Tres finales del '10' Bochini
Es el mes del vértigo. Todo, lo de España y lo de Europa, se decide en unas semanas. Cada minuto parece el último: es la época de las finales. Cuando la emoción le bloquee el estómago o se le suba a la garganta, recuerde a Ricardo Bochini. Fue un futbolista mágico y protagonizó tres apoteosis, tres momentos de extraordinaria carga emotiva.
Bochini (Zárate, Buenos Aires; 1954) fue el gran ídolo de Maradona y el mejor 10 argentino de todos los tiempos, El Pelusa al margen. Jugó siempre en el Independiente de Avellaneda, con el que en más de mil partidos consiguió, atención, cuatro Ligas, cuatro Libertadores, tres Interamericanas y dos Intercontinentales. Con Bochini, Independiente alcanzó la categoría de mejor equipo del mundo.
Su primera apoteosis, el 25 de enero de 1978, coincidió con el día en que cumplía 24 años. Argentina sufría una dictadura militar tan cruel como grotesca y en la provincia de Córdoba mandaba el general Menéndez, fanático seguidor de Talleres. La final del campeonato la jugaban precisamente Talleres e Independiente. La ida, en Avellaneda, concluyó 1-1. A Talleres le bastaba un empate sin goles en casa. Independiente marcó y puso las cosas difíciles a Talleres, pero el general Menéndez se había encargado de que el árbitro supiera hacia dónde pitar. En la segunda parte, inventó un penalti contra Independiente y dio por bueno un gol de Talleres marcado con la mano. Aprovechó las protestas para expulsar a tres futbolistas de Independiente, que afrontó los últimos 15 minutos con ocho y un gol por debajo.
Ni el árbitro pudo evitar que en el minuto 38, con el encuentro enloquecido, Bochini, tras una pared sensacional con Biondi, colara el balón justo por debajo del larguero. Independiente fue campeón por el valor doble de los goles en campo contrario. El gol de El Bocha aún se celebra.
La segunda apoteosis llegó en 1986, durante el Mundial de México. Bochini tuvo muy mala suerte con su selección. Sólo vistó la albiceleste en 11 ocasiones. En 1978, una serie de lesiones y el peculiar carácter de Menotti le dejaron fuera de la convocatoria mundialista. Lo mismo ocurrió en 1982. En 1986, ya con 32 años, Maradona exigió que su ídolo fuera convocado. Y Bilardo dejó que Bochini jugara los últimos cinco minutos contra Bélgica. Cuando El Bocha saltó al césped, El Pelusa le rindió honores. Hay dos versiones de la frase con que le dio la bienvenida. Según una, Maradona dijo: "Dibuje, maestro". Según otra, Maradona dijo: "Pase, maestro; estábamos esperándole". Ése fue el final de la carrera internacional de Bochini, que en 1976 marcó a Peñarol un gol muy parecido al célebre gol que Maradona marcó a Inglaterra.
Falta una tercera apoteosis, más íntima. Bochini se retiró en 1991. El 25 de febrero de 2007, sin embargo, volvió al fútbol oficial. Con 53 años, Bochini se alineó con Barracas Bolívar, de la Quinta División, que luce la misma camiseta roja que Independiente, y jugó toda la primera parte. Las crónicas dicen que hizo un sombrero perfecto al defensa que le marcaba y que trazó varios pases de los suyos. Barracas ganó, por supuesto.
Una de las calles de Avellaneda, junto al estadio, lleva hoy el nombre de Ricardo Enrique Bochini, el tipo de los finales memorables.
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