El presidente de Toyota asume en EE UU toda la culpa por los fallos
Akio Toyoda sabe que el público está vigilante. Como primer paso para recuperar su confianza, el heredero del imperio automovilístico japonés Toyota asumió ayer ante el Capitolio en EE UU toda la responsabilidad por la incertidumbre creada por las anomalías técnicas, que afectan a 8,5 millones de vehículos.
Hubo disculpas y humildad por parte de Toyoda ante el ataque de los legisladores. El consejero delegado de la marca nipona prometió que hará todo lo que esté en su mano para "evitar que sucedan tragedias" como la que acabó con la vida de cuatro miembros de la familia Salyor, en un accidente en San Diego.
Tras admitir que la prisa por crecer les llevó a cometer errores y confundir prioridades, dijo que "más que nadie" quiere que los coches que llevan su nombre sean seguros. Toyoda se puso al frente del grupo en junio de 2009, tras entrar en pérdidas. Aseguró que "la seguridad está por encima de las ventas".
A su izquierda estaba el presidente para Norteamérica, Yoshimi Inaba. "Hemos comprendido que, al investigar las quejas, debemos pensar más desde la perspectiva del consumidor que la técnica", dijo. Y se comprometió a comunicarse con los reguladores y clientes de una manera más rápida y efectiva.
Inaba tuvo que lidiar con la confusión creada en la víspera por el jefe de ventas, Jim Lentz. Tras confiar en la solución aportada al problema con el pedal del acelerado, admitió que analizan otras "causas potenciales", como fallos electrónicos. EE UU investiga a otros fabricantes, para disipar dudas.
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