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Entrevista:VALENTINO ROSSI Y DANI PEDROSA | MotoGP

"No somos tan distintos"

Dos grandes del motociclismo analizan la actualidad, su lucha en la pista y su relación fuera de ella

Oriol Puigdemont

El italiano Marco Melandri es categórico cuando se le pregunta sobre Valentino Rossi. "Fui un gran amigo suyo mientras yo corría en 250cc y él en MotoGP. Luego, cuando subí de categoría y me convertí en su rival, su comportamiento conmigo cambió radicalmente", ha reconocido repetidas veces quien llegó a ser subcampeón mundial en 2005 a los mandos de una Honda. El pasado jueves, en Estoril, EL PAÍS reunió a Rossi (Urbino, Italia; 1979) y Dani Pedrosa (Sabadell, Barcelona; 1985). Estuvieron conversando media hora y confirmaron que, a pesar de ser adversarios en la pista, su relación es fantástica. Seguramente este encuentro habría sido imposible si Pedrosa estuviera en el papel actual de Jorge Lorenzo, el compañero de Il Dottore en el equipo oficial Yamaha, con quien mantiene todo un pulso de brazo fuerte por conquistar la corona de la categoría de las motos pesadas.

Pedrosa: "Siempre demuestras que te diviertes. Yo soy más frío" Rossi: "Soy más 'viva la vida'. Así exorcizo la presión para rendir al máximo"
Rossi: "Fui agresivo contigo desde el principio, como si fueras mi mayor rival" Pedrosa: "He buscado tus puntos débiles, te he analizado, pero me es difícil encontrarlos"
Rossi: "En algo eres mejor que yo: cuando te escapas. Ahí te encuentras cómodo" Pedrosa: "Me he dado cuenta de cuántas cosas has hecho por este deporte"

Valentino Rossi. ¿Qué tal las vacaciones, Dani?

Dani Pedrosa. Fui a subir el Montblanc.

V. R. ¡Es verdad! He visto las fotos. Con [Héctor] Barberá y con... ¿Cómo se llama el otro? ¿Coma?

D. P. Sí, Marc Coma, el que corre el Rally Dakar.

V. R. ¿Y cómo subisteis? ¿En helicóptero?

D. P. (Risas) No, ¡qué va! Primero cogimos un teleférico y luego un tren de cremallera hasta que llegamos a unos 2.800 metros. Después, un trekking de mil metros más. Estuvimos un día en un pequeño refugio y luego seguimos subiendo. Es brutal porque vas andando por un filo de 40 centímetros de anchura y al lado no tienes nada, el vacío. Además, tengo un poco de vértigo y... ¡ufff!

V. R. ¿Te gusta la montaña en invierno? ¿Haces esquí o snowboard?

D. P. Alguna vez, esquí de fondo.

V. R. Yo comencé con el esquí, pero ya hace diez años que me pasé al snow. Es muy parecido a ir en moto. Puedes tumbarte mucho. Los primeros días es un desastre. Siempre estás en el suelo. Después, cuando le pillas el truco, es divertidísimo.

EL PAÍS. Cuando uno les observa por separado, parecen la noche y el día. Uno es un showman, un alborotador que parece pasárselo en grande siendo el centro de la atención, mientras que al otro le ocurre todo lo contrario y le incomoda tener el foco encima. ¿Es correcta esa percepción?

D. P. Lo que pasa es que tú [a Rossi] pareces estar siempre más relajado que yo. Expresas lo mucho que te diviertes y eso te hace sentir bien. Yo soy más frío. También, cuando estoy en la pista, durante una carrera. Estoy concentrado todo el tiempo, no me distraigo.

V. R. No creo que seamos tan distintos. Seguramente sí que tenemos dos caracteres muy diferenciados, pero, en cualquier caso, son dos fórmulas para mantenerse concentrado y no sentir la presión. Yo soy más viva la vida, pero se trata de un modo de exorcizar la presión para poder rendir al máximo. Corremos juntos desde 2006 y siempre nos hemos llevado bien, aunque en la pista nos hemos dado bastante. Al principio, te tenía mucho miedo.

D. P. ¿Y ahora ya no (risas)?

V. R. No, no es eso... Lo que pasa es que llegaste a MotoGP con Honda, que entonces era la mejor moto, y venías de ganar tres Mundiales consecutivos [en 125cc y 250cc]. Yo pensé: "¡Jo, éste viene a ganarme!'. Además, desde el primer momento fuiste muy rápido con la mil. Ganaste la cuarta carrera y luchaste por el campeonato hasta el final. Fui muy agresivo contigo desde el primer momento, como si fueras el peor de mis rivales. Desde mi punto de vista, tuviste desventaja con el paso de las motos de 990cc a las de 800cc [en 2007]. Y eso que, por tu tamaño y tu peso [1,60 metros, 51 kilos], tenía que ser una ventaja porque la moto iba a ser más pequeña. Al final, ese cambio te penalizó por tu estilo de pilotaje. Tú levantas la moto y abres el acelerador muy pronto. Eso ha hecho que siempre hayas sido muy difícil de superar. Nos hemos dado mucha cera.

D. P. La verdad es que llegué a MotoGP en un momento muy bueno. Lo hice con una buena moto y tenía muchas ganas. Aquel año tú tuviste bastante mala suerte. Se te rompió la moto varias veces y otras te tiraron. Lo que más me impresiona de ti es que, a lo largo de todos estos años, en el campeonato ha habido de todo: motos de 500cc, otras de 990cc, las ochocientos... Y siempre te has mantenido, te has superado y te has adaptado a los nuevos tiempos tanto en el ámbito del pilotaje como en cuanto a la tecnología. Sigues estando ahí, aprendiendo y mejorando. Después de tanto tiempo yendo en moto, lo más normal es que uno coja vicios, se acostumbre a trabajar de una forma determinada y no pueda hacerlo de otra. Tú has sabido cambiar, adaptarte a cada momento y circunstancia. La gente te admira no sólo por lo que has ganado, sino también por lo que has hecho por el motociclismo. A nivel de seguridad, cuando comencé a ir a las comisiones y las reuniones de pilotos, me di cuenta de cuántas otras cosas habías hecho por este deporte, en cuántas cosas has involucrado a mucha gente para que investigue en algunos aspectos. Luego, pasé a tener que ganarte. Yo, como piloto, tengo que creer en mí, quiero ganar. O sea, que te admiro, pero a la vez te quiero ganar. He buscado tus puntos débiles, te he analizado, pero me ha sido difícil encontrarlos. Si tuviera que decir algo, a lo mejor me decantaría por las salidas. Pero últimamente ya sales mejor. De todas formas, tu mejor cualidad es el control que tienes de la moto. Yo puedo controlarla bien, pero en las últimas vueltas, cuando ya no hay espacio ni tiempo, ¡pum!, la metes ahí [junta sus dos manos y hace un gesto de adelantamiento].

V. R. Pues tú has mejorado mucho en las batallas cuerpo a cuerpo. Y también en la frenada. Este año frenas mucho más tarde que el pasado. Tienes una gran determinación. A veces, incluso da miedo. Y hay algo en lo que eres mejor que yo: cuando consigues escaparte, te sabes mantener más concentrado, te encuentras cómodo en esa situación e incluso puedes ir un poco más rápido. Yo, para mantenerme concentrado a tope, necesito tener a otros pilotos a mi alrededor y soy un poco más lento cuando voy solo.

EL PAÍS. ¿Es correcto pensar que Jorge Lorenzo, por ser español y formar parte del equipo Yamaha, es el único punto en común que hay entre ustedes?

D. P. Los cuatro que en estos momentos estamos delante [Rossi, Lorenzo, Pedrosa y Casey Stoner] queremos ganar a los demás. A todos los demás. Es verdad que Lorenzo es muy agresivo y muy rápido, pero tú y yo, antes de que él llegara a MotoGP, ya corríamos juntos y también estaba Stoner.

V. R. Lo que pasa es que con Lorenzo hay algo más, algo extra. Para ti, porque es español, y para mí, porque lleva la misma moto que yo. Además, años atrás, cuando llegó a 250cc, era un poquito chulito. Te mediste con él varias veces y creo que os llegasteis a tocar en una carrera, ¿no?

D. P. En Sachsenring 2005.

V. R. Luego, creo que hubo un poco de polémica con él y Alberto

[Puig, el agente de Pedrosa]. A mí me pasa lo mismo que a ti porque es mi compañero de equipo y eso le convierte en mi principal oponente. Por eso, mi rivalidad con él es un poco mayor que la que puedo tener contigo y con Casey. Jorge va muy rápido y en los próximos años planteará mucha guerra. Primero, conmigo. Eso, al menos, es lo que yo espero. Y luego, contigo y con Casey.

D. P. De cualquier forma, es una noticia fantástica que Casey esté de vuelta [Stoner, aquejado de una dolencia aún por diagnosticar, se había perdido las tres carreras anteriores]. El hecho de no saber qué le ha pasado, cuáles son las causas de los problemas físicos que ha tenido, es significativo. Si médicamente no le habían encontrado nada, debe de haber algo más; no sé qué, pero algo más. Y lo que sea que tiene o tenía se reflejaba en su organismo. Es una pena que le haya pasado eso, pero yo también he estado lesionado y es algo que nos puede pasar a todos. Son momentos que uno vive solo porque todos los demás siguen y tú te quedas. Pero son cosas de las carreras. Hay gente más afortunada y gente que lo es menos, pero son cosas por las que uno tiene que pasar alguna vez.

V. R. ¡Dios! (Rossi toca una mesa de madera). Hablar de esto entre pilotos no creo que nos traiga muy buena suerte. Pero es verdad. De hecho, creo que tu progresión se ha ralentizado debido a la cantidad de caídas que has tenido. Aunque no eres de los que más se cae... Stoner se cae más que tú. Yo me caía mucho cuando era joven y fue entonces, en esa época, cuando me hice más daño. Me caía una docena de veces al año y, obviamente, era algo que no me gustaba. Mi opinión es que uno se cae por falta de concentración o por superficialidad, cuando sales a la pista y estás despistado. Este deporte es peligroso, pero luego, con los años y la experiencia, aprendes a minimizar los riesgos.

D. P. Evidentemente, si te caes veinte veces, tienes más posibilidades de lesionarte que si te caes sólo dos. Y tú, en un año, te caes eso, dos o tres veces.

EL PAÍS. ¿Cómo hay que interpretar el cambio de hegemonía que ha habido con los años en MotoGP? Históricamente, Honda siempre se había exhibido como la mejor moto, pero desde hace unos años la Yamaha es superior.

D. P. Por mi parte, es obvio que tengo que reconocer que es una pena. Desde pequeñito, siempre había visto a Honda como la moto de referencia. Y justo entro en el equipo y, ¡plofff!, la cosa cambia. De todas formas, habéis sido vosotros los que habéis convertido a la Yamaha en lo que es ahora. Y si ha pasado eso es porque nosotros no hemos hecho las cosas tan bien.

V. R. Yo he trabajado para las dos marcas. El principal problema de Honda llegó con el cambio de reglamento al pasar de las motos de 990cc a las ochocientos. Aquella Honda fue muy extraña. Tenía que ser la moto que cambiara la historia del motociclismo y terminó por ser una equivocación. Lo mejor de Yamaha es la seguridad que siempre han demostrado tener en los consejos de sus pilotos y la humildad de creerse lo que un piloto les dice, la versión del que va encima de la moto. No sé cómo están ahora las cosas en Honda porque hace mucho que no estoy allí [desde finales de 2003], pero las relaciones personales y humanas en Yamaha son decisivas. Eso ha sido lo que ha colocado a Yamaha donde se encuentra ahora.

EL PAÍS. ¿Cómo afrontan el tramo final de la temporada? ¿Puede afectar eso al año que viene? ¿Puede tener algún tipo de consecuencia el que uno de ustedes [Rossi] pueda tener que pelear por el título hasta el final? Ese argumento es el que emplean, por ejemplo, Ferrari y McLaren en la fórmula 1.

V. R. Cada uno tiene su objetivo y el Mundial es muy largo. Las motos no cambiarán mucho el año que viene. Por eso no creo que lo que vaya a pasar de ahora al final del curso influya. Nuestra moto está mejor calibrada que la vuestra y supongo que emplearéis estas carreras para cambiar cosas, suspensiones y demás; para estar preparados con vistas al inicio de 2010. Espero que tengas una preparación distinta a la de los dos últimos años [Pedrosa no pudo completar la pretemporada por estar lesionado]. Si no trabajas en la moto durante el invierno, partes con una gran desventaja cuando comienzan las carreras.

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