El Celta gana a lo Caparrós
El cuadro de Vázquez se lleva el clásico gallego con un contragolpe
Por segundo año consecutivo, el Celta salió triunfante de Riazor tras administrar al Deportivo una dosis de su propia medicina. El conjunto de Caparrós había dedicado la primera parte a desfondar a un rival que salió con más intenciones de jugar al fútbol. Hasta el segundo tiempo, no hubo toque a rebato en el Depor, que se lanzó entonces a por la victoria. Como tantas veces ha hecho el cuadro de Caparrós, el Celta se entregó a un mero ejercicio de supervivencia, en espera de algún contragolpe. Y llegó en el momento oportuno para resolver una noche sin fútbol.
En el Deportivo de Caparrós no hay demasiado lugar a la sorpresa. Con el paso del tiempo, en
Riazor los partidos empiezan a sucederse de acuerdo a un guión inalterable. El Depor se fortifica del medio del campo hacia atrás, invita a los rivales a salir de la cueva, los estrangula en el centro del campo y trata de rendirlos por pura acometividad.
DEPORTIVO 0 - CELTA 1
Deportivo: Aouate; Arbelona, Lopo, Juanma, Capedevila; Sergio (Taborda m. 46), Coloccini; Arizmendi (Estoyanoff m.40), Verdú, Cristian (Iago m. 74); y Riki. No utilizados: Munúa, Manuel Pablo, Filipe, Juan Rodríguez y Taborda.
Celta: Pinto; Ángel, Yago, Contreras, Plcente; Iriney, Oubiña; Jonathan Aspas (Jorge m. 90), Cannobbio, Nené; y Baiano. No utilizados: Esteban, Martino, Vila, Abalo, Roberto Lago y Perera.
Gol: 0-1. M. 73. Contragolpe del Celta que, tras un pase largo de Jonathan Aspas, culmina Nené ante la desesperada salida de Aouate.
Árbitro: Velasco Carballo. Amonestó a Lopo, Sergio, Oubiña, Placemte
Unos 30.000 espectadores en Riazor.
Cuando el visitante, como ayer el Celta, prefiere un fútbol más aseado, los partidos derivan en una especie de espejismo. Parece que el rival la toca mejor, que juega con más fluidez y mayor empeño atacante. Pero toda esa apariencia suele diluirse en la banalidad, como le sucedió anoche al equipo de Vázquez. Con el Depor entregado a levantar su empalizada, el Cela dio la impresión de controlar el partido con más envergadura futbolística. El paso del tiempo fue deshaciendo esa sensación. porque la propuesta del Celta se quedó en mera pirotecnia.
A pesar de su gesto permanentemente esforzado, el Depor apenas pasó apuros y, a su manera, fue haciéndose con el verdadero control del choque. El Celta, pese a los detalles de Nené o Canobbio, se quedó sin discurso. Claro que todo el mérito del Depor residió en atascar a su adversario, porque, desde el punto de vista creativo, el conjunto de Caparrós fue un inmenso desierto. Riki quedó aislado en la punta y ni la habilidad de Cristian, ni el juego punzante de Arizmendi ni el habitual buen criterio de Verdú lograron en ningún momento enlazar con el delantero.
En el descanso, Caparrós tampoco sorprendió. Lo suyo es como el boxeador que antes de golpear al rival dedica varios asaltos a perseguir su desgaste. Culminado el primer movimiento estratégico, Caparrós tocó la corneta en la reanudación. Prescindió de uno de los dos mediocentros, Sergio, para encomendarse a Taborda, un tanque uruguayo del que nadie ha podido discernir aún los motivos que llevaron al club a ficharle. Taborda hizo de poste, como era de esperar, y se dedicó a dar cera en el área al portero Pinto. Pero entre que el Depor salió más decidido y que el Celta perdió peso en el centro del campo por el renqueante estado físico de Oubiña, el partido viró hacia un rumbo completamente nuevo.
El Celta reculó ante la impetuosa acometida local, más entusiasta que otra cosa, pero suficiente para dar al partido una sola dirección. Pero fue entonces cuando el Celta encontró el modo de llevarse el duelo. Le bastó un contragolpe, culminado por Nené. Un modo de ganar que tatas veces ha empleado el Depor de Caparrós.
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