_
_
_
_
Reportaje:Final de Wimbledon

Berdych desafía la lógica

El checo, que hoy reta a Nadal tras ganar a los números dos y tres del mundo, es el ejemplo de una hornada de tenistas que miden más de 1,90m y, además, saben jugar

El plan de ataque se discute en La Reserve, un humilde hotel de la calle Fulham, pared con pared con Stamford Bridge, el estadio del Chelsea. El asalto contra el imperio de la lógica, desafío que incluye lograr lo que nunca nadie consiguió antes, ganar en un torneo grande a los números tres (el serbio Novak Djokovic), dos (el suizo Roger Federer) y uno (Rafael Nadal), se planea bajo las luces mortecinas del Barbarella, una desconchada sala de baile. Y el arma con la que el checo Tomas Berdych persigue ese sueño, ser campeón en Londres, ganar hoy (15.00, Cuatro) a Nadal en su primera final grande, tiene más que ver con los equipos técnicos de desarrollo de materiales que con los músculos que sudarán sobre el amarillento tapete que queda en el lugar de la verde hierba de la pista central de Wimbledon.

Henman: "Los altos han cambiado su preparación: son mejores atletas"
"Estoy más centrado", afirma Berdych. "Está más hambriento", opina su entrenador
Más información
Serena Williams supera a Billie Jean King
No hay quien pare a Nadal

"¿Qué quiere usted decir?", contesta indignado Federer. "¿Que había pelotas que volaban fuera de la pista y luego volvían?", sigue mientras la palma y el dorso de su mano derecha, cual cuchillo cargado de mantequilla, recorren una y otra vez su sudorosa cara. "Pues no. Hemos visto un partido diferente".

Y es que Federer habla tras perder con Berdych. Y es que Federer se explica después de ver cómo los sartenazos de la derecha del checo salían a mil por hora. Y es que Federer, derrotado, hace frente a una pregunta: ¿Ha cambiado la tecnología el juego, como dicen desde hace años los tenistas? ¿Qué explica la proliferación de gigantes capaces de pegar en movimiento, los Del Potro (campeón del Abierto de Estados Unidos), Soderling (doble finalista de Roland Garros) o Berdych (semifinal en Roland Garros, final en Wimbledon), todos muy por encima de 1,90 metros (1,96 en el caso de Berdych? ¿Por qué controlan la pelota esos brazos, por qué se desplazan con relativa agilidad esas piernas, si hasta mediados de los 90 la mayoría solo sacaban? ¿Tanto influye en su despegue que Berdych cambiara de raqueta, marca y cordaje en enero?

"En los hombres altos", explica el británico Tim Henman, ex número cuatro, "lo que ha cambiado son las técnicas de preparación física: son mejores atletas. También, las cuerdas de las raquetas. Ahora, estos tíos grandes pueden golpear fortísimo la pelota y, aun así, controlarla. La pelota se mantiene más tiempo en estas nuevas cuerdas. Eso les da más spin y control a pesar de su fuerza".

A principios de 2010, perseguido por la etiqueta de talento sin confirmar y retratado como un niño grande, siempre con su portátil, viendo Dedictivi aneb Kurvahosigutntag, una comedia checa sobre pobres que se hacen ricos para volver a ser pobres tras gastárselo todo en casas, piscinas y mujeres, Berdych decidió cambiar de marca de raqueta y de cordajes: pasó de Dunlop a Head (una Head Radical, hasta el nombre se adapta a su juego).

"Y ahora", concede Thomas Krupa, su entrenador desde hace año y medio, "está más hambriento. Quizás por mentalidad los checos necesitamos más tiempo. Mire a Lendl, Kodes, Stepanek... Por nuestra mentalidad, somos más fuertes un poco más tarde que los demás, entre los 25 y los 27 años. Eso es lo que ha pasado". ¿Algo más ha cambiado? "Que he madurado", dice Berdych, el número 13, de 24 años, autor de 98 aces en el torneo, el doble que Nadal. "Cierto", confirma Stepanek, su compatriota y número 25; "ya no mira alrededor para ver si a un recogepelotas se le cae la bola o si se la pasa mal. Ha roto completamente con las cosas que le molestaban. Si un juez de línea se equivocaba, antes le afectaba dos o tres juegos. Eso ya no ocurre: está más centrado".

Berdych amargó al Nadal primero, que competía en clave de tierra (3-1 en sus partidos: "Rafa esperaba mi error"). Berdych no supo qué hacer con el Nadal segundo, ya multipista (0-6: "Empezó a jugar muy agresivo"). Y Berdych busca ahora frente al Nadal tercero, que resta con decisión extrema, su gran éxito. Un tenista tremendo contra la estadística y el mejor jugador del planeta.

El checo Thomas Berdych, durante el partido ante Djokovic
El checo Thomas Berdych, durante el partido ante DjokovicGETTY

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_