Plumas de ganso
Jean Baptiste Colbert, estadista francés del siglo XVII, decía que el arte de la tributación consiste en desplumar al ganso para obtener la mayor cantidad de plumas con el menor número posible de graznidos. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, con sus mensajes casi siempre confusos y con frecuencia contradictorios, ha logrado un tremendo estruendo antes de arrancar una sola pluma. La insistencia de Zapatero en que serían las rentas altas las que cargasen con el grueso del esfuerzo de la subida de impuestos hizo pensar a muchos que el presidente aún sacaría un ganso, perdón, un conejo de la chistera.
Pero lo cierto es que el hecho de que la subida del tipo impositivo de las rentas de capital sea mayor (del 18% al 21%) a partir de los 6.000 euros no altera la conclusión de que serán las clases medias (mileuristas y dosmileuristas, principalmente) las que soporten el grueso de la subida fiscal, por más que el Gobierno insista en negar la evidencia. La ceremonia de la confusión ha llegado hasta el último minuto. En el Presupuesto "no se gravan más las rentas del trabajo", ha dicho la vicepresidenta primera minutos antes de que la vicepresidenta segunda anunciase la subida de impuestos para las rentas del trabajo.
Porque la deducción de los 400 euros en el Impuesto sobre las rentas de las personas Físicas que se suprime beneficiaba, básicamente, a las rentas del trabajo. Cabe opinar si el equívoco (o engaño) es más grave si es intencionado o si es fruto de la ignorancia. Pero parece claro que el Gobierno está dispuesto a insistir en el mismo.
El portavoz parlamentario del PSOE, José Antonio Alonso, aseguró hace unas semanas que la subida de impuestos "no va a afectar negativamente a las clases medias y a las rentas bajas". Pero de la subida del IVA (a aplicar a partir del 1 de julio) sólo se libran pan, leche, queso, fruta, huevos, hortalizas, los libros, periódicos, medicamentos y viviendas de protección oficial. Vaya que salvo a eremitas vegetarianos entregados a la lectura, la subida afectará a todos, tengan rentas altas o bajas. Y como ya se ha dicho, la supresión de la deducción de los 400 euros recaerá en su mayor parte en las clases medias.
En realidad, la deducción de 400 euros ha tenido el mérito de ser una medida que recibió tantas críticas o más cuando supuso una rebaja fiscal que ahora, que implica una subida de impuestos. Y es que, sin llegar a los extremos de Rajoy, que llegó a decir que era la mayor injusticia social que había visto en su vida (¿en qué mundo vive este señor?), probablemente fue un error su introducción indiscriminada y probablemente sea un error su retirada actual. Salgado dijo hace unos días que la gran mayoría de impuestos se quedarán como están. Vaya, que tras el aumento de los impuestos especiales (que quizá vuelvan a subir en plan sostenible) el Gobierno sólo ha decidido cambiar el IRPF, el IVA y, en este caso con un retoque a la baja, el de Sociedades.
Eso, sí, tranquilos, el Gobierno no va tocar los demás (¿cuáles?). En lo que dura un vuelo de Pittsburgh a Madrid, el presidente del Gobierno ha pasado de proclamar que el mayor error sería una retirada prematura de los estímulos fiscales a aprobar la mayor subida de impuestos de la Democracia. Una subida que iba a ser "limitada y/o temporal", pero que se ha convertido en récord e indefinida. Bueno, récord sobre el papel, porque también los hay que dudan de la eficacia de la medida. Solchaga, por ejemplo, lo que piensa es que el ganso está tan anémico que ha perdido ya buena parte de las plumas y que, ni siquiera provocando un graznido tras otro el Gobierno va a lograr recaudar lo que pretende. El Gobierno tampoco ha estado muy fino cuantificando la subida de impuestos. Un aumento de la presión fiscal por debajo del 1,5% del PIB. Rajoy, esta vez sí, reaccionó rápido y lo puso en cifras: "una subida de impuestos de 15.000 millones".
A lo que el presidente no replicó. Nadie del entorno del Gobierno se atrevía a contradecir la interpretación generalizada sugerida por el jefe. Ahora resulta que el Gobierno cifra la subida de impuestos en 6.500 millones de euros, pero los graznidos ya llevan tiempo resonando. A la luz de lo aprobado, las declaraciones públicas de algunos miembros del Ejecutivo han estado tan cerca del absurdo que más que a los gansos de Colbert recuerdan a cuando, en Sopa de ganso, la película de los hermanos Marx, un ministro de Libertonia reclamaba a Groucho Marx, presidente accidental, una subida de impuestos. Aún hay quienes sostienen que el cruce de declaraciones, las contradicciones entre los ministros y la dosificación de la información sobre los ajustes fiscales obedecen a una inteligente estrategia preconcebida. Lo que pasa es que la gente se empeña en no entender que bajar los impuestos es de izquierdas, pero subirlos también, que las rebajas fiscales son buenas para las familias, pero las subidas de impuestos también son para beneficiar a los trabajadores. Como diría Groucho Marx en la citada película: "Claro que lo entiendo, incluso un niño de cuatro años podría entenderlo. ¡Que traigan a un niño de cuatro años!"
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