El tapado se quita la capucha
Juan José Cobo se exhibe en El Angliru, alcanza el liderato y se antoja vencedor de la Vuelta
Era Cobo. Juanjo. El Bisonte de la Pesa. El treintañero de Cabezón de la Sal que hace poco se planteaba colgar la bicicleta en la pared del garaje. El que brilló en 2008, y estaba missing desde entonces. El tapado. El que parecía que solo iba y venía por el grupo de los elegidos, suponiendo que se conformaba con el top ten. Era Cobo el elegido de El Angliru el que iba a dinamitar la carrera al viejo estilo, atacando a siete kilómetros de meta cuando la mítica montaña asturiana eleva su espinazo y propone sus rampas más duras. Era Cobo después de que todos, o muchos, lo intentaran. De lejos, tres gregarios, Champion, Geschke y Talansky. Para nada. Después, Bruseghin, Moncourié, Sastre y Daniel Martin. Para nada. Después Sastre, Barredo, Antón, de uno en uno en uno, a pecho descubierto, como el asturiano del Rabobanck, maillot abierto en canal, También Intxausti. Para nada.
El Angliru devora con una facilidad pasmosa a sus colonizadores. Era Cobo. El día de Cobo, para resolver la partida de mus que había propuesto su director Matxín en La Farrapona, el sábado, frenando a De la Fuente y apostando por la general de Cobo que también le enseñó el dorsal a Wiggins, como primer aviso. Ciertamente, Cobo tenía jugada en las manos. Ni él ni Matxín iban de farol y El Angliru era el tapete ideal para ponerlas boca arriba. "Hor dago", en euskera, significa "Ahí está", en castellano. Y ahí estaba Cobo, el cántabro de Cabezón de la Sal, empeñado en coger el último tren, el más largo, el más duro, el que te curva por El Angliru, donde la carretera agarra y las cuestas cuestan más de lo normal. Las moscas fueron cayendo como si las derritiera el calor que no hacía.
En el Alto del Cordal -allí donde se cayó Igor Antón, cuando ganó Contador en 2008- se avistaron las primeras flaquezas. Primero, Kessiakoff, que a pesar del apellido, es sueco, reculó y se quedó, Ya no se le volvió a ver Ni siquiera figura entre los 60 primeros de la general. Asturias lo borró del mapa. Lo fundió. Después, flaqueó Nibali, a pesar del magnífico trabajo de Sagan que le enfiló la subida de El Angliru por si al tiburón le daba por sentirse bien y encaminar un ataque final. Al final cedió dos minutos en un acto de autoestima.A Mollema, el escalador holandés, también le temblaron las piernas antes de tiempo. Y Purito Rodríguez, que se quedó clavado poco después de que Cobo lanzara su puñal a siete kilómetros de la meta, llegó a minuto y medio.
Aquello ya era una cosa de dos. El Bisonte sin mirar atrás, mucho tiempo sentado en el sillín, emitiendo señales de seguridad, de confianza en sí mismo y por detrás un pequeño grupo encabezado por Wiggins, Froome (su leal escudero), Poels y el renacido Denis Menchov.
Era un mano a mano desigual, mientras el pelotón se deshilachaba por las curvas de El Angliru bajo la pancarta imaginaria de Sálvese quien pueda. El trabajo de Froome era espectacular, demoledor, tirando de un Wiggins que cada centímetro de la carretera se le antojaba un mundo. La impresión que transmitían era que el fuerte llevaba al débil, que si el Sky quería buscar el éxito final quizás debería cambiar de gallo y apostar por el keniano-británico, en vez de por el inglés. Al final tuvo que hacerlo, y Froome dejó a un extenuado Wiggins, sin un aliento más, sin saliva, y marcharse para reducir la diferencia que Cobo, constante y cabezón, les iba metiendo, poco a poco, sin cambiar de marcha, como si llevara un "router" en el manillar.
Era Cobo y es el nuevo líder de la carrera. El noveno desde que el pelotón salió de Benidorm, pero en un momento determinante, cuando apenas queda la etapa que acaba en Peña Cabarga, el miércoles, y en la de Bilbao con pequeñas emboscadas. No son etapas que debieran decidir una Vuelta, pero la distancia es tan corta que cualquier despiste o cualquier bonificación voltean la clasificación el día menos pensado.Cobo, el solomillo de Matxín en el Geox, aventaja en 20 segundos a Froome y en 46 a Wiggins, los dos guerrilleros del Sky. El cuarto, Mollema, está ya a 1m 35s, una diferencia que en esta Vuelta parece sideral.
Ya es cosa de tres, pero ninguno de ellos entraba en los pronósticos. Fuglsang, que suele ser tan lacónico como concreto en sus palabras, anunciaba antes de partir hacia El Angliru, que "el favorito para ganar la Vuelta es Froome". No andaba descaminado el danés nacido en Suiza. Hoy por hoy, el favorito es Cobo, porque el primero siempre es el que está más cerca de ganar. Pero, probablemente, el Sky cambie de táctica y conceda los galones a Froome. Sin duda es el más fuerte de la escuadra y quizás sea un desperdicio gastar sus fuerzas en auxilio de Wiggins, muy tocado, menos resolutivo. A fin de cuentas, en una Vuelta de meritorios, Froome no desentona en absoluto.
Pero de momento es Cobo. Era Cobo el encargado de liderar la revolución y convertir al Geox en el baluarte de la Vuelta, en el dinamitero, precisamente al paso por tierra de minas. Era Cobo, el artificiero.
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