Abuela, ¿le has pedido a la Virgen por mi?
Desde que no tengo trabajo, acepto abiertamente y sin ironía la necesidad de necesitar un milagro
Ayer, cuando mi abuela regresaba de la Novena de la Catedral le pregunté si había "pedido por mi".
Ella me dijo que sí, que siempre lo hace. Yo ya lo sé, pero por preguntar no se pierde nada.
Últimamente pregunto sin parar. En tiendas y en bares. Hasta en sueños.
Por eso ayer, por primera vez en mi vida, acepté abiertamente y sin ironía la necesidad de necesitar un milagro.
Todavía recuerdo cuando empecé a estudiar fotografía, un módulo de grado superior, y me paseaba durante horas por las iglesias con mi cámara, para retratar a todas esas personas sentadas en silencio, que tendrían que convertirse en mi pasaporte para encontrar yo también mi luz especial y esa paz mística de los que no sufren espasmos ante los anuncios de telefonía móvil al recordar que el día 5 habrá que pagar la factura.
Si, desde que no tengo trabajo le tengo fobia a ciertas cosas.
También recuerdo que en mis tiempos de estudiante, un día en el que yo estaba en la puerta de la catedral con mi cámara oscura hecha con una caja de zapatos,intentando inmortalizar algo, un hombre le dio una patada pensando que era solo un cartón.
La caja salió volando pero yo corrí tras ella . Mis compañeros y yo nos reímos mucho y nadie se planteó que en un futuro no muy lejano, con treinta años,alguien volvería a darnos una patada "simbólica".
Después de un máster, años de esfuerzo ..... ahora mismo a veces no me reconozco. Pero me hago gracia.
Reírse de uno mismo es imprescindible y sobretodo: barato.
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