"Hemos perdido de pie"
Quique dice que el Atlético "dio la cara", y Álvarez, que el Sevilla supo "cómo jugarle"
Poco acostumbrado a las alharacas pese a su rutilante pasado, el Atlético cerró con una derrota dolorosa siete días de emociones fuertes que le bastaron y sobraron para saborear el lado más amable y el más cruel del fútbol.
"Si hay que perder, que sea así: de pie. El partido ha sido intenso y los jugadores dieron la cara hasta el último momento. El campeón nunca se discute, pero tuvimos posibilidades de empatar hasta que el gol de Navas nos mató", explicó Quique Flores. El técnico que devolvió la ilusión a la hinchada del Calderón no tuvo palabras para expresar el comportamiento de la masa rojiblanca. "Si fuera por la afición, habría renovado el contrato hace cinco meses, nada más llegar. Ahora prefiero no hablar de eso porque no es lo que toca. Debemos darnos cuenta de que hemos despertado el sentimiento atlético... Y eso hay que cuidarlo", dijo con los ojos vidriosos. "¿Si seguiré? Más que de la oferta dependerá de la política deportiva, de si me convence o no el proyecto", se fue conteniendo el llanto.
No fue el único. La comunión con la marabunta rojiblanca partió los corazones de toda la plantilla. "¡Que bote el Calderón!", jaleó la grada sur del Camp Nou, que acalló con sus pitidos los gritos de victoria del Sevilla. Forlán, inseparable de Simão, no tenía explicación. El uruguayo aplaudió y aplaudió hasta que le dolieron las manos. Tiago se quitó la camiseta a lágrima viva y se la ofreció a un seguidor. Y Ujfalusi. Y Simão. Y Domínguez. "Si alguien no hubiera visto el partido, habría pensado que habíamos ganado", acertó a decir De Gea. El más dolorido por la novena final de Copa que el Atlético perdía pareció serlo Agüero: "Me quedé el último en la cancha pensando en todo lo que pude haber hecho, nada más... Pero no fue una despedida".
"El año que viene volveremos a intentarlo", trató de levantar el ánimo Jurado. El enganche, que con el de anoche jugó los 64 encuentros del Atlético, criticó la contundencia con la que, a su entender, actuó el Sevilla: "Se ha empleado con excesiva dureza, sobre todo en la primera parte".
"Hemos perdido una final, pero hemos ganado una afición. Se han ido porque ya no quedaba nadie en el estadio", resumió el presidente del club, Enrique Cerezo, que tampoco quiso entrar a valorar el futuro del cuerpo técnico. "Hasta final de mes no se hablará de Quique. Lo único que quiero es felicitar al entrenador, a los jugadores y, sobre todo, a la afición", se despidió con la cara desencajada.
"Hemos vuelto a demostrar nuestra grandeza", dijo su homólogo del Sevilla, José María del Nido, exultante y con un deportivo recuerdo para Manolo Jiménez, el entrenador que metió a su equipo en la final.
"Marcamos pronto y nos cerramos bien ante un Atlético que hizo un gran partido. Sólo tras el segundo gol hemos podido respirar", destacó Antonio Álvarez, quien añadió: "Hemos desarrollado nuestro trabajo a la perfección. Sabíamos cómo jugarle al Atlético".
Álvarez lamentó el error de Negredo, quien, solo ante De Gea, pudo sentenciar el partido mucho antes. "Estaba claro que nos tenía que tocar sufrir", dijo el preparador andaluz, quien consideró "clave" el gol tempranero de Capel. "El que pega primero en una final suele ganar", dijo, y reconoció: "He ganado finales como segundo, pero esto es distinto. He tenido sentimientos indescriptibles y alabo el trabajo de los jugadores".
Ahora se abre un momento clave en torno al futuro de Álvarez, que no tiene garantizada la continuidad al frente del primer equipo sevillista. "Soy un hombre de club. Estoy para lo que me digan. Si tengo que volver a la oficina, lo haré". concluyó.
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