La UE fuerza a Grecia a un pacto de unidad nacional para recibir ayuda
Merkel intenta convencer a la derecha helena para que apoye a Papandreu
Los líderes europeos reunidos ayer en Bruselas urgieron un pacto de "unidad nacional como prerrequisito para salir con éxito" de la crisis griega. El mensaje de los jefes de Estado y de Gobierno va dirigido a los conservadores que se oponen a las medidas de austeridad y ajuste elaboradas por el Gobierno socialista de Yorgos Papandreu, exigidas por el FMI y la UE para seguir concediendo ayudas a Grecia.
En el documento promovido por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, los líderes subrayan que "el paquete de reformas exhaustivas acordadas por la Comisión, en conexión con el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la adopción por el Parlamento griego de las leyes clave de estrategia fiscal y consolidación debe finalizarse con urgencia en los próximos días".
El texto fue analizado en una reunión previa entre Van Rompuy, la canciller alemana Ángela Merkel y el presidente francés Nicolás Sarkozy. El escueto documento de diez párrafos fue debatido y acordado posteriormente por los dirigentes de los 27 Estados miembros y el presidente del BCE, Jean Claude Trichet. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, inspiró una referencia expresa a "los sacrificios" realizados por los ciudadanos griegos, "indispensables para la recuperación económica y para contribuir a la estabilidad y bienestar futuro del país".
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, afirmó que un nuevo plan de rescate está a punto de ser aprobado, después de haber reconocido que "en 2011 las cosas se habían salido de su cauce". Las medidas de ajuste exigidas a Grecia por el FMI y Bruselas concentran la máxima atención por parte de los socios de la UE. Ese nuevo paquete de austeridad, que se votará la semana próxima en el Parlamento griego, es esencial para desencallar una ayuda a Grecia de 12.000 millones de euros y para activar un segundo plan de rescate que incluye una reestructuración suave y voluntaria de la deuda griega, que sigue en el alero.
El principal escollo se encuentra en la propia Grecia con su interminable crisis política interna. El líder de la oposición conservadora -el partido del anterior Gobierno que metió al país en el agujero fiscal-, Antonis Samaras, se desplazó a Bruselas para reunirse con sus correligionarios europeos, pero hizo caso omiso de sus recomendaciones: reiteró que votará en contra del plan de recortes de 28.000 millones pactado con la UE y el FMI, al que hay que sumar un ambicioso plan de privatizaciones de 50.000 millones. Los líderes europeos buscan un apoyo muy sustancioso para ese paquete, muy contestado en la calle porque incluye la reducción de decenas de miles de puestos de trabajo en el sector público, un tijeretazo en las pensiones y nuevas subidas de impuestos. El FMI reclama también garantías políticas y económicas para seguir adelante con los créditos a Grecia.
La canciller Merkel pidió a Samaras que la oposición griega "haga honor a su responsabilidad histórica" y contribuya a aprobar en el Parlamento el conjunto de medidas de austeridad y de privatizaciones del Ejecutivo griego. Pero el líder conservador no dio su brazo a torcer: "Me están pidiendo que apoye una medicina para alguien que está muriendo por culpa de esa misma medicina. No lo haré". Samaras propone justo lo contrario: bajar impuestos (IVA, sociedades y cotizaciones sociales) pese al agujero fiscal de Grecia. Eso, a su juicio, evitaría agravar los problemas en el mercado de trabajo, con el paro que crece a toda velocidad, y acabar con los cierres de empresas que están abandonando el país. Bruselas insiste en que no hay alternativa: no hay plan B para Grecia.
Pero de momento todo son problemas. La troika desplazada esta semana a Atenas (representantes del BCE, la Comisión Europea y el FMI) para vigilar que las reformas se ajustan a sus exigencias ha detectado un agujero de 5.500 millones de euros en el plan cuatrienal de recortes fiscales y reformas estructurales al que Grecia se ha comprometido para seguir recibiendo las ayudas comprometidas pendientes por parte de la UE y el FMI. El nuevo ministro de Finanzas griego, Evánguelos Venizelos, presentó ayer en Atenas -justo antes de viajar a Bruselas- una serie de medidas para tapar ese agujero, y aseguró que el sistema financiero de su país "será el primero en participar" en la reestructuración de deuda.
El presidente de la Comisión, Durão Barroso, ha tratado de incluir un gesto para Grecia en esta cumbre con el avance de 1.000 millones de euros de los fondos estructurales que les corresponderían durante los últimos años. Un dinero necesario para estimular una economía que ha vuelto a la recesión y que no ha conseguido enderezar su situación fiscal este año.
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