¿Quién es el próximo?
España se distancia del peligro en las últimas semanas - Un ataque a la deuda española sería un ataque al euro
La guerra fría entre los Gobiernos y los mercados financieros sigue viva. Y son los mercados quienes siguen cobrándose víctimas. Grecia, 12,5%. Irlanda, 8,9%. Portugal, 8,3%. Esos son los tres números del miedo en Europa: los de los países que se han visto obligados a solicitar ayuda a la UE y el FMI. Son los intereses que pagan por la deuda pública a 10 años: el mejor termómetro del miedo en los mercados a un impago, que los inversores se cobran con altos tipos de interés. Hay un cuarto número, 5,2%: es lo que paga España, a quien desde hace meses se señalaba como el siguiente de la lista.
Pero España, de momento, ha conseguido separarse del último incendio en los mercados, que se ha llevado por delante a Portugal. Gracias a las reformas emprendidas y a que ha conseguido salir de la crisis (pese a que la recuperación está todavía cogida con alfileres), pero gracias también a otros intangibles. España es demasiado grande para caer; demasiado grande para ser rescatada. Así que la posibilidad de un ataque sobre la deuda española sería en realidad una amenaza para el euro en su conjunto: España es la frontera entre esa guerra fría y un conflicto en toda regla contra el euro, contra el proyecto de UE.
Italia y Bélgica no están lejos de los tipos que paga la deuda española
El bono a 10 años de España tiene un interés del 5,2% ante el 8,3% portugués
Y aun así, los números -y los mantras, que en economía son tanto o más importantes que las cifras- señalan a España como la siguiente ficha del dominó de la crisis fiscal. Atenas pidió el rescate en mayo: de inmediato los mercados pusieron en la diana a Irlanda. Dublín cayó medio año después, en noviembre. Y Portugal tampoco ha podido esquivar la misma profecía autocumplida: era el siguiente de la lista y se ha visto obligado a pedir ayuda apenas cinco meses después. "Portugal se ha resistido cuanto ha podido porque es cierto que los rescates no han funcionado con Grecia e Irlanda, cuya deuda sigue notando la presión. Pero ni sus reformas han sido suficientes ni la gestión de la crisis es la más adecuada", señalaba ayer desde Washington Ángel Ubide, investigador del Peterson Institute.
El problema es que Portugal funcionaba para España como un escudo. En el corto plazo podría reanudarse la presión sobre la deuda española, aunque en las últimas semanas no ha habido ningún tipo de contagio, pese a que el rescate estaba cantado. "Los vínculos entre la economía española y la portuguesa obligan a pensar que las perspectivas para España no son independientes de lo que suceda con Portugal. Aun así, los mercados continuarán diferenciando entre pequeños y grandes países: no es previsible un contagio como en las primeras etapas de la crisis", según una nota de Barclays Capital.
"Corre el rumor de que los Estados no pueden quebrar: ese rumor no es cierto". Angela Merkel pronunció esa frase antes de que la crisis griega se fuera desparramando por toda la periferia de Europa. "Me gustaría que los mercados financieros tomaran nota: no lograrán ponernos de rodillas", aseguró en mayo del año pasado, justo después del rescate a Grecia, el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker. Palabras: la crisis no cesa, y algunos países están cada vez más cerca de la quiebra -o al menos de una reestructuración de la deuda- que anunciaba Merkel. En Portugal, los expertos explican esa situación por un estancamiento que dura ya un lustro y por la falta de reformas. En Irlanda fue una enorme burbuja inmobiliaria que se ha llevado por delante a la banca. En Grecia fue la corrupción, el engaño con las cifras del déficit. "España tienen características diferentes a esos países, pero es el siguiente en esa línea y eso es perjudicial. Italia y Bélgica tampoco están lejos. Pero el mercado ha diferenciado claramente a la economía española de las tres con más problemas en estas últimas semanas de tensión", dijo José Luis Alzola, del Observatory Group.
La clave de bóveda de Portugal fue la recaída en la recesión. "En España eso no ha ocurrido, aunque la recuperación es frágil y se puede torcer si hay nuevas sacudidas", explica Juan Ignacio Crespo, de Thomson Reuters. La crisis Libia no acaba de resolverse y el petróleo está a 120 dólares por barril. Japón amenaza la recuperación en Asia. El BCE tenía previsto subir hoy los tipos. Y España, su banca y sus mayores empresas tienen estrechos lazos con Portugal. Así que puede que esas sacudidas acaben llegando antes o después, aunque de momento lo único que hay es calma chicha. ¿La que precede a la tormenta?
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