Restos de la Fábrica de Porcelana bajo el suelo de un colegio
Las tres toneladas de cerámica pueden proceder de la factoría de Carlos III
Hasta tres toneladas de fragmentos de cerámica histórica suntuaria han sido halladas, a unos cuatro metros de profundidad, en las obras de un futuro polideportivo privado en el barrio del Niño Jesús, en la parte trasera del colegio de Nuestra Señora del Pilar. Dada la proximidad de estos vestigios al parque del Retiro -a unos 800 metros de la fuente del Ángel Caído- se cree que los restos cerámicos proceden de la que fuera Real Fábrica de Porcelana. Los fragmentos están siendo trasladados como escombro hasta las obras de cimentación de un polígono industrial de la periferia madrileña, cerca del Cerro de los Ángeles.
La factoría regia madrileña, fundada bajo el reinado de Carlos III en el último tercio del siglo XVIII, fue destruida por la artillería británica durante los estertores de la Guerra de la Independencia en Madrid, entre 1812 y 1813. Sufrió numerosos cañoneos desde baterías artilleras al mando de los generales Hill y Buckingham, explica el historiador Francisco Marín. Y ello debido a que el parque del Retiro había sido parcialmente talado en 1808 por las tropas napoleónicas para instalar allí uno de sus principales acuartelamientos: más precisamente, en las inmediaciones del Huerto del Francés, junto a la Real Fábrica de Porcelanas. En este huerto surgió años atrás una noria de sangre, documentada por el arqueólogo Gregorio Ignacio Yáñez, que perteneció a las instalaciones de la fábrica real.
El fuego artillero británico logró desalojar a los ocupantes franceses del parque, aunque al precio de la total destrucción de aquella factoría. Para su inauguración, Carlos III empleó a todo el personal artesano y también se trajo en barco desde Italia los mismos materiales -hasta 400 toneladas de pasta- procedentes de la fábrica de porcelanas de Capodimonte, en el sur de Nápoles, donde el monarca había reinado antes de hacerlo en España.
Las labores que la fábrica madrileña producía decoraron los salones de la realeza y la aristocracia españolas, además de muchos otros de mesas nobles europeas durante el tránsito de aquellos dos siglos.
Hasta ahora, algunos historiadores creían que los desechos de porcelana de la instalación regia madrileña se guardaban únicamente en el perímetro de la fábrica, dada la condición de secreto de Estado que la fórmula de la porcelana poseía, dictado por la Corona de España para impedir el incipiente espionaje industrial de otras potencias europeas como, precisamente, Francia e Inglaterra. Ambas tenían importantes intereses en sus industrias y labores artesanales relacionadas con la porcelana de Limoges y Wedgewort, respectivamente. Ello explicaría, para algunos estudiosos de la época, la destrucción consecutiva, por unos y otros, de la fábrica madrileña.
Fuentes de la Dirección General de Patrimonio de la Consejería de Cultura del Gobierno regional, a quien por ley le corresponde supervisar las obras con alcance arqueológico, anunciaron ayer que enviarán una inspección la próxima semana.
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