¿Qué es mejor, desviar un asteroide peligroso o destruirlo?
Cada 100 millones de años, de media, choca contra la Tierra un asteroide de 10 kilómetros de diámetro (del tipo del que debió acabar con los dinosaurios hace 65 millones de años); la frecuencia de impactos de asteroides de un kilómetro (catastrófico a escala de un país grande y con repercusión global) es de uno en 500.000 años, y de 500 metros (que provoque una catástrofe de escala local) es de uno en 100.000 años. Estos pedruscos han chocado contra nuestro planeta siempre, pero ahora no sólo se ven, se vigilan y se calcula la probabilidad de impacto, sino que las tecnologías necesarias para evitarlo están listas o al alcance de la mano. Sobre la amenaza de las rocas espaciales se celebró recientemente una sesión científica y técnica en la sede de la empresa aeroespacial EADS-CASA, centrada en la misión espacial Don Quijote, ideada por el director de la empresa espacial española Deimos, Miguel Belló Mora, y seleccionada por la Agencia Europea del Espacio (ESA), pero aún sin la luz verde necesaria para empezar a construirla.
GRÁFICO: La amenaza de los objetos cercanos a la Tierra |
"¿Qué sería mejor: destruir un asteroide que se acercase peligrosamente a la Tierra o desviarlo?", plantearon los expertos. Desde luego, la destrucción no sería fácil, y además "habría que garantizar que los escombros resultantes fueran suficientemente pequeños como para que, si alguno acabase dirigiéndose a la Tierra, se destruyese en la atmósfera", comentó el científico Andrea Milani (Universidad de Pisa, Italia).
Lo más sencillo y seguro, explicó, es "desviar el asteroide con un impacto de alta velocidad", como un golpe de billar interplanetario. "Y el reto tecnológico es controlar perfectamente ese impacto para no colocar el asteroide en trayectoria de colisión con la Tierra", dijo. Por supuesto, los ensayos no pueden hacerse con rocas que pasen cerca de nuestro planeta.
Hay también ideas para desviar suavemente una roca celeste, como colocar en ella enormes velas que se hincharían con el viento solar, recordó Pedro Duque, astronauta en excedencia y director de Deimos Imaging. Sin embargo, son técnicamente muy difíciles y se contemplan a largo plazo, mientras que el impacto de billar espacial es "tecnológicamente accesible y tendría un precio asumible". La opción de recurrir a cargas nucleares contaría, previsiblemente, con oposición social, sobre todo en Europa, añadió Duque. Expertos espaciales españoles, de las empresas EADS-CASA, Sener, Indra, Insa y Crisa coincidieron en destacar la viabilidad técnica de la misión Don Quijote y en su interés en llevarla adelante.
El bombardeo de rocas que llegan del cielo a la Tierra ha sido constante desde hace 3.000 millones de años, explicó Pedro Gutiérrez, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA). Son cuerpos diferentes (clasificados como carbonáceos, rocosos o metálicos, según su composición), de muy distinto tamaño y diferente densidad.
Desde luego, los asteroides son muy interesantes para los científicos porque, como apuntó Milani, "son como bloques de construcción del Sistema Solar, sin los cuales sería imposible formar planetas".
En la última década, la búsqueda y seguimiento de estos cuerpos se han perfeccionado mucho, y aunque EE UU lidera el esfuerzo y la inversión internacionales, no todo se hace allí. Salvador Sánchez y Jaime Nomen, del Spaceguard-Spain (Observatorio Astronómico de Mallorca) explicaron en el seminario cómo detectan asteroides con un sistema robótico de telescopios y programas de software adecuados para analizar las observaciones. Los cuerpos que se ven desplazados sobre un fondo de estrellas fijas en fotografías sucesivas o las líneas en imágenes del cielo nocturno de larga exposición son los candidatos ideales. Nomen explicó que desde Mallorca, y en fuerte competición con sus colegas de otros países, han descubierto ya 75 asteroides y han hecho el seguimiento de 1.200.
Milani señaló que la NASA pretende localizar, en 2008, el 90% de los asteroides cercanos a la Tierra mayores de un kilómetro; 10 años después puede alcanzarse la misma cobertura con rocas de 300 metros y hacia 2020, las de 140 metros.
El especialista italiano defendió la puesta en marcha efectiva y cuanto antes de la misión Don Quijote. Éste sería un primer paso imprescindible para montar un sistema internacional de respuesta rápida para disparar un proyectil certero a un asteroide peligroso para la Tierra y apartarlo.
Juan L. Cano, jefe del proyecto Don Quijote, mostró una viñeta de Ettore Perozzi en la que un dinosaurio explica que "la frecuencia de un impacto que aniquile a los dinosaurios es de uno en 100 millones de años", y otro contesta: "¿Entonces, por qué preocuparse?".
Precisión de 10 metros
"El objetivo de la misión Don Quijote es hacer un impacto en un asteroide de 500 metros de diámetro, con un proyectil de 500 kilogramos, a una velocidad de 10 kilómetros por segundo, con una precisión de 10 metros, y desviar la trayectoria de la roca al menos 100 metros", explicó Miguel Belló Mora, director de la empresa espacial española Deimos y padre de la idea de esta misión europea para mitigar el riesgo de asteroides, como la define la ESA. Además, tanto el impacto como la desviación de la trayectoria del asteroide serían observadas y medidas de cerca con la otra mitad de Don Quijote, la sonda automática bautizada Sancho, que se pondría en órbita de la roca para estudiarla antes de la llegada del proyectil, y luego analizaría su efecto. Los expertos destacaron en la reunión de EADS-CASA la faceta científica de la misión, que proporcionaría datos esenciales sobre la composición, forma, masa, estructura y otras propiedades del asteroide a desviar. Aunque en el diseño inicial se contaba con lanzar desde la Tierra a la vez, en el mismo cohete, el proyectil y la sonda de observación, la ESA se inclina por hacerlo por separado y sólo enviar el primero cuando el segundo esté ya en órbita del asteroide.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.