Maestro Riquelme
El as castigado por el Villarreal da el triunfo a Argentina sobre Chile
Distinto como es, no sujeto a los tópicos, Riquelme levantó anoche el estadio Monumental de Buenos Aires con dos golazos de falta directa. No le faltó ni ritmo, ni precisión ni velocidad. Todo eso que dan los partidos de los que carece por su ostracismo en el Villarreal por sus desavenencias con el presidente, Fernando Roig. Riquelme volvió a la albiceleste y silenció con dos disparos magistrales a los críticos que no entendían cómo el seleccionador, Alfio Basile, había convocado a un jugador al que sólo se le permite entrenarse en su equipo. Está totalmente inactivo. No disputa ni los amistosos. Aun así, su actuación encauzó una victoria (2-0) muy cómoda de Argentina sobre la nueva Chile del ex seleccionador argentino Marcelo Bielsa en la primera jornada de la clasificación suramericana para el Mundial de Suráfrica 2010.
Bielsa lo sabía y lo temía. Por eso mandó que, en cada falta en contra al borde del área, un pelotón de defensores protegiera a su portero, Bravo. Fue inútil. Ante una nube de cabezas, Riquelme eligió el palo que, teóricamente, defendía el portero, pero el golpeo fue tan potente y ajustado a la escuadra que Bravo ni siquiera movió un músculo. El gol liquidó a un espumoso Chile, que se hundió definitivamente cuando, justo antes del descanso, Riquelme repitió la operación desde el lado contrario.
Se desató Riquelme, recuperó el nivel de la pasada Copa América -Argentina perdió la final ante Brasil- y se asoció a menudo con Messi. El extremo del Barça exhibió la electricidad de su regate y fue saludado entusiastamente por la hinchada del River Plate. Al grito de "¡olé, olé, olé!" se festejó el festival de pases de una Argentina en la que Gago, Agüero y Saviola sólo entraron en el último tramo, tal es su potencial. Y tal es la categoría de Riquelme, que ha disparado de nuevo su cotización. Y, puesto que en el Villarreal no hay marcha atrás, la solución más plausible para él sería salir dentro de dos meses de El Madrigal. Para no desperdiciar tanto talento.
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