Crisis al estilo Berlusconi
Si Italia tiene una ventaja es que es un país donde todo el mundo habla y todo se publica a la velocidad del rayo. El amor al barullo supone un pequeño suplemento de estrés para los corresponsales, que muchos días vendemos a nuestros jefes una noticia a las diez de la mañana y a las tres de la tarde ya estamos llamando otra vez para matizar o dar marcha atrás. Eso pasa mucho con las declaraciones del primer ministro, Silvio Berlusconi, ese mago de la retórica que es capaz de afirmar una cosa con total rotundidad ante las cámaras de televisión para desmentirla con similar elegancia un par de horas más tarde si decide que lo dicho no ha caído tan bien como esperaba.
Viene la cosa a cuento porque la crisis, vista desde Italia, está siendo una verdadera cascada de revelaciones, noticias y desmentidos. En estas semanas, Berlusconi se ha dedicado a fondo a cabalgar el potro financiero. Ha viajado a Bruselas, a China, a Estados Unidos (ha tenido hasta tiempo para coger fuerzas en un spa de Umbría), y ha anticipado cada día respuestas, tendencias, posibles movimientos.
'Il Cavaliere' pinta un país de color de rosa que no sale en las estadísticas
¿Acaso no da Italia lo mejor de sí misma en los momentos peores?
Il Cavaliere fue el primero que habló de un posible cierre temporal de los mercados -para ser desmentido ipso facto nada menos que por la Casa Blanca, aunque luego le han secundado algunos premios Nobel-, el primero que avanzó que habrá que convocar un nuevo Bretton Woods y el primero que alertó de la entrada masiva de fondos soberanos árabes en las Bolsas europeas.
Además de eso, ha tratado de calmar el pánico con un par de frases categóricas ("la crisis no afectará a la economía real", "el dinero está más seguro en nuestros bancos que debajo el colchón") y ha ejercido incluso de broker ocasional, animando a la gente a comprar acciones de Eni y Enel "ahora que están muy por debajo de su precio real".Sin perder la sonrisa, ha llegado a reunirse de noche con su equipo económico para preparar el plan de capitalización de los bancos, para asegurar enseguida que no hará falta utilizarlo porque Italia tiene el sector más sólido de Europa.
"El Fondo Monetario ha fracasado", ha afirmado en Pekín. "Y ahora le toca al G-20".
A falta de que el tiempo dé o quite la razón al Cavaliere, quizá sea necesario recordar que la economía italiana sigue estando en el G-8 y exportando como nadie en Europa. Apenas crece desde hace 10 años, tiene la tercera deuda pública más alta del mundo, paga los impuestos más caros de Europa, luce el mayor índice de evasión fiscal de la UE (100.000 millones de euros anuales) y tiene un 20% de la economía sumergida. Pero la nave va.
Por si fuera poco, Interior calcula que la facturación de la N'drangheta, la mafia calabresa, alcanzó los 40.000 millones de euros en 2007: tres puntos del PIB. Sumando Camorra, Cosa Nostra y Sacra Corona Unita, 9 puntos.
Entretanto, la vida sigue. Un informe de Cáritas señala que hay 15 millones de personas en Italia viviendo por debajo o muy poco por encima del umbral de la pobreza, con 550 euros al mes. Según el FMI, Italia está en recesión. Perderá este año un 0,2% del PIB y medio punto el año que viene.
Pero todo eso parecen peanuts para el bel paese que pinta el Cavaliere. A su lado, Zapatero es un depresivo. Disfrutemos de esa manera pícara y optimista de ver las cosas. ¿O acaso no es verdad que Italia da lo mejor de sí misma en los peores momentos?
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