"El modelo económico europeo es terrible"
Su teoría sobre la importancia de las expectativas de empresas y trabajadores en el comportamiento de la inflación sustenta las decisiones de los bancos centrales. Pero la aportación del último premio Nobel de Economía es mucho más amplia. Furibundo defensor de la libertad de empresa, Edmund Phelps, de 73 años, explicó esta semana sus ideas en sendas conferencias en Sevilla, invitado por la patronal andaluza, y en Madrid, por la Fundación Rafael del Pino.
Pregunta. Ahora, ante la más mínima expectativa de que la inflación subirá más que lo previsto, los bancos centrales responden con subidas del tipo de interés. ¿Es la solución definitiva al problema de la inflación descontrolada?
"Los subsidios a la contratación de personas con bajos ingresos pueden ser efectivos para rebajar el paro"
"Cuanto más miope es una política, más le gusta a Bush. Los recortes de impuestos han sido ineficaces"
Respuesta. Los bancos centrales han dado un gran paso en la comprensión sobre cómo mantener la inflación bajo control. Y creo que uno de los principales métodos para hacerlo es vigilar estrechamente qué ocurre con las expectativas sobre inflación y reaccionar de acuerdo con eso. Pero, ¿qué ocurre si han cambiado muchas otras cosas al mismo tiempo? En ese caso, el banco central podría necesitar cambiar los tipos de interés, incluso aunque las expectativas sobre la inflación permanecieran igual. Y no sabría cuánto ha de cambiar el tipo de interés ni tan siquiera en qué sentido. Se enfrentaría entonces a un dilema sin respuesta conocida.
P. En la zona euro, el tipo de interés está en el 3,5% con una inflación del 2%. En Estados Unidos, con una inflación del 2,5%, el tipo de interés alcanza el 5,25%, ¿debe empezar a aflojar la Reserva Federal?
R. No me pagan para ser presidente del comité del mercado abierto de la Reserva Federal, ¿por qué tendría que arriesgarme a dar una contestación equivocada? No, en serio, no quiero pronunciarme. Es un trabajo difícil, son tiempos inciertos.
P. Usted defiende que la tasa de paro natural de una economía puede rebajarse con políticas estructurales, ¿en qué habría que centrarse?
R. Son cambios que pueden llevar décadas. Yo me centraría en dos cuestiones muy importantes. Una sería localizar dónde la tasa de paro es mayor. En Estados Unidos, por ejemplo, es mayor en las grandes ciudades y entre la gente de bajos ingresos. Entonces podría ser efectivo establecer programas de subsidios a la contratación de personas con bajos salarios. La segunda cosa que hacer sería asegurarse de que la economía es dinámica, que crea muchos trabajos en actividades innovadoras.
P. En muchos países occidentales hay menos paro, pero la desigualdad salarial no para de crecer.
R. Una buena manera de atacar eso son los subsidios de los que antes hablaba, ya que no sólo reducen el paro sino que también puede incrementar las rentas en el extremo inferior de la escala salarial. Pero es muy importante que la economía sea dinámica. Y las que no lo son, en algún sentido tienen suerte, porque puede dar pasos para ser más dinámicas, con mejoras en el sector financiero, reformas en el mercado laboral, rebajar la burocracia de los gobiernos...
P. Apuesta, entonces, por menos regulación.
R. No digo que la regulación no sea necesaria, la buena regulación siempre lo es. Pero no es necesario penalizar la actividad empresarial, sobre todo cuando el proyecto no va tan bien como el emprendedor esperaba y tiene que rebajar su fuerza laboral. Parece que en algunos países que eso ocurra es culpa del empresario, que el Estado debe penalizarle cuando afronta pérdidas y no puede permitirse retener una cierta mano de obra. Es muy importante tener una cultura en la que los errores se toleren, de otro modo no puede haber experimentación ni progreso.
P. En sus conferencias, advirtió del coste del Estado de bienestar para los países europeos.
R. Estoy de acuerdo con el Estado de bienestar europeo si significa el derecho a tener una pensión o una asistencia médica pública. Entiendo que hay costes altos por mantener ese modelo social, pero me parece racional y razonable conservarlo. Lo que es terrible es el modelo económico europeo, con sus restricciones a la actividad de los empresarios. En Italia, se necesitan 23 permisos para empezar un nuevo negocio, imagine la corrupción que eso puede generar. O está esa terrible tradición alemana de dar voz a los trabajadores en la dirección de la empresa, la comunidad tolera que se le quite voz al emprendedor, que se le sustituya en su papel, es una especie de miedo a la libertad de otros. Eso contrasta con la actitud de frontera norteamericana, que podría resumirse en "no me importa lo que hagas, siempre que me dejes en paz" (risas). Pero puede que también eso esté cambiando. En Nueva York teníamos a ese alcalde [Rudolph] Giuliani, que quería prohibir la concentración de grupos de más de 20 personas en Central Park o que tampoco quiso que se exhibiese en el Museo de Arte de Brooklyn las obras que no le gustaban. ¡Y este hombre puede llegar a ser presidente de los Estados Unidos!
P. En Estados Unidos hay muchos trabajadores que tienen cada vez más difícil lograr un seguro médico cuando les contrata una empresa.
R. Hay deficiencias en el sistema, sí. El progreso técnico en la medicina ha sido extraordinario, y ahora la atención sanitaria es algo muy caro. Y desde luego los trabajadores con bajos ingresos no pueden permitírsela. El problema es que los legisladores en cada Estado han regulado los programas de seguro para garantizar que el asegurado tenga derecho a los tratamientos más caros y sofisticados. De modo que el coste de los seguros es tan alto que los empresarios no pueden permitirse contratarlos. No tienen siquiera la oportunidad de ofrecer programas de seguros más básicos, que serían buenos para el 99% de la gente el 99% del tiempo. Eso no quiere decir que se deje tirada a la gente en la calle. Por ley, los hospitales deben garantizar la atención a la gente sin recursos. Pero al no tener seguros, los hospitales tienen que afrontar ese coste, y algunos han tenido que cerrar. El sistema está muy mal diseñado, está al borde del colapso.
P. ¿Cuál es su opinión sobre la política económica de George Bush, sobre su insistencia en los recortes de impuestos?
R. Cuanto más miope es una política económica, más le gusta a Bush. Durante la recesión de 2001, convenció al Congreso para sacar adelante una reducción de impuestos masiva. Cuando fue evidente que esos recortes de impuestos habían sido poco eficaces y se habían hecho sin criterio, entonces abordó un recorte de impuestos aún mayor en 2003. Justo cuando el presupuesto debía estar en superávit para permitir al Gobierno reducir la deuda pública y tener más recursos disponibles para afrontar el incremento de las pensiones y el coste sanitario de los próximos 20 años. En mi opinión, es un perfecto ejemplo de cómo Bush fue por la dirección contraria a la que se debería haber tomado.
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