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Análisis:La situación en el Partido Popular
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los espías fantasma están dentro del PP

El Partido Popular airea desde hace varios meses una acusación sin pruebas de espías que acosan a la oposición a sueldo del Gobierno. Deben hacerlo, los dirigentes del PP, con la idea de que una mentira muchas veces repetida se pueda convertir en verdad. Deben hacerlo también con la idea de que nadie les va a descubrir en el engaño porque los periodistas, en cuyas informaciones basan su denuncia, ocultarán sus fuentes y, por tanto, el escándalo podrá engordar sin ningún peligro. Y, además, lo hacen porque siempre hay periodistas dispuestos a comprar mercancía averiada con tal de colocar un titular escandaloso en escaparates donde las mentiras no tienen prohibido el paso.

Pero por más que insistan, los casos de los que hablan -basados en conversaciones mantenidas por dirigentes cualificados del partido- sólo destapan la evidencia de que en este PP revuelto y zarandeado por la corrupción son muchas las voces que cuentan cosas.

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En el PP no necesitan de sistemas electrónicos de escuchas, como el dichoso SITEL que tanto denuncian ahora pese a que han llegado a pedir, en sede parlamentaria, que se instalen en todas las comisarías de España. Los dirigentes del PP se bastan solos para detallar a los periodistas sus conversaciones privadas sin necesidad de que nadie ajeno las escuche. Y cuando las ven publicadas en los medios de comunicación, o transcritas en reportajes televisivos como el que emitió la cadena de televisión Cuatro hace varios meses, se escandalizan y proclaman, sin avergonzarse por ello, que alguien les espía y que ese alguien puede ser el Gobierno con su poderoso aparato de escuchas llamado SITEL, un artilugio que no funciona sin autorización judicial.

A partir de ahora, cualquier información que verse sobre conversaciones mantenidas entre dirigentes del PP será motivo de escándalo porque, según la teoría que airean los dirigentes populares, esa información sólo puede tener su origen en el aparato de espionaje político que ha montado el Gobierno con la ayuda del sistema de escuchas SITEL.

Contaré aquí algún detalle, no menor, de las dos conversaciones privadas, y publicadas, que denuncian los dirigentes populares para difundir el bulo del espionaje de que son objeto.

Una de ellas se refiere a las horas de tensión que vivió el PP antes de que el Tribunal Superior de Justicia de Valencia salvara al presidente Francisco Camps de un juicio con jurado que era tanto como su condena de muerte política. Algunos dirigentes del PP contaban a los periodistas entonces que la Sala de lo Penal, formada por tres magistrados, iba a resolver a favor de Camps por dos votos a uno (cosa que ocurrió). Lo contaban 48 horas antes de que se firmase el auto judicial y se basaban en información privilegiada que supuestamente tenía Federico Trillo, el hombre encargado en el partido del caso Camps. Alguno de esos dirigentes del PP fue más lejos y llegó a contar que Trillo había hablado con un tal Montero (uno de los tres jueces que dirimieron el asunto se apellidaba así). Resulta que el tal Montero del que hablaban de oídas los dirigentes populares que suministraron la información era otro: un abogado de Madrid que trata con Trillo pero sin relación con el caso Camps. Hasta aquí el malentendido. El PP se quiso aprovechar y convirtió el error en una prueba solvente de espionaje político.

Segundo sucedido. Durante los primeros días del escándalo desatado por la trama de corrupción masiva que emponzoñaba las entrañas del PP, el secretario general del PP de Madrid, Francisco Granados, y la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, hablaron sobre la gestión del problema. En concreto analizaban qué hacer con el principal implicado del Gobierno de la Comunidad de Madrid, Alberto López Viejo, consejero de Deportes y hombre de confianza de Esperanza Aguirre.

Al jefe de Nacional de la cadena de televisión Cuatro, dirigentes del PP le detallaron esa conversación, que pasó a formar parte de un amplio reportaje sobre la trama Gürtel donde se recreaba la charla. De Cospedal se sorprendió mucho cuando la vio y aunque se le dieron en privado las explicaciones oportunas del origen puramente periodístico de esa información, se refugió en la teoría de los espías a sueldo del Gobierno. Y llegó incluso a amenazar con denuncias que, hasta donde se sabe, nunca ejecutó.

Con esta vaina lleva el PP desde agosto esperando que, a costa de repetir la doble mentira, se convierta en verdad de manera que el escándalo engorde alimentado por medios de comunicación cuyos escaparates no tienen prohibido el paso a la mentira.

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