La ruta española del 'hawala'
Al Qaeda penetra en la red secreta de 200 paquistaníes que desde locutorios y carnicerías mueven sin ningún control los ahorros de más de 100.000 inmigrantes musulmanes
Ahmed Rukhsar, de 40 años, vendía leche de vaca en Gujrat, una provincia de 500.000 habitantes en la zona del Punjab al noroeste de Pakistán. No sabía ni leer ni escribir en urdu, su lengua natal, pero logró su sueño: emigrar a España, prosperar y comprarse un Mercedes de segunda mano. Trabajó en los viñedos de varios pueblos riojanos y vendió flores por las calles hasta convertirse en 2001 en el hawaladar (agente hawala) más activo de Logroño: en dos años 800 inmigrantes paquistaníes residentes en esa comunidad le confiaron tres millones de euros. La confianza fue la clave de su éxito.
Ahmed Rukhsar, un tipo bajito y de aspecto formal, pertenecía a la red secreta del hawala, un oscuro sistema de transferencia informal de fondos que inventaron los chinos, lo llamaban fei qian (dinero volador) y asumieron los comerciantes árabes para evitar los robos en la ruta de la seda. Una cadena oscura y vidriosa que va de Karachi a Nueva Delhi, de Kabul a Londres o de Gujtar a Logroño y en la que hombres como Rukhsar están siendo utilizados por Al Qaeda para financiar sus actividades terroristas en todo el planeta.
Khalid Sheikh Mohamed, 'cerebro' del 11-S, empleó a varios agentes 'hawala' en Logroño y Barcelona
"Nadie quiere oír hablar de los bancos. Sólo se fían del 'hundi'
"Si ganamos 1.000 euros, enviamos 500 a Pakistán. Multiplique por 50.000 y verá lo que se mueve"
Mohammad Choudry transfirió 18 millones de euros en sólo 15 meses desde un locutorio de Barcelona
Según Naciones Unidas, el 'hawala' mueve más de 200.000 millones de dólares al año
Entre un 25% y un 50% de las transacciones en Oriente Próximo son opacas
Desde España fluyen como mínimo más de 300 millones de euros al año
Khalid Sheikh Mohamed (KSM), cerebro del 11-S y ex jefe de operaciones de Al Qaeda, detenido en Pakistán y preso en Guantánamo (Cuba), empleó la ruta española del hawala. Sus declaraciones a la CIA han arrojado algo de luz sobre algunos de los hawaladar que colaboran con Al Qaeda desde España. Entre ellos está este campesino paquistaní al que sus amigos definen como un hombre "bueno y honesto".
La red de hawala en España la forman alrededor de 200 paquistaníes y mueve los ahorros de unos 100.000 musulmanes: sirios, tunecinos, argelinos, turcos, indios y, sobre todo, paquistaníes que envían el dinero a sus familias en diversas partes del mundo. Unas transacciones millonarias de las que no queda rastro: en el hawala los libros de contabilidad se destruyen y el secreto es el mejor gancho.
Los hawaladares tienen oficinas ilegales en las ciudades donde está más arraigada la comunidad paquistaní: Barcelona, Tarragona, Lleida, Valencia, Madrid, Logroño, León, Jaén y Almería, según los responsables de los servicios de inteligencia que reconocen saber "muy poco" sobre esta gigantesca cadena de agentes que sólo necesitan de una dirección y un teléfono para transferir billones de dólares por todo el planeta.
"La cadena española ha servido para financiar atentados. Pero lo peor es lo que no sabemos, porque de este mundo aquí no conocemos casi nada", reconoce un responsable de la Unidad Central de Inteligencia de la policía. Abdelaziz Buteflika, presidente de Argelia, aseguró este año en la cumbre antiterrorista de Riad (Arabia Saudí) que la única forma de terminar con la financiación del terrorismo yihadista es acabar con el sistema hawala. "Indira Gandhi, ex presidenta de la India, lo intentó, pero fracasó, porque es más barato y rápido que los bancos", recuerda la economista Loreta Napoleoni.
El locutorio New Lagpal, en la calle del Horno, de Logroño, a 200 metros de la comisaría de policía, acoge en 70 metros cuadrados una tienda de alimentación, seis cabinas telefónicas, tres ordenadores conectados a Internet y un viejo frigorífico, además de la diminuta mesa en la que el paquistaní Rukhsar y sus dos ayudantes recibían a sus confiados clientes. El hawaladar recogía el dinero, anotaba el nombre, el teléfono y la dirección de las personas a las que se debía entregar en Gujtar y otras ciudades de Pakistán.
Cuando las peticiones alcanzaban los 100.000 euros enviaba un fax a la oficina de su jefe en Dinge y éste adelantaba el dinero. Jóvenes con bicis, motocicletas y coches de una empresa "muy grande", en palabras de Rukhsar, llamada Dollar List entregaban los pagos a domicilio por el Punjab. El antiguo lechero envió en un solo mes más de 600.000 euros a dos oficinas en Dinge y Lahore. Una de ellas se denominaba Yihad Currency Exchange.
¿ A cambio de qué se adelantaba allí el dinero que los inmigrantes confiaban en el locutorio de Logroño? Por cada 1.000 euros, Rukhsar cobraba a sus clientes 20 de comisión, que se repartía con su jefe en Pakistán, Habib Uddin, El Cojo, un ex veterano en la guerra de Afganistán que perdió un ojo y una pierna luchando contra los rusos, según aseguran personas próximas al agente hawala.
Después de haber adelantado el dinero, El Cojo enviaba a Rukhsar un fax con la orden de que pagara por compensación los 100.000 euros a diversas cuentas corrientes de personas o sociedades en distintas partes de Europa o EE UU, comerciantes musulmanes en Alemania, Francia, Holanda, Bélgica, Italia o el Reino Unido. El hawaladar de Logroño hacía los pagos a ciegas desde sus propias cuentas en una oficina de La Caixa en esa ciudad. "Como es analfabeto, le tenía que acompañar una persona al banco para rellenar la transferencia", asegura Gerardo Rubio, su abogado.
El hombre de la pata de palo y el parche en el ojo es uno de los 1.500 hawaladar conocidos en Pakistán, un país en el que se cree que se refugia Bin Laden y donde se mueven al año 5.000 millones de dólares por esta sinuosa vía que los paquistaníes denominan hundi. Un estudio de Sam Vaknin, Analysis: Hawala, the bank that never was, asegura que en 1990 había 1.100 agentes hawala en ese país, pero la cifra, según fuentes de los servicios de inteligencia, ha aumentado gracias a la creciente oleada de inmigrantes. Bajo la presión internacional, Pakistán y Emiratos Árabes Unidos han adoptado algunas medidas para regular el sector informal de envío de divisas, pero centenares de tipos como El Cojo siguen trabajando a sus anchas.
El hawala aumenta o disminuye en función de la inmigración. Se disparó en los años setenta, ochenta y noventa. Empujado por una de esas olas llegó el campesino Rukhsar. Y aparecieron con toda naturalidad otros agentes que operan en carnicerías, locutorios, videoclubes o tiendas de alimentación de numerosas ciudades españolas. Tipos como Mohamed Afzal, Mohamed Ansar, Abid, Tazim, Yousef Toqueer, Zia Ullah, entre otros muchos agentes, según distintos testimonios de la propia comunidad paquistaní.
De los 35 locutorios que hay en Logroño, 25 son de paquistaníes. "Todos han utilizado este sistema. Empezamos a trabajar en el año 1985, pero entonces había poca gente. Yo solo llegué a tener más de 2.000 clientes", reconoce Zia, uno de los agentes hawala más conocidos de Logroño, que ahora dice haberse retirado. Unos 8.000 paquistaníes, trabajadores de la construcción, viven en La Rioja.
A juicio de los investigadores, la principal estación en la ruta del hawala español está en Cataluña, la comunidad con mayor presencia de paquistaníes, unos 20.000, de los que un centenar trabajan como hawaladares desde locutorios y locales de cambio de divisas autorizados, según reconocen varios agentes consultados. El barrio de El Raval, en el centro de Barcelona, es uno de los escenarios más efervescentes de esta actividad clandestina y hasta ahora "demasiado consentida" por la autoridad monetaria, según responsables de la lucha antiterrorista.
Mohammad Choudry Aslam, de 46 años, es también natural de la ciudad paquistaní de Gujrat. Su locutorio Global Link en Barcelona, en el número 23 de la plaza de Pierre de Mandiargues, es muy parecido al de Rukhsar, aunque más pretencioso y con videoclub. Desde este local Mohammad transfirió 18 millones de euros en sólo 15 meses, según un estudio de los Mossos de Escuadra. El 60% del negocio era con Pakistán (Punjab, Islamabad y Rawalpindi) y el resto con Dubai y países de la UE. Los envíos eran de 100 a 200.000 euros y muchas veces el dinero no se movía. El paquistaní tenía licencia para cambio de divisas del Banco de España y manejaba 25 cuentas.
Mohammad es un tipo hermético y reservado. En un breve espacio de tiempo regentó una tienda de alimentación y tres locutorios en Barcelona, Santa Coloma y Badalona. Por sus manos pasaron varios millones de euros, pero vivía en un barrio obrero de esta última ciudad, en una casa propia, pero sin el más mínimo signo de confort. Cuando la policía registró la vivienda sólo encontró vídeos de culebrones paquistaníes. Vino a España sin su mujer, al igual que Rukhsar y la mayoría de los aproximadamente 50.000 ciudadanos de ese país que se han instalado aquí.
Rukshar y Mohammad se conocían, aunque se ignora si trabajaron juntos. Hoy los dos están en prisión. El primero entró en 2003 y el segundo un año y medio después. La cadena hawala de la que formaban parte sirvió supuestamente para financiar a Al Qaeda, según el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno, que indaga en la oscura red del hawala en territorio español. Un negocio que funciona las 24 horas del día y los siete días de la semana.
¿Cuál fue el papel del campesino Rukshar? Por indicación de KSM, el ex jefe de operaciones de Al Qaeda, este paquistaní recibió una llamada del suicida Nizar Nouar, el hombre que en la primavera de 2002 se lanzó al volante de un camión bomba contra una sinagoga en Yerba (Túnez) y asesinó a 22 turistas, en su mayoría franceses y alemanes. El agente hawala de Logroño transfirió 9.500 euros a la cuenta en Bancaja de Valencia de Essa Ismail Mohamed, Isa de Karachi, un paquistaní al que se acusa de financiar la compra del vehículo utilizado en ese ataque en Túnez. "No conocía a ninguno de ellos", asegura Rubio, su abogado.
En esta confusa red de pagos y entregas de dinero a ciegas se enredó también Enrique Cerdá, un empresario valenciano de 43 años que manejaba en España cuentas de Isa de Karachi, un industrial de cerámica con el que trabajaba desde hacia 20 años. Un musulmán bajito y delgado al que un verano tuvieron que hospitalizar en Cullera de un coma etílico a causa de una borrachera de whisky. Pero el paquistaní amigo íntimo de los Cerdá se transformó: "En los dos últimos años Isa era distinto. Se dejó perilla, dejó de beber y cambió de forma de vestir. Cuando venía a las ferias se metía en un cuarto de nuestra oficina, cogía una alfombrita y empezaba a rezar. Pensamos que se había hecho mayor", recuerda un familiar de Cerdá.
El empresario valenciano fue detenido por la Guardia Civil al comprobarse que recibió en su móvil seis llamadas de un hermano del terrorista de Yerba reclamándole 5.720 euros para la compra del camión bomba. Semanas antes del atentado Isa de Karachi le había enviado un fax en el que le pedía que entregara esa cantidad a un árabe que se pondría en contacto telefónico con él. La defensa de Cerdá asegura que éste no hizo el pago que le pedían. "Le juro por mi honor que no tengo nada que ver con lo que me acusan", asegura el empresario en una carta remitida desde la cárcel al presidente José Luis Rodríguez Zapatero. El fiscal Pedro Rubira pide ocho años de cárcel para él y para Rukhsar en un juicio que comienza el próximo miércoles.
Desde el locutorio en Barcelona del hawaladar Mohammad Choudry se envió dinero a Amjad Farooqi, de 32 años, el hombre de confianza de KSM. Farooqi es el responsable del secuestro y asesinato de Daniel Pearl, periodista norteamericano de The Wall Street Journal. Farooqi, natural también del Punjab, ejecutó los intentos de asesinato del presidente Pervez Musharraf en Rawalpindi, en 2003, dos ataques con coche bomba de los que el dirigente paquistaní salió ileso. En el verano de 2004, el hombre más buscado del país murió abatido a tiros por el Ejército.
Los documentos que acreditan estos pagos a la cúpula de Al Qaeda aparecieron ocultos entre un mueble y la pared del locutorio del presunto hawaladar paquistaní al que los Mossos de Escuadra definen como el jefe financiero de un grupo denominado Sunni Tehrik, asociado a Bin Laden y a cuyos miembros se les incautaron vídeos con imágenes de emblemáticos edificios de Barcelona como la torre Mapfre y planos técnicos del centro comercial Maremàgnum. "Que un empresario que se dedica al hawala esconda tan mal esos documentos no encaja", señala Ricardo Quintana, el abogado de Choudry.
Los cuatro pagos para el grupo que asesinó a Pearl los hicieron los hermanos paquistaníes Ali Gujar y Mohammad Afzaal, también detenidos. Vivían en dos casas sin muebles en el barrio de El Raval, dormían en colchones tirados en el suelo y utilizaban identidades falsas. El 8 de marzo de 2004, tres días antes del 11-M, Alí se entrevistó en Madrid con uno de los detenidos por la masacre de Atocha.
Según Naciones Unidas, el hawala mueve más de 200.000 millones de dólares al año. Jonathan M. Winer, ex ayudante del subsecretario de Estado de EE UU, afirma que entre un 25% y un 50% de las transacciones en Oriente Próximo son opacas. En países como Afganistán o Somalia las cifras se disparan y el hawala acapara casi todas las operaciones. Zia, el hawaladar de Logroño, pone un ejemplo: "Si ganamos 1.000 euros al mes mandamos 500 a la familia. Multiplique por los 50.000 paquistaníes que estamos aquí y verá que la cantidad es enorme", dice. Según este cálculo, la cifra ascendería a 300 millones de euros al año sólo entre esa comunidad. Un jefe policial añade: "La cifra es importantísima, porque hay que añadir todo lo que mueven los turcos, afganos e iraníes con el tráfico de heroína".
¿Por qué este sistema basado en la confianza está tan arraigado entre los musulmanes residentes en Europa? El paquistaní Amtiaz Ahmad, de 30 años, vigilante de seguridad, responde en una terraza del barrio madrileño de Lavapiés: "A través del BBVA mandé a la cuenta de mi tío 1.500 euros al Habib Bank de Pakistán y allí nos dijeron que no había llegado. Tardé un año en recuperarlo. La segunda vez me pasó lo mismo con La Caixa. Nadie quiere oír hablar de los bancos. Sólo se fían del hundi. Con el hundi el dinero llega".
Fida Hussein, de 40 años, presidente de una asociación paquistaní en La Rioja, lo explica así: "Los bancos paquistaníes no tienen conexión con los europeos. El hundi es rápido y barato. Donde hay paquistaníes todos trabajan así, aunque tras la detención de Rukhsar se ha frenado algo la actividad y algunos se han pasado a MoneyGram o Western Union". Saquib Tahir, de 30 años, un empresario paquistaní afincado en Barcelona, asegura que tras las detenciones "pedimos que manden el dinero legalizado, pero los que tienen mucha urgencia no hacen caso".
El ingreso en prisión del hawaladar de Logroño ha provocado la aparición de nuevos agentes que a veces no son de fiar. Asghar Saeed, de 45 años, encargado de la mezquita paquistaní en Lavapiés, es uno de los estafados: "Han salido muchos agentes nuevos y algunos han cogido el dinero y adiós. Yo mandé 800 euros y no han llegado. ¿Cómo voy a reclamar a la policía si no hay ninguna prueba?".
La policía vigila con escasos medios los centenares de locales de la ruta hawala, pero tiene poco margen de maniobra. "No tenemos elementos para acabar con el hawala. No hay normas que nos apoyen. El Banco de España debería establecer reglas, pero no quiere apretar sobre esos flujos económicos porque generaría problemas en los países pobres que viven de las remesas de sus inmigrantes", asegura un jefe policial.
Ésa es precisamente la política de los expertos del Banco Mundial. Un organismo en el que estuvo destinado José Antonio Allepuz, secretario general del Banco de España, quien también recomienda prudencia. "Ésta es una materia novedosa en la que hay que ir despacio", dice convencido. La economista Napoleoni recuerda el caso de la remesadora somalí Al Barakaat, que cerró al incluirla EE UU en la lista de asociaciones vinculadas Al Qaeda . "Esto causó un tremendo daño a muchos inmigrantes. Especialmente a los de Somalia, porque Al Barakat era el único canal que tenían para enviar dinero a sus casas", advierte.
José Antonio Aliaga, subdirector general de Inspección y Control de Movimiento de Capitales, es taxativo: "El hawala ahora es ilegal, pero es tan informal que no hay forma de perseguirlo. Si lo regulamos más se hará más clandestino. El reto está en intentar conocer esos flujos y pasarlos poco a poco de lo alegal a lo formal".
La constante aparición del hawala como medio para financiar a Al Qaeda ha movilizado a los organismos e instituciones. La UE va a aprobar un reglamento que obliga a declarar las transferencias superiores a 15.000 euros. En España la cifra era de 6.000, pero en el Reino Unido y Alemania no tienen ninguna.
Localizar los envíos a Al Qaeda en el alud de dinero negro que mueve el hawala es como buscar una aguja en un pajar. Rafakat Husein, de 35 años, un hombre que acoge en su casa de Arganda del Rey (Madrid) a los paquistaníes recién llegados, explica por qué está tan arraigado: "Cuando tus padres necesitan dinero rápido no piensas en el riesgo. Lo haces".
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