup¬ción urbanística; el problema es que tardas tres o cuatro años en escribir un libro así. Espero que cuando se publique ya estemos mejor".
ARTES PLÁSTICAS David Quiles, director creativo de la revista 'Rojo'. "Hoy hay más gente queriendo ser artista que en toda la historia. El pánico europeo y yanqui a esta crisis mundial se ve con cierta condescendencia desde lugares como latinoamérica, donde la palabra crisis siempre está presente. Quizás por eso los artistas en esa región del planeta miran las noticias, pero no les crean el pánico y la consecuente paralización física, creativa y mental que a las gentes del hemisferio norte. A nivel de contenido, hace tiempo que se ven respuestas a estos problemas. El street art y el new art responden a la propiedad intelectual, a hacer el arte accesible desde la calle, a provocar que la creación artística sea lo más pública posible y a la vez más variada, visible, gratuita y reconocida".
MODA Pilar Pasamontes, vicepresidenta de ModaFad. "A esta crisis hay que agradecerle que esté destrozando valores obsoletos: hay que construir y no especular. Tengo la esperanza y la convicción de que surja algo nuevo. En los peores momentos aparecen las mejores ideas; ¿no fue así en los convulsos años veinte? Todos tenemos en el armario ropa para los 10 próximos años; ahora, si no emocionas, no hay futuro. Y aunque la crisis sea global, en la moda será distinto. Aquí nos encaminamos hacia el triunfo de la individualidad, tras creer durante demasiado tiempo que ser era poseer. En cuanto al aluvión de aperturas de tiendas de lujo, es fruto de una mezcla entre error de cálculo y vanidad. Nadie es intocable en una crisis económica y de ideas. Ni siquiera las grandes firmas".
ARTES ESCÉNICAS Roger Bernat, director de teatro. "El teatro se ha colocado en el centro de la creación contemporánea. Parecía imposible tras estar relegado al rincón de las cosas inútiles durante casi treinta años. Los artistas se vuelven hacia lo performativo con la ilusión de apartarse de la espiral especulativa en la que se embarcó el mundo del arte a principios de los ochenta, olvidándose del público. Una de las funciones del teatro es representar de manera simbólica los conflictos de la calle. En momentos de más conflicto, más necesario es el teatro. Pero eso no quiere decir que lo que vaya a venir sea la vuelta del teatro social. No tengo ni idea de qué teatro se hará en el futuro. Lo único que puedo decir es que tiene que ser diverso. No se producen ideas si no hay contrastes".
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