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Del club náutico a la popular piscina

Una exposición recorre los edificios del movimiento moderno en España

Desde su creación en 1990, la Fundación Docomomo Ibérico se ha dedicado a investigar y documentar el magnífico patrimonio arquitectónico del movimiento moderno en España y Portugal. El resultado es un impagable archivo con 1.144 edificios seleccionados de entre un total de 4.000, y que de alguna forma sirve para que queden protegidos de futuras demoliciones. Esta organización internacional se ha dedicado además a divulgar ese importante -y a veces minusvalorado- legado del siglo XX. Con la exposición Equipamientos, inaugurada ayer en la sala Arquerías de Nuevos Ministerios, hasta el 4 de septiembre, se completa un ciclo de muestras temáticas. Ya realizadas las de vivienda e industria, ahora es el turno de edificios destinados al ocio, comercio, transporte y turismo realizados entre 1925-1965, con dos periodos divididos inevitablemente por la Guerra Civil.

Antes de la contienda (1925- 1936) se construyeron los edificios de arquitectos vinculados a Le Corbusier (como Luis Lacasa, Luis Blanco o Manuel Sánchez Arcas) y los modernos que no seguían al maestro, entre los más famosos, Josep Lluís Sert. La guerra interrumpió ese momento luminoso y llegaron los años negros y de parón. Una vez terminada la guerra, a partir de finales de los años cuarenta, explica el presidente de Docomomo, Celestino García Braña, "aparece una arquitectura moderna pero austera, lastrada por la cerrazón, el aislamiento y la ausencia de materiales modernos, como el vidrio, hormigón y acero, que ya se usaban en el resto de Europa y en Estados Unidos. No será sino a partir de los sesenta cuando se incorporan esos materiales y empieza a quedar atrás esa fase marcada por la escasez".

- Edificios del régimen y sindicales. En la división temática que propone la exposición están los edificios administrativos. En los años cuarenta y cincuenta, los pocos que se hicieron estuvieron ligados a la arquitectura del régimen, al casticismo, como el Ministerio del Aire, en Madrid, de Gutiérrez Soto. También surgieron edificios bancarios y sindicales como la Casa Sindical (actual Ministerio de Sanidad y Consumo), de Francisco Cabrero.

- Ocio elitista y piscinas populares. En esa época existió una dicotomía evidente entre el ocio elitista y el popular. Para satisfacer el primero aparecieron clubes náuticos, de golf, que empiezan a partir de los cincuenta, algún polideportivo o canódromo (muy importante el Meridiana, en Barcelona, de Antoni Bonet Castellana y Josep Puig i Torné), los frontones (como el Recoletos, en Madrid, de Secundino Zuazo) y los hipódromos, como el de la Zarzuela, obra admirada en el mundo de Carlos Arniches, Martín Domínguez Esteban y el ingeniero Eduardo Torroja. Las piscinas fueron la estrella del ocio popular porque permitieron el acceso de todas las clases a instalaciones deportivas. Como parte de esa tendencia de democratización del ocio, cada ciudad quiso tener su cine-teatro que se erigiera en escaparate de la modernidad. El teatro Fígaro, de Felipe López Delgado, se convirtió en un símbolo del racionalismo expresionista madrileño.

- Turismo de dos direcciones. A partir de los cincuenta, la mayor renta permitió que los viajes de placer, hasta entonces limitados a una minoría pudiente, se extendieran a las grandes masas. Aparecieron los albergues juveniles, las ciudades de reposo y la red de paradores. Entre estos destaca, por una arquitectura claramente moderna, el de Jávea, de José Osuna Fajardo y Nicolau Maria Rubió i Tudurí (los jardines), cosa que no ocurre con otros de la misma época, como el de Baiona.

El Teatro Figaro Adolfo Marsillach forma parte de la exposición 'Equipamientos II, Ocio, deporte, comercio, turismo y transporte, 1925-1965', que estará hasta el 4 de septiembre en la sala Arquería Nuevos Ministerios. Se trata de una obra pionera en la aplicación de los principios de la arquitectura moderna a los edificios de ocio, fenómeno este que a mitad del siglo XX se va a extender a todas las capas de la sociedad española. Y toda ciudad va a contar con su cine-teatro que se erigirá como el escaparate de la modernidad. Este edificio se convirtió en un referente del racionalismo expresionista madrileño.
El Teatro Figaro Adolfo Marsillach forma parte de la exposición 'Equipamientos II, Ocio, deporte, comercio, turismo y transporte, 1925-1965', que estará hasta el 4 de septiembre en la sala Arquería Nuevos Ministerios. Se trata de una obra pionera en la aplicación de los principios de la arquitectura moderna a los edificios de ocio, fenómeno este que a mitad del siglo XX se va a extender a todas las capas de la sociedad española. Y toda ciudad va a contar con su cine-teatro que se erigirá como el escaparate de la modernidad. Este edificio se convirtió en un referente del racionalismo expresionista madrileño.
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