Cuando la poesía llama al telefonillo
Una acción poética sirve de arranque del Festival Yuxtaposiciones
No es una broma: los poetas se han lanzado a la calle dispuestos a cambiar el micromundo madrileño. "El caos campa a sus anchas, ya se desorganizará", proclamó la micropoetisa Ajo a las puertas de La Casa Encendida, donde se desarrolla desde ayer y hasta hoy la octava edición del Festival Internacional de Poesía y Polipoesía Yuxtaposiciones. "Como la gente no va a los recitales, los poetas van por los portales". Con esa premisa una decena de poetas (Ivan Telefunken, Dirk Huelstrunk (Frankfurt), Jorge Fernández, David Prieto, Ajo... entre otros) se patearon ayer las calles del barrio de Lavapiés, telefonillo por telefonillo, megáfono en mano: "¡MicroPoesía para telefonillos!".
-¿Dígame?
"Es mucho más bello ver cómo sale la chica del pastel que el pastel de la chica"
-Hola, buenos días, le quiero regalar una poesía: "Yo no sé de pájaros, no conozco la historia del fuego. Pero creo que mi soledad debería tener alas" (Alejandra Pizarnik).
-... ¿Quién es?
-Somos poetas y regalamos poesías.
-Ah, vale, pues muchas gracias, ahora mismo bajo.
-No, no es necesario. Se la dejamos pegada en la puerta del portal para que la lea luego cuando baje otra vez, si quiere.
-Ah vale, gracias.
Decenas de vecinos anónimos vieron ayer alterada su rutina. No era el cartero con la multa de turno, ni el plasta de la propaganda, ni el técnico del gas, tras ese pitido venía un poema: "Dan dolor gratis en el abismo de los demás, y alas" (Enric Casasses).
Ataviados con mandiles blancos los poetas descolocaron el orden cotidiano del barrio con sus microrrecitales provocando la sorpresa de muchos, el desconcierto de otros, la gratitud de la mayoría y la indignación de alguno: "¡Me cago en la hostia de los poetas, estaba durmiendo!".
-¿A cómo son los delantales?
-Los delantales no se venden, pero si quiere le regalo una poesía.
-¿Ein? -la cara de la señora sí que era un poema.
-"Voy meando en los buzones para que todas las cartas se conviertan en cartas de amor" (Javier Corcobado).
-Muy bonito, muy bonito...
La calle de la Sombrerería, de Argumosa, del Salitre y de la Fe completaron su decoración habitual de carteles de "se vende" y "se alquila" con las pegatinas blancas de los micropoemas recitados por sus portales. La poesía se coló por los telefonillos, por las corralas y por los comercios: "Qué alegría, en medio de tanta tristeza". Decía Mariano, propietario de la frutería de la calle del Salitre. Quizá esos poetas tengan razón y sea "mucho más bello ver cómo sale la chica del pastel que el pastel de la chica" (Peru Saizprez).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.