¿Suerte o mala suerte?
¿Conocen el relato taoísta de El cuento del caballo perdido del sabio anciano? Para los que no lo encuentren entre sus archivos, lo resumiré en que, tras una suerte de vicisitudes y aventuras, el joven Siyu (significa "Conocer el mundo") comprende que lo que parecía buena suerte quizá era mala suerte y lo que parecía mala suerte acaso no lo era, tal y como se encargaba de recordarle su padre, Song Yang ("Relajación y luz"). Lo releí hace unos días y este pasado sábado, cuando regresaba de ver el choque entre el Athletic y el Barça, pensaba que sería una lectura útil para Pep Guardiola. No es que quiera convertirme en consejero literario de Pep, que para eso está rodeado de cualificados asesores, pero cada vez que recordaba el cúmulo de circunstancias que habían rodeado a la plantilla barcelonista en los últimos días me venía a la mente eso de ¡qué mala suerte! Ya saben, bajas por el retraso en la recuperación, la gripe A en el vestuario, las molestias de Messi... Hasta la alegría por la clasificación de Francia se veía velada por la cuestión de la mano de Henry. Mira que podía haber sido otro el jugador francés que estuviera en medio de la polémica. Pues no, la semana estaba de pleno culé y el billete premiado le tocó al capitán de los bleus.
Uno se pregunta si esto que se le acerca al Barça en el horizonte es una amenaza o una oportunidad
Si atendemos a la respuesta del entrenador azulgrana, veremos que se ha alejado de las excusas y se ha centrado en los problemas. Con la idea de que cada momento es un espacio de oportunidad para extender el hilo de la coherencia competitiva que han mantenido a lo largo de los últimos meses, tanto en los más gozosos como en los más complejos. Es cierto también que en el entorno se respira cierto aire de tono oscuro que recuerda los tiempos del victimismo y de que no enviamos a nuestros barcos a luchar contra los elementos. Y uno se pregunta si esto que se le acerca al Barça en el horizonte es una amenaza o una oportunidad. Seguro que ya les han contado en alguna charla o curso o artículo que la palabra "crisis" en chino está formada por dos ideogramas que significan exactamente esos dos conceptos, amenaza y oportunidad. Y, si hoy fuese el martes de la semana que viene y supiéramos los resultados de los encuentros ante el Inter y el Real Madrid, nos encargaríamos de hacer el correspondiente análisis, partiendo del resultado final. Vamos, como en todas las crisis que en el mundo han sido, que son analizadas a posteriori haciendo encajar las piezas que a cada uno le interesan.
Pero estamos a 24 de noviembre y el reto comienza esta noche, a los 20.45, con un encuentro de la máxima exigencia ante uno de los rivales más complejos que le podían tocar al Barça y a su forma de entender el juego. Y ésa es en sí misma la gracia que tiene el asunto, ya que, al igual que decía Mallory que las montañas se suben porque están ahí, estos grandes retos se afrontan desde la misma perspectiva. Porque nos ponen a prueba, porque nos retan, porque sacan de nosotros por una parte nuestros miedos, por otra nuestras fortalezas. Miedos, porque uno conoce el alcance de la aventura y, además, ya ha experimentado en alguna ocasión el dolor de la cumbre no alcanzada y sus efectos secundarios. Fortalezas, porque sabemos que hemos sido capaces de superar otras dificultades, sabemos de las capacidades de nuestros compañeros y de las propias e intuimos la hermosa vista que se divisa desde lo alto de este Everest que ahora nos mira desafiante.
Y hay que estar a la altura de la exigencia.
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