General Motors anula por sorpresa la venta de Opel a Magna
El gigante estadounidense del automóvil rompe el pacto con Magna y presentará en breve un plan de reestructuración
Vuelco inesperado con enormes consecuencias para las relaciones entre EE UU y Europa. El fabricante automovilístico estadounidense General Motors (GM) decidió anoche no desprenderse de su filial europea Opel, con una plantilla de 55.000 empleados (más de 7.000 en Figueruelas, Zaragoza, donde había pactado ya 900 despidos con los sindicatos). De esta manera, da la espalda a la propuesta que llevaba meses negociando con el fabricante de componentes canadiense Magna y su socio ruso, Sberbank, en una complicada operación a varias bandas liderada por el Ejecutivo alemán y con varios Gobiernos europeos en liza, entre ellos el español.
El gigante de Detroit dice ahora que dispone de dinero suficiente para mantener esa pieza clave en su estructura manufacturera global. En otras palabras: tras salir de una complicada suspensión de pagos -gracias fundamentalmente a las ayudas multimillonarias de la Administración de Barack Obama-, General Motors no quiere vender.
El pasado mes de septiembre, GM anunció un principio de acuerdo con Magna y el grupo Sberbank por el que vendía una participación mayoritaria, del 55%, ante sus fenomenales problemas económicos. Esa alianza fue apoyada por el Gobierno alemán, con la canciller Angela Merkel, por entonces en plena campaña electoral, como gran protagonista. Merkel se comprometió a inyectar 4.500 millones de euros en la compañía, a cambio de limitar los despidos en las fábricas germanas. Eso originó un tenso tira y afloja con los Gobiernos de otros países europeos que albergan plantas de Opel, especialmente con Londres y Madrid, e incluso con la Comisión Europea. Un conflicto que GM aprovecha ahora para dar marcha atrás.
De forma inesperada, los 13 miembros del consejo de GM decidieron ayer que el grupo quiere seguir adelante con Opel sin necesidad de vender ni trocear la compañía. Superada la suspensión de pagos, GM se encuentra con más holgura desde el punto de vista financiero, y en principio no deberá solicitar nuevas ayudas públicas al Gobierno de EE UU.
Ya en verano, su ejecutiva estudió la posibilidad de mantener Opel en su estructura ante la larga y tortuosa negociación que se adivinaba. GM temió entonces que el acuerdo con Magna no funcionara. Por eso puso sobre la mesa un plan de reestructuración alternativo, que podría contar con el apoyo de los Gobiernos británico y español. Anoche se especulaba con la posibilidad de que ese plan esté valorado en unos 3.000 millones.
Pero el gigante de EE UU rompió la baraja y cogió por sorpresa a todo el mundo: horas antes de la decisión en Detroit, el comité de Opel en Alemania pactaba con Magna un recorte de costes multimillonario, y el ministro de Industria español, Miguel Sebastián, se felicitaba por el acuerdo alcanzado hace unos días en Figueruelas. Sólo el director de GM Europa, Carl-Peter Foster, dio pistas en la tarde de ayer al calificar de "ambicioso" el cierre de la venta de Opel en noviembre.
Fritz Henderson, consejero delegado de GM, explicó que el plan de reestructuración de Opel se presentará en breve, y espera que sea aceptado tanto por Berlín como por las autoridades de países en los que la firma cuenta con fábricas. Aunque no será nada sencillo. "Somos conscientes de la complejidad de la operación, agotadora para todos los que se han involucrado en ella. Sin embargo, desde el principio nuestro objetivo ha sido garantizar la mejor solución a largo plazo para nuestros clientes, empleados, proveedores y distribuidores, que se refleja en esta decisión", aseguró Henderson.
Había otro elemento que no gustaba en Detroit, y era dejar la tecnología en manos rusas, sobre todo cuando otra gran compañía estadounidense, Chrysler, ha tenido que ser rescatada por la italiana Fiat. Precisamente ayer, GM anunció que sus ventas en EE UU crecieron un 4% en octubre, hasta las 177.600 unidades. Eso le permitió, por tercer mes consecutivo, recuperar cota de mercado, que ahora se estima en el 21% del total de vehículos vendidos en EE UU.
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