Madero gana el pulso a Gates
El español Cecilio Madero, funcionario de Bruselas, ha capitaneado el pequeño equipo que ha derrotado al gigante informático
"Trabajador, discreto y tenaz". Así definen sus compañeros a Cecilio Madero, el funcionario español que ha capitaneado el pequeño equipo de la Comisión Europea que ha ganado el pulso a Microsoft por abuso de posición dominante. El hombre que ha sido clave en la defensa de los intereses de los ciudadanos frente al monopolio.
Ha sido la batalla jurídica y económica más importante que se ha librado en Europa. También ha sido el encuentro en que las fuerzas han sido exageradamente desiguales. El gigante informático contaba con un ejército de cientos de abogados y asesores entre los que figuraban las firmas internacionales más prestigiosas y potentes como White & Case (1.900 letrados); Morrison & Foerstser (1.000 juristas) y Jean-François Bellis entre otros.
Las huestes de la comisión se limitaban a una decena escasa de funcionarios
Para reforzar sus actividades de lobby, el gigante informático había contratado a un despacho en cada una de las 27 capitales europeas de los Estados miembros. En España el gabinete jurídico elegido fue el de Martínez Lage y Asociados. Coordinando todo ello por Brad Smith, jefe de los Asuntos Legales de Microsoft.
Por si todo esto fuera poco, la multinacional estadounidense contaba además con el apoyo del Departamento de Justicia de Estados Unidos, que es quien debería haber encarado el caso antes, y por iniciativa del presidente, George Bush, se optó por una negociación. Al final frente a Microsoft se quedó la Unión Europea sola.
Frente a toda esta poderosa maquinaria al servicio del gigante informático, las huestes de la Comisión Europea se limitaban a una decena escasa de funcionarios, los denostados burócratas de Bruselas. A la cabeza de este escuálido equipo, Cecilio Madero, 51 años, madrileño y manchego de adopción (Puebla de Almoradiel), ha sido el estratega que ha puesto a Microsoft contra las cuerdas.
Con más de 20 años de experiencia en el Departamento de Competencia, este abnegado quijote de Bruselas, ha logrado con su tesón y paciencia, infundir ánimos a sus compañeros y desbaratar las presiones del lobby más poderoso que han tenido que resistir las instituciones comunitarias.
Durante los siete años que ha durado la batalla jurídica, Madero ha sido el hombre que ha llevado discretamente sobre sus espaldas la dirección jurídica del caso con la absoluta confianza de los comisarios de Competencia, Mario Monti, que inició la causa, y ahora Neelie Kroes.
Han sido siete años con numerosos viajes a Estados Unidos, conversaciones con los abogados de todas las partes, intercambios de opiniones con las autoridades estadounidenses, y preparaciones de escritos y múltiples acciones legales y vistas que ha requerido el caso ante los jueces de Luxemburgo. Los compañeros de Cecilio Madero aseguran que el tiempo que ha tenido que quitar a sus cinco hijos ha sido la parte que peor ha llevado de esta faena.
La desigualdad de fuerzas que caracterizó desde un principio esta pugna se agudizó cuando Microsoft contrató al juez Melchior Wathelet, que había prestado sus servicios entre 1995 y 2003 en el Tribunal de Luxemburgo. Más tarde, un alto funcionario del equipo de Madero, el subdirector Henri Piffaut, pidió excedencia para pasar después a trabajar en una compañía que de alguna manera prestaba sus servicios para Microsoft. Ambas iniciativas fueron un paso en falso. En cierta medida reflejaban el ánimo de dominar el terreno de juego y no dejar espacio ni siquiera para la defensa jurídica del rival.
Este desmedido ánimo de dominio en todos los campos es lo que quizá ha perdido a la multinacional de Redmond, según se comenta en Bruselas. Aunque nadie lo dice abiertamente, en la comisión también están convencidos, y seguramente Madero más que ninguno, de que si el resultado hubiera sido adverso habrían "pulverizado a la comisión".
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