A PROPÓSITO DE...
Selección de opiniones y comentarios recibidos por la Defensora en relación a este artículo
Estimada defensora del lector y espero que también de las lectoras de EL PAÍS:
No quisiera ser reiterativa respecto a las muchas cartas que, como decía usted en el artículo del domingo se han recibido, pero el artículo de Lynch me ha parecido tan retrógrado, con unas argumentaciones tan poco fundadas intelectualmente y con una falta de empatía hacia las mujeres tan marcada que se me hace difícil entender su publicación en un periódico progresista como es EL PAÍS. Yo he publicado artículos colectivos e individuales en su periódico y sigo pensando que es el mejor que tenemos en este país, pero creo que un artículo como el de Lynch no merece ser publicado en su periódico. Me pregunto si ese mismo texto u otro similar se hubiese publicado en The Guardian o en Le Monde. Y creo que no, porque rezuma resentimiento, falta de argumentos, mediocridad y parece haberse redactado para escandalizar.
Es un buen artículo para un periódico amarillista que quiere vender y que carece de límites éticos para lograr ese fin, pero no es un artículo para el sector progresista de nuestra sociedad. Y ahora no puedo dejar de preguntarme si este texto tiene algún significado en la línea ideológica de EL PAIS y, desde luego, quiero pensar que su periódico no va a iniciar una campaña contra el empíricamente demostrable déficit de derechos y recursos de las mujeres.
Rosa Cobo. Profesora Titular de Sociología de la Universidad de A Coruña
Directora del Máster sobre Género y Políticas de Igualdad (Universidad de A Coruña)
Sra. Defensora:
Con motivo del Día Internacional contra la Violencia de Género, su periódico publica un editorial, titulado "Lucha sin cuartel", en el que se afirma que, junto a las medidas legales y judiciales son necesarias otras medidas "como incorporar la igualdad en las aulas, sensibilizar a los ciudadanos o el fomento de valores igualitarios por parte de todos los actores sociales, incluidos los medios de comunicación". En el mismo editorial se subraya que "el menor atisbo de tolerancia hacia la violencia contra las mujeres socava los cimientos democráticos". En cualquier otro momento, celebraría que El País dedicara un editorial tan contundente a la cuestión de la violencia de género. Ahora, sin embargo, tras comprobar que este periódico no tiene empacho en publicar artículos como el tan ya comentado "Revanchismo de género", (...) y tras comprobar la poca permeabilidad a la crítica de este periódico, que ha sido incapaz de retractactarse o de reconocer el error de una publicación tan zafia y machista; ahora, digo, el editorial de El País me parece tremendamente oportunista e inverosímil. Si algo sonaba ayer en El País a políticamente correcto (en el mal sentido que utilizaba este término Bassets), era ese editorial.
Inés Campillo Poza
Apreciada Milagros,
He recibido de compañeras de Universidad y feminismo la nota de alarma sobre el artículo de E. Lynch. El tono del artículo sorprende por la ignorancia, pero sobre todo por el furor: Siempre me ha llamado la atención el nivel de agresividad con el cual argumentan quienes saben que no tienen razón. Más que el contenido de las palabras, asusta precisamente el tono de venganza que las acompaña. Creo que el catálogo de las fuentes que utiliza este señor para respaldar su odio dice ya mucho acerca del nivel de su información: desde vallas publicitarias hasta Thelma y Louise, pasando por el videoclip... Quizás debería apostar por un nivel más alto de información para poder elaborar una crítica constructiva, siempre necesaria, o dirigir su mirada a contenidos más profundos para colaborar con un verdadero proyecto de igualdad. Cualquier aportación tranquila sería mejor que su furor para paliar la inmensa carga de odio y marginación con la que hemos tenido que soportar las mujeres la vida y la profesión.
Marta Llorente Díaz. Doctora arquitecta. Profesora titular de la ETSAB, Universidad Politécnica de Catalunya.
Estimada defensora:
Hoy es 25 de noviembre y conmemoramos el Día Internacional contra la Violencia de Género, una ocasión excepcional para exigir un mayor compromiso en la lucha por la erradicación de la violencia contra las mujeres, para reclamar una firme actitud de tolerancia cero que nos permita ser capaces de detectar y rechazar cualquiera de sus formas, también las más sutiles, para de este modo anticiparnos a lo irremediable.
Por ello me dirijo a usted para trasladarle mi indignación y la del Consejo Asturiano de la Mujer (órgano que reúne a las organizaciones de mujeres, partidos políticos y sindicatos asturianos que tienen entre sus fines la igualdad efectiva entre mujeres y hombres) no sólo por el contenido del artículo de opinión "Revanchismo de Género" -éste no es más que un burdo compendio de los argumentos del postmachismo-, sino por su publicación en el diario El País y por la lamentable y decepcionante respuesta ofrecida a las lectoras y lectores que les han trasladado su malestar.
Fue peor el remedio que la enfermedad resume nuestro pensamiento al leer a su jefe de opinión el pasado domingo y al ver cómo esta semana persisten en defender lo inexcusable.
Por todo ello, en nombre del Instituto Asturiano de la Mujer y dando traslado así a la petición formulada a este organismo por el Consejo Asturiano de la Mujer en su reunión ordinaria de ayer (24 de noviembre de 2009), le comunico que, en tanto en cuanto no se produzca una rectificación acorde con la gravedad de lo ocurrido, el Instituto Asturiano de la Mujer dejará de comprar diariamente El Pais, tal y como veníamos haciendo hasta la fecha de hoy.
María Fernández Campomanes. Directora General del Instituto Asturiano de la Mujer
Estimada Defensora,
Yo si creo, en contra de los que publicaba ayer mi admirada Judith Astelarra, que EL PAÍS no debería dar espacio a voces como la de Enrique Lynch, que habla -es evidente para cualquier profesional de la psicología- desde sus traumas y fobias personales, y no desde una postura razonada de debate. Y creo que no debe, al igual que no da voz a personas que también hablan desde las vísceras sobre el terrorismo, la piratería en el Índico o la inmigración. Una de las cosas que más valoro de su periódico es que rara vez encuentro columnas o artículos que me sonrojen por su escasa calidad, por hablar desde las tripas o por caer en la anécdota. Sigo comprando y siendo asidua lectora de EL PAÍS, a pesar de su sección de anuncios de contactos -que me parece mal- precisamente por todo esto que le indico.
Lamentablemente, el artículo de Enrique Lynch es una muestra de que algunas veces y con algunos temas, olvidan la calidad de su línea editorial y dan voz a opiniones propias de bares y porterías. Si quieren, como dice Astelarra, que las propuestas y campañas sobre igualdad se debatan, háganlo: hay ya muchos varones trabajando sobre género e identidad de género que pueden aportar desde su conocimiento y experiencia. Luis Bonino, Manuel Lorente o Fernando Barragán son algunos de los profesionales e investigadores que hablan desde el conocimiento académico, desde la razón y no desde el miedo al cambio.
Ana Delso Atalaya. Madrid
Sra. Defensora del Lector:
Quiero en primer lugar felicitar a su periódico por haber publicado un artículo que se atreve, por una vez, a disentir de los postulados impuestos por el feminismo institucional. (...) Se puede estar a favor o en contra de alguna, todas, o ninguna de las ideas que el señor Lynch expone. Pero en modo alguno se puede cuestionar (como ha hecho el encolerizado colectivo feminista) su derecho a publicar unas opiniones, que no sólo son suyas sino también de muchos ciudadanos y ciudadanas que vemos, con creciente preocupación, cómo la doctrina feminista, a medida que se va instalando en el poder, se va radicalizando cada vez más. Y es que la llamada "violencia de género" (...) se ha convertido en el comodín en nombre del cual se justifican todas las campañas mediáticas y las acciones discriminatorias que el feminismo institucional está perpetrando contra los hombres.
Si bien la actuación del diario en su conjunto ha sido, en mi opinión, correcta, considero que no lo ha sido la intervención de usted en este asunto, en calidad de Defensora del Lector. Y es que, a pesar de que empieza afirmando que "la Defensora tiene poco que decir" en respuesta a las "cartas de lectores que se declaran heridos u ofendidos por el contenido de alguna columna o algún artículo", tres párrafos más adelante parece cambiar de opinión y no duda en hacerse eco de la más falaz de las opiniones vertidas por el bien orquestado colectivo feminista, que afirma que "ese artículo nunca debería haberse publicado porque constituye un alegato en el que se justifica la violencia de género".
Sin duda el artículo del señor Lynch contiene opiniones discutibles, pero afirmar que "constituye un alegato en el que se justifica la violencia de género" es una más de las tergiversaciones a las que, por desgracia, nos tiene acostumbrados el feminismo radicalizado. De nuevo se recurre aquí al comodín de la "violencia machista" para conseguir un objetivo muy claro: el de silenciar una de las poquísimas voces que se atreven a denunciar públicamente los excesos del feminismo. De este modo usted ha contribuido, con su actuación, a crear una cortina de humo que intenta ocultar, tras el fantasma de la violencia machista, el principal mensaje del artículo del señor Lynch: que buena parte de las acciones (institucionales o no) del feminismo no están inspiradas en el legítimo anhelo de igualdad, sino en el de revancha, y que ésta no es, desde luego, la manera de poner fin a la guerra de géneros.
José Antonio Aguilar Amorós
Quizás yo no entiendo mucho de lenguaje, pero creo que si se debate sobre si se debe decir negro, persona de color o afroamericano, por poner un ejemplo, estamos teniendo un debate sobre lo políticamente incorrecto o no. Si se trata de opinar que los negros o como quiera que los nombremos son inferiores a los blancos, es una barbaridad. Si alguien justifica que los etarras pongan bombas, o que las victimas de los pederastas disfrutan o incitan, no es políticamente incorrecto, es despreciable.
Ya está bien de que se califiquen determinadas opiniones sobre las mujeres como políticamente incorrectas. Estamos hablando de vidas de personas, y se las defiende o no. O se condena la violencia de ETA sin ningún tipo de pero, o se ilegalizan los partidos. ¿Por qué eso todo el mundo lo ve tan claro? (...) A lo mejor convendría plantearse desde los medios qué daría buenos resultados en la lucha contra este tipo de violencia.
Evidentemente que estas opiniones existen en la sociedad, demasiado a menudo mis alumnos me lo recuerdan. Pero yo no soy políticamente correcta y ellos muestran su opinión. Ambos tenemos opiniones, solo que la suya justifica muertes, lo mismo que el señor Lynch, y su periódico también indirectamente.
Lucrecia Aguilar
Escribo en relación al artículo de Enrique Lynch "Revanchismo de género" y la respuesta a las críticas que se han producido. Me parece una gran falta de responsabilidad publicar algo así y no entiendo que el debate se centre en sí se debía publicar o no. De hecho, a menudo leemos en la prensa artículos realmente lamentables que muestran hasta qué punto la sociedad en la que vivimos sigue siendo profundamente machista, unos artículos que las feministas muchas veces preferimos ni criticar por no darles todavía más eco. Por eso mismo, las críticas levantadas por "Revanchismo de Género" son de por sí una patente muestra de la indescriptible falta de respeto hacia las mujeres, base de toda manifestación machista y te toda agresión hacia las mujeres.
El autor hace lo que el patriarcado lleva dictando a toda la sociedad desde que el mundo es mundo, es decir, aplicar a todo una mirada androcentrista hasta el extremo de justificar la violencia de género y de ver a las víctimas de este fenómeno como las auténticas culpables. (...) El autor nos llama "necias" y alude a que una persona culta, como él, no puede justificar la violencia de género. Está equivocado, porque la violencia hacia las mujeres se da en todas las esferas sociales, entre personas cultas, analfabetas, ricas, pobres, heterosexuales, homosexuales... porque el hecho de que un hombre lea muchos libros, incluso que los escriba, no es ninguna garantía de que respete a las personas que están a su alrededor, ya sean mujeres u hombres. Me parece una vergüenza que a escasos días de celebrar el día contra la violencia hacia las mujeres nos estén diciendo que es necesario "abrir un debate" con artículos como éste, que no son una provocación sino un cúmulo de barbaridades que no vale la pena debatir porque ni siquiera generan debate, sino indignación.
Teresa García Espejo. Madrid
Estimada Defensora del Lector,
No, no temo al feminismo. No lo temo porque lo he vivido desde niño con una madre
plenamente concienciada de su valor como persona y un padre que tuvo que superar su herencia atávica machista para poder amar plenamente como persona y no como hombre, como él mismo me confesó más de una vez. Alabo el trabajo de gente que, como ellos, han hecho el esfuerzo de acompañarse mutuamente en lo que, en aquellos tiempos, era una lucha por la igualdad de oportunidades (...). He defendido en más de una discusión y desde que era bien pequeño, una postura feminista que yo mismo no entendía muy bien (el machismo se respira en el aire, más en un país como España) y me ha costado el verme reflejado en las miradas de otros hombres que, a pesar mío, no entendían que el único camino viable era el de la igualdad de las personas; en todos los sentidos. Cuando era más joven, no me importaban esas miradas de incomprensión. Volvía la cabeza a mi madre y entendía que, de alguna manera, aquello era necesario. La gente comprendería, con el tiempo, que hombres y mujeres deben trabajar en igualdad, al unísono, para llegar a ser personas iguales en derechos y obligaciones. Entonces era optimista.
Pero siento decirles que, poco a poco, mi percepción de las cosas ha cambiado. Cada año que pasa, me siento más en tierra de nadie. Hablo con multitud de buenas amigas implicadas en la lucha feminista por tradición, cultura y propia voluntad. Gente que desde muy joven ha intentado mantener la cordura y el sentido común en asuntos vergonzantes como el maltrato doméstico. Personas que están en contra de cualquier tipo de discriminación, incluida la positiva, que no quieren que sus hijas lleguen a un puesto de trabajo de relevancia por ser mujeres y tener cuota propia, sino por su propio valor personal. Mujeres que vivieron el machismo más atroz y que, por lo tanto, saben que la solución nunca es la revancha. Gente que apuesta, en definitiva, por el feminismo de la igualdad.
Cuando hablo con estas magníficas personas, siempre en voz baja y cuidando de que no le oigan otras compañeras más radicales del movimiento, me confiesan, con gesto de resignación, que el feminismo de la diferencia está ganando la partida al feminismo de la igualdad. Que cada vez se escucha más a las voces que hablan más alto y menos a las que hablan más claro. Que cada día que pasa, nos alejamos más del objetivo de la igualdad y nos acercamos más a la tan pregonada guerra de sexos que tanto parece excitar la mente de algunas personas. (...) No estoy en posición de opinar sobre si la campaña lanzada por la Secretaría General Iberoamericana contra la violencia de género es o no es revanchista. Ni siquiera soy capaz de afirmar que sea, siquiera, feminista. (...) Pero mientras hago estas reflexiones, no puedo evitar tener la inquietante sensación de que hay mujeres y hombres más preocupados por fijar las trincheras de una confrontación que consideran inevitable, que por evitarla.
(...) No dudo que la frase elegida para la campaña sea, desde el punto de vista publicitario, efectiva y en los fríos y funcionales tiempos que vivimos, puede que eso sea todo lo que importe. Ahora bien, el que sea efectiva no significa necesariamente que sea respetuosa; ni siquiera que sea feminista. Leo esa frase y no puedo evitar cierto malestar y acabo con crisis de identidad. ¿Qué "soy", entonces? ¿Un hombre machista o feminista? ¿Un hombre que piensa como una mujer? ¿Una mujer que piensa como un hombre? ¿Un hombre feminista? ¿Un feminombre? ¿Un hombrinista? Quiero pensar que sólo soy una persona, como siempre me enseñaron. Pero no sé.
Jesús Gómez
Sra. Defensora: soy Lola Bello Uber, técnica del Área de la Mujer del Ayuntamiento de Écija (Sevilla). En mi propio nombre y en el mis compañeras quiero manifestarle mi pesar, tristeza e indignación con el artículo titulado "Revanchismo de género". La violencia de género produce tanto dolor y sufrimiento a las mujeres que lo padecen y a su entorno y familias que me parece una irresponsabilidad culpar a las mujeres. Estoy segura que un artículo de similares características culpando del racismo, el terrorismo o de cualquier otra lacra social, a quienes lo padecen, no se hubiera publicado en un medio como EL PAÍS. No voy a entrar en el contenido del artículo porque ya leí su crónica de ayer "¿Quién teme al Feminismo?" y creo que hay argumentos más que suficientes. Pero quiero expresar mi indignación por este artículo y ante este medio de comunicación que amparándose en la libertad de expresión ha humillado a las mujeres de manera innoble, disculpando conductas deleznables y delictivas y que muchas personas llevamos años intentando combatir. Espero que hechos tan lamentables no se vuelvan a producir.
Lola Bello Uber. Écija (Sevilla)
Estimada señora:
Que su gestión de las quejas recibidas en relación con el artículo de Enrique Lynch haya servido para darle a este señor la oportunidad de llamarnos necias a las personas que nos hemos sentido ofendidas por su articulo es un elemento que personalmente me hace dudar de la utilidad de su figura. En segundo lugar, que el director de opinion se reafirme en la necesidad de dar voz en el debate social a quienes discuten que la igualdad entre mujeres y hombres debe ser real y efectiva, tal y como establece nuestra Constitución es, como poco, de un pésimo gusto democrático.
Por ultimo, este gesto ha dejado al menos para mí, claramente en evidencia, que no están ustedes interesados en contar entre sus lectores con personas que trabajamos a favor de la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Seguramente esta igualdad debe conducirnos a un debate social sobre las nuevas formas de relación de mujeres y hombres, pero le aseguro que sobran opiniones añorantes de un orden social que relegaba los derechos de las mujeres tras la cortina de otros supuestos beneficios sociales, tal y como hace el autor del artículo que tan necesario les ha parecido a las personas responsables de su diario.
Marisa Soleto. Directora de Fundacion Mujeres
Si lo que interesa es que surja polémica (que no reflexión, no es ético intentar vendérnoslo así), podría copiar las líneas editoriales de otros diarios, y permitir opiniones marcadamente fascistas, xenófobas y/o no contrastadas. Sólo que en ese caso su periódico lo leería otro tipo de personas, no las habituales hasta ahora de este su periódico. Pues por un tiempo uno/a se molesta en contestar, después ya deja de comprar el periódico.
Agradezco a usted el artículo del día de hoy recogiendo nuestro malestar, pero la inclusión en él de las más que desafortunadas ratificaciones en sus posiciones de los señores Bassets y Lynch, anulan en gran medida el efecto reparador de su escrito.
Ana M. González. Psicoanalista
Muy sra. mía:
Como argumentos tienen ustedes de sobra frente al desahogo del Sr. Lynch y como igualmente desde distintos ámbitos se han escuchado las voces de la sensatez, no quisiera yo abundar en esta cuestión, sino en los espacios concedidos a personas que difunden desconocimiento y desinformación sobre un delito como es la violencia de género y que frivoliza con la asociación de las cifras de las asesinadas culpando al feminismo y a las instituciones. Inaceptable, del todo inaceptable.
Recuerdo cuando hace unos años el Instituto de la Mujer concedió un premio a un reportaje maravilloso que se llamaba "En primera línea contra el maltrato", de Luz Sánchez-Mellado. Eran los comienzos del funcionamiento de la ley y Luz se sentaba horas con las que éramos entrevistadas, porque quería ser rigurosa y dar un tratamiento correcto de la información.
Con esa publicación me quedo yo, con la del rigor. Ahora que ya está todo organizado, que se ha avanzado en estos temas y que se ha ponderado la necesidad de un correcto tratamiento de la información, ahora, cuatro años después, EL PAÍS da espacio a un discurso absurdo y contrario al contenido del artículo 14 de la Constitución y de la Ley 1/2004, que puede tener una incidencia gravísima en la sociedad y en la vida de muchas víctimas. Le traslado mi preocupación y mi indignación y espero que adopten las medidas necesarias para que esto no vuelva a suceder y, la verdad, como lectora, me gustaría ver una desvinculación de la publicación de esa opinión y una reprobación de la misma.
Los medios de comunicación tienen una función en la defensa de los derechos de las personas.
Cruz Sánchez de Lara Soriano. Abogada
Como asiduo lector de EL PAÍS he leído su artículo "Quién teme al feminismo?", con el cual se puede estar más o menos en desacuerdo, en el que expresa la cantidad de llamadas y escritos contra el artículo de Erique Lynch que ha recibido por parte de lectoras y asociaciones que demuestran lo más rancio del feminismo (¿que le diferencia de machismo?), exigiendo una rectificación a su periódico, lo cual me parece totalmente inquisitorio en estos tiempos de libertad de expresión (¿y por qué no un artículo de Josu Ternera?).
La frase de la Sra. Freixa sobre mucho hombre en el periódico es esperpéntica y espero que nada de esto sirva para cercenar los artículos de opinión con diversos puntos de vista que se publican en ese diario, porque entonces no sería un periódico global ni independiente.
Julián García Pérez
Hola.
Esperé a este domingo a que se publicara un inevitable artículo sobre las cartas que iban a llegar al periódico sobre esa "opinión" de Enrique Lynch para escribir la mía, porque quería saber qué clase de justificación daban a la publicación de ese panfleto. Pero la verdad es que me ha sorprendido muy desagradablemente que lo hagan diciendo que publicar esta clase de mentiras permite animar el debate en ese tema, cuando para que haya un debate, lo primero que hay que hacer es evitar que se mezclen las falsedades e invenciones que intentan anularlo o pervertirlo. Y está muy claro que Lynch, por razones que desconozco y que casi prefiero no conocer, busca dar completamente la vuelta a este debate concreto pasando a culpar, primero a las madres, por malcriar a sus hijos, y luego al resto de las mujeres por querer enfrentarse los que las quieran avasallar.
Sinceramente, en muchos años, no había leído nada tan desagradable, falso y, lo que es peor, malintencionado, como ese "artículo", que me provocó indignación desde el primer párrafo, en que explica que los únicos hombres que puede tener una mujer en su vida son producto del adulterio, supongo que porque pensará que toda mujer de verdad estará casada y no verá a más hombres que su marido, claro, si no, es que debe ser una de esas "liberadas" que se merecen que les peguen o quizá que las violen.
Sergio Montesdeoca Moron
Sra Milagros Pérez Oliva, hoy he leído su articulo ¿Quien teme al feminismo?, y me ha sugerido lo siguiente: en primer lugar, que usted intuye que es el miedo lo que ha generado tanto "ruido", después del artículo Revanchsimo de género y contestado en artículos y cartas al director. Y yo estoy de acuerdo en que es miedo pero a algo más que al feminismo.
En segundo lugar, en mi opinion, todos los implicados en este debate se han dejado llevar por profundas emociones, como no puede ser de otra manera, pero existe la posibilidad de considerar las cosas con una, digamos, "objetividad". Y es que la violencia, sea del género que sea, es el resultado de estar atrapados en un atolladero. En este sentido, la frase "De todos los hombres que haya en mi vida ninguno será más que yo", resulta ser una comunicacion paradójica. Y esta situación es el atolladero, ya que si bien en un nivel se propone la igualdad (simetría), en otro nivel, quien pronuncia la frase define un tipo de relación y aquí está la desigualdad (asimetría): en que define la relación.
En tercer lugar, el debate debería incluir a los científicos sociales y de la salud, ya que una relación igualitaria, puede producir perplejidad, pues para serlo tiene que ser alternativamente simétrica y asimétrica. Finalmente, respecto de todas estas personas que cuestionan que el artículo se haya publicado, yo diría que quieren definir las cosas, y ello es más de lo mismo.
Un cordial saludo.
Francisco Javier Rubio Quirós. Médico-psiquiatra. Tarragona.
Señora defensora.
Me ha alegrado leer el artículo de Soledad Gallego, he leído también su columna, pero no pienso que con eso EL PAÍS haya cumplido con lo que tantas personas (lectores y lectoras) están pidiendo. No estamos ante un asunto de libertad de prensa que publica "equitativamente" una opinión y la contraria. Si el artículo dijera que son las víctimas de ETA quienes con sus provocaciones, manifestaciones y peticiones de una vida sin terror, hacen que las asesinen, seguro que ese periódico haría dimitir de su cargo a los responsables de que tal barbaridad se publicara. Pues, como supongo ustedes saben, el machismo mata y tortura muchísimas más mujeres cada año que cualquier otra organización terrorista en el mundo. Estamos, pues, ante un asunto de mucha mayor gravedad.
La supuesta "clara y combativa línea editorial en contra de la violencia machista" no me queda nada clara, y menos aún después de la publicación de un artículo semejante. La responsabilidad no es del señor Lynch sino de ustedes por haberle dado espacio y lugar, publicidad y el respaldo de un gran periódico. (....) "Antes de tomar la decisión definitiva se sometió el artículo a la lectura de varias personas de ambos géneros" comentó el señor Bassets. Creo que es lo de menos que las personas que lo lean sean hombres y mujeres. No estamos en una guerra, no es una cuestión de hombres versus mujeres. Hay muchas mujeres que por su educación o por la razón que sea comparten o aceptan el pensamiento machista tradicional que campa a sus anchas en este país. Por otro lado, hay muchos hombres que han entendido que la igualdad es el camino a seguir y han planteado una nueva masculinidad, que considera a las mujeres ciudadanas con los mismos derechos y luchan a diario por una sociedad más justa. Con lo cual, que el artículo lo hayan leído hombres y mujeres, para mí, no quiere decir nada. Más importante es saber qué hombres y qué mujeres.
"Creo que EL PAÍS puede e incluso debe publicar textos de este tipo, aunque sólo sea como incitación al debate y al pluralismo" continúa el señor Bassets. (...) No me imagino que publicasen ustedes textos de la izquierda abertzale, o de algún grupo de extrema derecha que manifestase un racismo exacerbado, con el fin de "incitar al debate y al pluralismo". Por favor, no sean demagogos. (....) Somos muchas las personas que no aceptamos esto. Que nos negamos a aceptar sus intentos de contentar a todas las partes, publicando un par de artículos y sugiriendo que éste es un debate democrático. No se engañen: no se puede hablar de democracia con un déficit de igualdad.
(...) ¿A quién defiende usted, señora Defensora? Tan sólo les pedimos coherencia, consecuencia y responsabilidad social.
Atentamente,
Violeta Gómez Warletta. Psicóloga, Máster en Sexología y especialista en Género. Cádiz.
Señora defensora del lect@r:
Cómo lectora de su periódica y colaboradora de EL PAÍS de los Estudiantes desde hace años, me siento con el derecho de recordarle que sus lector@s y suscriptor@s , buscan en la redacción de este periódico la defensa de los derechos de los ciudadan@s sin grietas.
La lucha por la igualdad viene siendo uno de esos derechos que venimos reivindicando y defendiendo desde hace mucho tiempo y desde diferentes foros, como pueden ser las aulas o las diferentes asociaciones sociales, con un trabajo arduo y no siempre fácil. Por eso, no estamos dispuestas, ni las mujeres ni muchos hombres, a que desde su redacción se dé voz a quienes defienden un discurso machista y peligrosamente justificador de una violencia de género que se ha convertido en una de las peores lacras de nuestra sociedad.
Le saluda atentamente.
Carmen Hernández Sánchez. Profesora de Filosofía y Educación Ético-Cívica.
El revuelo de indignación que ha causado el artículo "Revanchismo de género" de Enrique Lynch pone de manifiesto que efectivamente existe esa corriente revanchista. Creo que el artículo de Lynch deja muy clara su defensa de la igualdad de género, y considera a España todavía un país "vergonzantemente misógino". Tampoco culpa a las mujeres de los casos de violencia machista, ni mucho menos, pero realiza un análisis valiente de ciertas corrientes feministas que quizás perjudican más que favorecen la lucha de esta igualdad de género.
Personalmente también me llamó la atención, antes de leer el artículo de Lynch, esa frase de la campaña contra la violencia de género, que dice: "De todos los hombres que haya en mi vida ninguno será más que yo". Si nos ceñimos exclusivamente a esta frase, a mi entender no es una frase que proponga igualdad, e incluso se intuye cierto complejo de inferioridad. Al menos es la sensación que a mí me transmitió cuando la leí. Y estoy de acuerdo con Lynch en que existe una corriente feminista revanchista, de confrontación, que para nada ayuda a conseguir la meta que buscamos la mayoría de las personas de este país, hombres y mujeres, y que no es otra que la total igualdad de género.
El tema es de tal seriedad, porque está en juego la vida de muchas mujeres, que es loable plantear esta reflexión al igual que es valiente la posición de personas como Lluis Bassets. El debate y la pluralidad son la base para llegar a buen puerto. Si queremos conseguir la igualdad debemos hacerlo tanto las mujeres como los hombres, y hacerlo juntos, de la mano. Es evidente que hay un feminismo sano que lucha por esta igualdad pero es también palpable que hay otro feminismo de confrontación que quiere conseguir sus metas por el camino erróneo de menospreciar al hombre. Si todos convenimos en que aún vivimos en una sociedad machista, las estrategias para erradicarla deben ser más inteligentes y cordiales. Si en la campaña en cuestión un hombre dice "de todas la mujeres que haya en mi vida ninguna será menos que yo", ¿por qué no dicen lo mismo las mujeres?: "de todos los hombres que haya en mi vida ninguno será menos que yo". ¿O es que realmente existe un temor a la verdadera igualdad?
Juan Francisco Hidalgo Fernández, Málaga.
Estimada Señora:
No puedo por menos de expresar mi incredulidad y asombro ante el hecho de que un periódico como El País, al que se le suponen una voluntad y una orientación progresistas, publique un artículo tan parcial y ofensivo como "Revanchismo de género". Sin entrar en sus consideraciones sobre sintaxis, que demuestran una ignorancia supina de la materia, ni siquiera sobre su interpretación de una afirmación, aunque ciertamente su tergiversación cuestione seriamente su honestidad profesional, creo que no es de recibo la decisión de su periódico de dar publicidad a tal tipo de opiniones sobre un problema social extremadamente grave, que desemboca en un escandaloso número de asesinatos de mujeres de los que, torticeramente, el autor responsabiliza a las propias mujeres que son sus víctimas. Si esos asesinatos tuvieran un cariz político, no me cabe duda alguna, y seguro que tampoco a usted ni al director de su periódico, que tales afirmaciones no solo no se publicitarían bajo el espurio pretexto -en este caso- de la "libertad de expresión", sino que estarían castigadas penalmente, como lo está la justificación o la apología del terrorismo.
No voy a defender el feminismo que, lejos de revanchismo alguno, lo único que pretende es devolver la dignidad y una igualdad de oportunidades y derechos denegados secularmente a las mujeres por el simple hecho de ser mujeres, pero sí defiendo, y retomando un slogan feminista, que "lo personal es político", por lo que las afirmaciones que se vierten disfrazadas de opiniones personales son tan políticas como las que más. Es por ello por lo que considero que El País tiene más responsabilidad en el vertido de estas opiniones que el autor del artículo, sin que quepa atenuante alguno.
Atentamente
Ángeles de la Concha. Catedrática de Filología Inglesa
Dpto. de Filologías Extranjeras y sus Lingüísticas
Facultad de Filología - UNED
Estimada defensora del lector:
Afirmar como hace Enrique Lynch en su artículo "Revanchismo de género" que "si no eres más necesariamente eres menos" traduce o bien una incompetencia intelectual evidente o bien una intención manipuladora insana, especialmente al tratar un tema tan sensible como la igualdad de género en un país donde sigue habiendo unas 70 muertes de mujeres al año como es España.
Desde luego un tipo que no conoce que además del ser superior o inferior que, existe el ser igual que, no merecía que le hubieran dado la oportunidad de publicar ningún artículo en un periódico del nivel de El País. Merece más bien comenzar de nuevo su escolarización o al menos visionar de nuevo y repetidas veces el capítulo de Barrio Sésamo donde se explicaban los conceptos, mayor, menor o igual que.
Y no se le debía haber dado el acceso a una tribuna pública porque puede terminar diciendo alguna barbaridad, como la que de hecho insinúa al final de su artículo, que habitualmente los islamistas tratan de forma vergonzante a las mujeres no por una bochornosa, arbritaria y abusiva conducta de siglos de tradición innoble, sino por prevención y "temor" al resentimiento femenino. Impresionante. Por favor, en honor a la dignidad que pida perdón y se retracte el mencionado Sr Lynch.
Guillermo Romero. Ciudad Real (España)
Le adjunto algunas consideraciones sobre el contenido del artículo de Enrique Lynch, que en mi opinión destila una misoginia patológica recurriendo a los siguientes tópicos:
• -Defiende una "jerarquía elemental" de los sexos, esto es, aboga por la jerarquía sexual donde si no "eres más" necesariamente "eres menos". No parece comprender que entre "ser más" y "ser menos", a día de hoy, se encuentra la igualdad. (Párrafo 4)
• Se percibe por lo tanto en el señor Lynch una añoranza del orden antiguo, de la jerarquía sexual, dónde se establecían comportamientos diferenciados para mujeres y hombres.
• Que Lynch añora esos tiempos pasados queda probado por el recurso a los boleros, a los tangos y las rancheras como firme expresión de la sentimentalidad masculina. Entre tequila y tequila, Lynch supone que con llorar las desvergüenzas y tropelías masculinas es suficiente para obtener el perdón, aunque se llegue al "la maté, sí señor, y si vuelvo a nacer yo la vuelvo a matar..." ¡qué forma más elocuente de" llorar el amor fracasado"! ¡qué "conmovedor"! (párrafo 10)
• Su misoginia patológica le lleva a referirse a las mujeres como "hembras", "féminas", "perdularias" (y más que hay diseminadas a lo largo de todo el artículo)
• Argumentativamente, se sitúa en la prehistoria del conocimiento ya que asocia igualdad a "revanchismo de género", considerando la igualdad como "un mal que se extiende imparable por todas partes. (párrafo 9)
• Ridiculiza la ruptura de los estereotipos al ridiculizar las letras de las canciones de algunas de las cantantes de actualidad. Como decía antes prefiere el "la maté, si señor" del Preso número 9 al "qué lástima, pero adiós" de Julieta Venegas, dejando por lo tanto al descubierto su verdaderos principios morales. (párrafo 12)
• Sólo a los misóginos patológicos beneficia la confusión entre "guerra de sexos" con "igualdad". Recurriendo, por supuesto, a los tópicos vejatorios y decimonónicos sobre el feminismo. No resulta extraño que cite a Nietzsche, éste afirmaba en un aforismo "si vas con mujeres no te olvides del látigo". (párrafo 3)
• Su precariedad argumentativa le lleva a atribuir los avances en igualdad con un aumento en la tasa de actos de violencia.
• Parece defender a la hora de tratar con "machos ignorantes y brutales" el silencio de las mujeres: Si callas vives, si hablas mueres, es el mensaje implícito en su párrafo séptimo.
• Sus dos últimos párrafos son condenatorios, casi que ha lanzado una "fatua" sobre las feministas. En el penúltimo nos avisa de que si seguimos pidiendo visibilidad para las mujeres en el mundo del saber, la creatividad, la cultura, etc... se incrementaran lo asesinatos de mujeres. En el último se atribuye al feminismo, desde una posición de "caradura moral" ,la intensificación del fundamentalismo islámico.
• Por ultimo, la misoginia patológica no debería encontrar un espacio tan señalado en un periódico como El Pais.
Alicia Miyares. Filósofa. Autora de "Democracia Feminista".
En el artículo "Revanchismo de género" se deja entrever el feminismo como un mal de la sociedad actual. Cabe destacar, que el feminismo y la lucha del nuevo Ministerio no es una lucha de las mujeres contra los hombres, sino una lucha de las mujeres con los hombres contra aquellos hombres que no quieren permitir el "apoderamiento de la mujer". No se trata de restar poder al hombre, sino, de facilitar poder a la mujer en ámbitos dónde hasta ahora no ha tenido ni "voz" ni "voto".
No es que la mujer no haya tenido poder hasta ahora sino, que ha sido víctima de un pode invisible y latente en nuestra sociedad, un poder "machista" que ha dejado a la mujer en segundo plano. El feminismo (mujeres y hombres) han luchado por dar "voz" a las voces que han estado silenciadas hasta el momento.
El artículo de Enrique Lynch está lleno de las nuevas "filosofías post-machistas" que tratan de justificar las desigualdades abriendo una "guerra" contra las mujeres que no aceptan el poder patriarcal legitimado durante años.
¿Somos las "malas" por defender nuestros derechos? Esto parece, según el autor.
En fin... creo que el artículo ha sido desafortunado y echa por tierra el trabajo y la lucha de muchas mujeres por salir adelante en un mundo todavía no igualitario.
Ainoa Mateos
Después de leer el artículo "Revanchismo de género" me he quedado sin palabras. ¿Por qué presupone el autor que cuando se habla de no ser menos se dice ser más? ¿En su vocabulario no existe la palabra igual? ¿Y el adjetivo mismo? ¿Por qué algunos hombres tienen miedo de que las mujeres podamos ejercer nuestros derechos, que no son ni más ni menos que los de los hombres? En su delirio de insensatez ¿tenemos que pedir perdón por dejar que ciertos hombres ejerciten la violencia contra las mujeres? "De todos los hombres que haya en mi vida ninguno será más que yo". Y en mi vida ha habido y habrá muchos hombres (empezando por mi padre y acabando por mi hijo).
Carmen Sánchez-Contador Escudero, mujer, médica, feminista.
Apreciada Señora:
Me gustaría expresar mi opinión sobre el artículo del Sr. Lynch y sobre todo el debate generado con ocasión del mismo. Al margen de consideraciones relativas a la línea editorial de su diario y del núcleo central de la identidad del mismo, debo decir que no me gusta el artículo del señor Lynch, pero no por que piense que el contenido del artículo justifica la violencia sobre las mujeres. En la Cuba de Fidel Castro se dice que en una ciudad sitiada cualquier disidencia es traición y claro, las cárceles están llenas de disidentes. No puede aceptarse que una crítica a la forma de luchar contra la violencia contra las mujeres suponga justificar la violencia contra las mujeres o no darle importancia al problema. De hecho esa es la acusación común de las instancias oficiales contra todos aquellos que tenemos una posición crítica contra la ley integral de violencia de género. Consecuentemente la crítica inteligente y razonada brilla por su ausencia porque todo el mundo tiene miedo de que le llamen machista o traidor.
Dicho esto, vuelvo a repetir que no me gustó el artículo del Sr. Lynch. Y no me gustó porque si bien toca temas de gran importancia que generan gran cantidad de dolor y sufrimiento, lo hace en un tono frívolo, incluso cínico. Miles de hombres y mujeres sufren anualmente la violencia por parte de sus parejas y ex parejas y miles de hombres son juzgados por ello en los llamados juzgados de violencia de género. Estos tribunales, creados exclusivamente para juzgar a hombres, condenan muchas veces contando exclusivamente con la palabra de la denunciante, lo que pone en cuestión el principio de presunción de inocencia. Miles de los hombres juzgados son padres insertos en procesos de separación y divorcio y hay muchos niños implicados en estas situaciones. Estos hombres son juzgados casi siempre por actos aislados (no repetidos, no sistemáticos) pero aún así se les presume machistas maltratadores. Castigar a un padre inserto en un proceso de separación y divorcio por causar "cualquier menoscabo psicológico" a su ex pareja es convertir a todo el colectivo de padres separados en delincuentes.
Hay también que decir que nada de esto pasa cuando el maltratado es un hombre.
En fin la cosa da que pensar y no puede despacharse con un artículo como el de Lynch, que más bien parece una pincelada frívola para que no parezca que no nos atrevemos a ser críticos con las polémicas medidas del Ministerio de Igualdad. Los derechos civiles de miles de mujeres y hombres maltratados y de miles de hombres acusados de lo que todo el mundo entiende como un maltratador sin serlo, están en juego. Aunque el diario EL PAÍS tenga una clientela que no quiere ni oír hablar del asunto, tarde o temprano habrá que tratarlo: porque el principal cliente de un diario como el PAIS es, a la larga, la realidad.
Angel Cubo Mayo. Asociación de Padres de Familia Separados de Cataluña
Estimada Defensora del Lector de El País:
He tenido la suerte de leer primero el artículo de Soledad Gallego-Díaz en El País Digital, en respuesta al de Enrique Lynch "Revanchismo de género". Inmediatamente después he buscado ese otro artículo y no he podido evitar llevarme la mano a mi boca abierta al leer las 2 últimas frases: "Lo dicho, tres nuevas canciones de esta guisa y la tasa mensual de asesinatos de mujeres acabará por triplicarse. (¿No será este revanchismo resentido lo que ven venir con temor esos bárbaros islámicos...?)."
¿Qué es esto? ¿Una amenaza? Si las mujeres no escribimos canciones en las que lloremos a los hombres, ¿nos mereceremos ser asesinadas? El argumento de siempre: nosotras nos lo buscamos... ¿Esos "bárbaros islámicos" maltratan a las mujeres por culpa de ese revanchismo resentido que este señor se inventa?
(...) Suscribo palabra por palabra el artículo de Soledad Gallego-Díaz, y también el publicado en el blog de la Asociación Simone de Beauvoir, donde se dice que "Es normal que un artículo de opinión, dentro de la libertad ideológica, política y de expresión, genere debate y hasta pueda ser controvertido. Esto entra dentro de lo lógico en una sociedad democrática. Otro caso, aparte, y que no tiene nada que ver con la diversidad, es montarnos una película de ciencia ficción, como lo ha hecho Enrique Lynch, basado en una paranoia completamente personal".
No tengo mucho más que añadir, salvo que el papel de los medios de comunicación en esta sociedad es lo suficientemente importante y tiene el suficiente poder como para que se tenga mucho más cuidado en lo que se publica y lo que no, sobre todo cuando se trata de algo que se lleva por delante la vida de miles de personas cada año.
Si yo digo que creo que la violencia de género surge de un pequeño duendecillo verde que está instalado en la tercera muela de la mandíbula inferior de los hombres y que les transmite "ondas asesinas" al cerebro, ¿me publicáis un artículo? Porque no es más incoherente que lo que dice este señor... Eso sí, su opinión, por desgracia, la comparten muchos otros hombres en este planeta, por eso estamos como estamos (...) y el hecho de publicarla, los legitima a todos. ¿Cuáles son las reglas éticas y profesionales del periodismo que en teoría respeta este periódico?
Un saludo;
Rebeca Luis Púa
Estimada defensora:
No es nuevo el argumento que utiliza Enrique Lynch al hablar de "revanchismo de género". En su artículo se maneja el torticero, pero no por ello menos manido argumento, de que son las feministas las culpables de la violencia contra las mujeres. En realidad, todo movimiento con una larga tradición de lucha contra la injusticia y por una sociedad mejor podría ser recusado conforme a este razonamiento. Pretender que "la barbarie islámica" y la violencia sexista son productos de la larga tradición de la reivindicación de los derechos de las mujeres y de la igualdad entre los sexos no es más que un "revanchismo" ante lo que supone el avance en estas conquistas; y hay revanchismo aquí por parte de quien ve en ello una pérdida de privilegios.
No merecería mucho más comentarios el pobre y falaz argumentario del artículo, si no fuera porque parece inconcebible que algo así aparezca publicado en su periódico y respaldado por la autoridad que da una tribuna pública en el mismo. Por ello, quiero expresar mi más clara repulsa a que su periódico se haga eco de opiniones que, llevadas a otros terrenos de la violencia terroristas, estoy segura de que no recibirían tan buena acogida en su medio. Quienes hayan colaborado en que tan aberrante artículo reciba difusión, sin duda comparten sus también aberrantes tesis. Y esto no parece de recibo en una publicación que pretende ser defensora de los ideales que guían a una democracia real encaminada a superar toda forma de discriminación. Como mujer y como feminista lamento profundamente que se renueven alianzas de este tipo que sólo van dirigidas a mantener y perpetuar el estado de cosas en el que las mujeres permanezcan en su sitio y no pretendan subvertir el orden que mantiene la desigualdad. Pero esto, hoy por hoy, ya resulta inconcebible; y lo que cabe concluir del panfleto del señor Lynch es el conocido aserto de "ladran, luego cabalgamos".
Luisa Posada Kubissa. Feminista y Profesora titular de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid
El Sr. Lynch tiene derecho, naturalmente, a opinar libremente sobre mujeres, hombres, feminismos y cultura popular. Pero debería pararse a pensar seriamente si son las feministas las culpables de la violencia de género. En su artículo el Sr. Lynch parece justificar la actuación de los agresores de mujeres, que actuarían como respuesta a la amenaza de ciertos feminismos presuntamente revanchistas. ¿Preferiría el Sr. Lynch que nadie hubiese "removido" las aguas del patriarcado para que, de esa forma, los asesinos de mujeres no hubieran sentido la necesidad de acudir a la violencia? ¿Cree de verdad que la muerte de una mujer es simplemente una respuesta "natural" ante la presunta amenaza de tales feminismos?
Mercedes Bengoechea
Tras leer el artículo "Revanchismo" de Enrique Lynch publicado en su periódico, no puedo si no preguntarme una y mil veces cuándo van a entender algunos que existe una posibilidad alternativa a la superioridad o la sumisión que es la igualdad. De todos los hombres que ha habido y habrá en mi vida espero que ninguno pretenda ser más o menos que yo y confío en tratarles yo también con ese respeto, como a un igual.
No voy a entrar en consideraciones de las canciones que relata, aunque si tengo que decir que olvida aquellas en que se da la versión contraria y todos sabemos que hay una cantidad seguramente mayor en que las mujeres se mueren de amor (las coplas son fuente inagotable) y los hombres regalan "odio" y malas palabras a la mujer por despecho, pero sí he de decir que no entiendo cómo este escritor puede reducir las relaciones interpersonales a las de pareja, pues está claro que son muchos los hombres que pasan por nuestra vida además de nuestras posibles parejas (familiares, amigos, conocidos, compañeros, superiores, ...). Tampoco entiendo que pretenda que la frase debería redactarse en pasado "ninguno fue" en una campaña publicitaria que pretende mover a aquellos que la ven para que cambien sus actitudes en el futuro; aunque lo que definitivamente no puedo tolerar es que se justifique la violencia como se hace en el último párrafo.
Creo en la igualdad y el respeto por encima de todo y no puedo tolerar que este escritor diga "tres nuevas canciones de esta guisa y la tasa mensual de asesinatos de mujeres acabará por triplicarse", volviendo a caer en la trampa de culpar a las víctimas (y no digo ni mujer ni hombre) de lo que les ocurra... es que provocan a los "pobres" agresores. Me ofenden profundamente sus palabras.
Dejemos las inferioridades a un lado y digamos alto y claro que nadie debe creerse superior a otro ni tratarle sin respeto jamás y no frivolicemos con un tema tan grave como es éste. Claro que cualquier persona debe dejar cualquier relación destructiva, claro que no debe sentirse inferior ni superior a nadie. Habrá quién se extreme en sus expresiones y habrá quién haga daño, quién tolere o justifique la violencia, pero cuantos más digamos que la violencia nunca es el camino, que no debemos alentarla y que nada la justifica, más desaparecerán estos comportamientos. Supongo que ese sería el consejo que usted mismo daría a su hija/o, su madre o su hermano si le dijeran que de todas las personas que hay en sus vidas hay una que se cree mejor que ellos.
Laura Muñoz Penavades, Madrid
No suelo tratar de inmiscuirme en las opiniones, en contra de por lo que se ve, la lista de feministas profesionales que cita usted en su artículo, que tratan de castrar la posibilidad de expresarse de Enrique Lynch. Defender el contraste de pareceres no significa estar de acuerdo con las opiniones de este autor, ni de otros. Significa defender la propia existencia del diario. Cuando vemos cómo otros periódicos se van convirtiendo en órganos oficiales de partido, de corrientes, de movimientos, el permitir una pequeña ventana a lo políticamente incorrecto, entre tanto borreguismo unitario, no es sólo bueno, debería ser obligatorio. Yo no quiero artículos que me digan lo que debo pensar, quiero que me den opiniones sobre las que forjar la mía.
Lo que sigo sin ver es la supuesta incitación a la violencia, que permiten comparaciones tan insultantes con terroristas, con nazis. Pero claro, no le pueden acusar solamente de pensar y no pensar como ellas. Resulta curioso en este ambiente, en que tanto hombres como mujeres seamos culpables de todos los males de las relaciones, las únicas no culpables de nada, las que no son criticables, no analizables, son las organizaciones feministas. Pero todas las críticas las esperaría el autor, quizás incluso las buscó y son lícitas y defendibles. Lo que es impresentable es el ansia de censura, de no permitir opiniones contrarias; recuerda otras épocas que todos pensábamos que habíamos superado.
Miguel Ubeda de los Cobos
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