Exiliado voluntario
En España me sentía atrapado en una sociedad demasiado protectora y en un mercado de trabajo injusto e insuficiente. En Alemania, me siento lejos de casa, pero independiente y compitiendo en un mercado justo
Vivo la precariedad desde la distancia y como un exiliado voluntario, como un afortunado que ya lo fue en la España de antes de los miedos (me resisto a utilizar la palabra crisis, por que lo que vive España no es una crisis, sino un estado de ánimo muy cercano al miedo) y que ahora sigue siéndolo, al menos en lo laboral, en el extranjero.
No sé si esta experiencia se corresponde con este reportaje, eso lo decidiréis vosotros, pero creo que también la precariedad se define por comparación, y aquí voy a mostrar un ejemplo.
Desde hace cuatro años vivo en Alemania y trabajo en Alemania, como mis coetáneos, mi cotización en la seguridad social es bastante precaria. Hice la selectividad en el año 2000, elegí estudiar LADE y Derecho, con la idea de estar preparado para el mundo de la empresa, y funcionó. Desde los 16 años trabajaba esporádicamente, ya fuese a tiempo parcial, fines de semana o en las vacaciones, esto continuó durante la universidad, a pesar de que viviendo en casa de mis padres, no necesitaba mucho dinero, tampoco esperé nunca que mis padres se hicieran cargo de mi.
El año 2003 significó un giro en mi vida. Me concedieron la beca ERAMUS y estuve un año en Berlín estudiando Derecho. Aprendí muchísimo, mejoré mi alemán, y abrí mis horizontes geográficos y culturales, fue el mejor año de mi vida. Volví para terminar la carrera y gané una beca de universitarios que me dio la oportunidad de trabajar en Caja Madrid por un año a razón de 400 euros al mes los primeros seis meses y 700 euros al mes los siguientes seis meses, siempre jornada completa. Mientras tanto terminé la universidad y completé algunos meses maratonianos donde salía de casa a las siete de la mañana para volver a las diez de la noche. Al terminar la universidad me gané un contrato indefinido en Caja Madrid, con muy buena expectativas, gracias a mi esfuerzo y un poco de suerte, era un afortunado.
Aún así, tres meses después renuncié a mi fortuna y me fui a Alemania, por razones personales, pero con la mente puesta en algo más. Cuando llegué volví a trabajar en condiciones de becario, pero duró muy poco (tres meses) hasta que conseguí un buen trabajo en un banco, a los dos años cambié y comencé a trabajar en la empresa en la que estoy ahora y en la que llevo dos años. En España, siendo un afortunado, me sentía atrapado en una sociedad demasiado protectora con los jóvenes y a su vez con un mercado de trabajo injusto e insuficiente. En Alemania, me siento lejos de casa, pero independiente y compitiendo en un mercado de trabajo justo.
Con mi historia me gustaría animar a todos a ampliar los horizontes, y a mirar para fuera, primero del barrio, después de la provincia, e incluso de país. No creo que la situación de la precariedad cambie en España en los próximos años, los vicios están demasiado arraigados y somo un país con empresas poco competitivas. No podemos esperar mucho de los políticos, así que nos toca luchar con otras armas.
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