"Inglaterra es mi hábitat natural"
Mourinho recalca su idea de regresar a la 'Premier' y rechaza que el partido de Liga ante el Barça pueda influir en la final de Copa
La escalera mecánica que sube hasta la boca del metro de la estación de Seven Sisters, en Tottenham, se llenó de madridistas que se dirigían al campo entonando cánticos. Al escucharlos, los hinchas del equipo del barrio comenzaron a canturrear una melodía de dos notas, dos sílabas, evocadoras del ídolo enemigo: "Meeeesssseeeeee, Meeeeesssseeee...". La reacción de los españoles fue airada: "¡Messi es un enano!". Más adelante, en la zona noble de White Hart Lane, unos aficionados detectaron a Osvaldo Ardiles, la leyenda del Tottenham, que subía las escaleras con una agilidad insospechada en un cincuentón gordito. Le preguntaron qué le parecía el partido que se estaba a punto de disputar y los miró con ojos vivaces, como de ardilla, mientras respondía: "Yo ya no estoy para jugar, si no, le podría echar una mano al Tottenham. En cualquier caso, este ya no es un partido importante. Partidos de verdad son los que jugarán el Madrid y el Barça a partir de este sábado. ¡Yo soy hincha del Barça!".
El clásico español flotaba en el aire primaveral de Inglaterra. Los aficionados al fútbol, en cualquier lugar del mundo, piensan en una serie de enfrentamientos que prometen épicos. En el vestuario del Madrid también piensan en lo que queda de este mes de abril en clave de clásicos. Sin embargo, el técnico, José Mourinho, quiso mostrarse indiferente al asunto cuando acabó el partido y solo le hicieron preguntas relativas al clásico. "No hablaré de los próximos partidos", zanjó, cuando le preguntaron si proyectaba poner a Pepe y a Marcelo en el medio campo, para blindarse frente al Barcelona.
"Pienso que cada partido es un partido", dijo Mourinho, con tono pastoso, como saliendo de una profunda siesta. "La forma de los equipos no es muy importante. Lo que pase en un partido no tiene ninguna influencia en lo que pase en el siguiente. Hay gente que piensa que quien gane el primero llegará mejor al segundo... Mi teoría es muy básica. Cada partido es un partido. Juegas el primero y cuando terminas el primero te preocupas por el segundo. Cuando llegue a Madrid pensaré en el fútbol de nuevo y analizaré el partido del sábado. Cuando termine el primer partido, pensaré en el segundo".
A su manera, con aire esotérico, Mourinho insinuó que es un improvisador nato. Esta declaración contradice la versión que lo señala como al entrenador más calculador del mundo. Le preguntaron si consideraba que su objetivo esta temporada podía darse por satisfactorio y sonrió. "Estoy en el fútbol desde hace mucho como para saber que la regla son los resultados", replicó. "Puedes preparar muy bien a un equipo y hacer un gran trabajo pero si no consigues resultados.... Te juzgan por los resultados. El fútbol es así. No espero otra cosa. Pero no es suficiente con llegar al final de Copa o a la semifinal de la Champions. Es necesario algo más".
Mourinho sabe que en España convive fatalmente con uno de los mejores equipos de la historia. Lo recalcó ayer su colega, el técnico del Tottenham, Harry Redknapp: "El Madrid lo tendrá muy difícil. El Barcelona es el mejor equipo que he visto en los últimos 35 años".
Mourinho sabe que le esperan días de luchas y fatigas. Quizá le abrume un poco el futuro inmediato. Quizás el sonido de White Hart Lane y su público apasionado le recordaron tiempos mejores y le invitaron a soñar con el regreso.
"Inglaterra", confesó, "es mi hábitat natural. Es donde quiero volver. Después del Madrid... Si antes no me echan los periodistas".
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