El Barça mejora con Guardiola
La mayoría de los aficionados se preguntan hasta cuándo durará el monólogo del Barcelona. A los rivales les preocupa mientras que a los barcelonistas les ocupa, algo lógico, por otra parte, en la cultura de la instantaneidad, presidida por el vértigo. Todas las noticias que pasan en el Camp Nou se escrutan, por tanto, como si fueran síntoma de algo importante, un indicio de por dónde van los tiros, la prueba irrefutable para acertar con el pronóstico. La renovación de Guardiola se presenta en este sentido como la mejor de las noticias para intentar prolongar el estado del bienestar azulgrana, mantener una rutina que divierte a los seguidores del Barça y aburre a los del Madrid. El técnico entiende que su equipo no tiene todavía fecha de caducidad.
La personalidad de Guardiola puede ser controvertida. Incluso cabría acusarle de cierto sectarismo por proceder de modo tan particular en asuntos institucionales como la renovación de su contrato, nada nuevo, en cualquier caso, si se tiene en cuenta su etapa de jugador. A ningún otro entrenador se le habría consentido seguramente actuar de igual manera. Ocurre que no hay técnico más culé, más exigente consigo mismo y más representativo del éxito barcelonista que Guardiola, incapaz de dejar tirado a su club y sus futbolistas, caprichoso con lo suyo y fiel servidor de la institución como ninguno. A partir de su continuidad, ha venido a decir que su equipo tiene todavía margen de mejora.
Desde la llegada de Guardiola al banquillo del Camp Nou, el Barcelona ha progresado mucho futbolísticamente, hasta tal punto que la idea original evoluciona más rápidamente que cualquier antídoto. Nadie ha descubierto aún la fórmula para desactivar al Barça porque el propio Barça muta con el paso del tiempo. Los azulgrana juegan hoy mejor que hace una y dos temporadas. Traspasados Ronaldinho, Deco, Eto'o, Ibrahimovic, Márquez y Henry, el equipo se organiza alrededor de Messi como falso nueve, los extremos atacan por dentro más que por fuera, Iniesta ejerce de interior desequilibrante y Abidal se presenta como un excelente central. A corto plazo, no se vislumbran más contenciosos que la renovación de Alves y el fichaje o no de Cesc.
Intuye Guardiola que su equipo aún tiene recorrido y que Messi puede ser mejor futbolista, al menos una temporada más. Así se explica que renueve por un año. Quiere ganarse la continuidad, saber que las cosas siguen funcionando, sacar lo mejor de sus futbolistas. En caso contrario, dejará el Barça, una actitud que obliga al plantel a ser igualmente exigente y a la directiva a generar las mejores condiciones para que siga como técnico. Si renueva, quiere decir que cada parte cumplió su papel, que vale la pena perder más pelo y voz por culpa del desgaste mediático y que todo va bien, ya sea presidente Laporta o Rosell, no es cuestión de crear agravios comparativos. Nadie se imagina un Barça sin Guardiola, empezando por el mismo Guardiola.
Aunque los resultados son impredecibles, el entrenador se ha ganado al menos el derecho a decidir hasta cuándo cree que tiene cuerda su Barça: junio de 2012, la fecha de caducidad del contrato que firmará el próximo día 22.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.