Adiós a la cárcel entre bengalas
Un grupo de radicales golpea a los periodistas a la salida del ultra del Marsella
Santos Mirasierra, el ultra del Marsella condenado a tres años y medio de prisión por un delito de atentado a agentes de la autoridad y una falta de lesiones por el empujón que dio a otro policía hace dos meses en el Calderón, pisó ayer la calle después de 70 días en prisión. Pasadas las 18.30, el ambiente a las puertas de la cárcel madrileña de Estremera recordaba al de los fondos del Velódromo. Alrededor de 40 violentos encendieron varias bengalas mientras le abrazaban al grito de "¡Santi, libertad!".
Los tres guardias que protegían la puerta apenas pudieron hacer nada cuando, aprovechando la confusión, los hinchas, que hablaban perfectamente español sin acento extranjero, empezaron a golpear a los periodistas. El Marsella aseguró en su página web que eran seguidores del Rayo Vallecano. Los Bukaneros no forman parte de la Federación de Peñas del club madrileño, que "rechaza su comportamiento fuera y dentro del campo".
Mirasierra vestía una camiseta azul donde se leía en francés "Libertad para los ultras". En el momento de su salida también llevaba una bufanda del Marsella alrededor del cuello. Después de dar "las gracias" a los radicales allí presentes, Santos se fue en un vehículo en dirección al aeropuerto de Barajas, mientras charlaba por teléfono con Pape Diouf, el presidente del Marsella. Además de los hinchas del Rayo le esperaban la cónsul francesa, Martine Gambard-Trebucien, su hermana mayor, Lucile Mirasierra, su cuñado Didier, sus sobrinos Adrien y Laura y su novia Sévérine.
Santos regresó a su país en el mismo vuelo fletado por el Olympique que aterrizó con sus familiares a las 12.20 en Madrid. Una hora más tarde, los Mirasierra abonaron los 6.000 euros de fianza decretados por la titular del Juzgado de lo Penal número 20 de Madrid, Caridad Hernández. La cantidad fue recaudada por los ultras del Marsella. "Si fuese condenado, seguramente cumpliría la pena en Francia por un acuerdo de reciprocidad con España", reconocía su abogado Erlantz Ibarrondo, cuando el avión con los Mirasierra ya volaba hacia Marsella.
Aparte de su filiación con los Bukaneros, los ultras del Marsella, de extrema izquierda, también mantienen lazos con los Biris del Sevilla y los Riazor Blues del Deportivo. De hecho, varios de ellos testificaron a favor de Santos en su juicio. Un seguidor del equipo de Vallecas incluso fue detenido por las pintadas que salpicaron el Vicente Calderón a finales de noviembre horas antes de la visita del PSV, y que reclamaban la libertad del cabecilla del Comando Ultras 84.
El Olympique destina cada año 25.000 de sus 35.000 abonos a sus ultras. El de Mirasierra, con 4.500 afiliados, es uno de los más poderosos. "No tenemos barra libre, pero el club confía mucho en nosotros. Diouf nos da muchas facilidades", decía Julien, un compañero de Santos, horas antes del partido con el Atlético. Los dos fondos del Velódromo encendieron bengalas y lanzaron un cohete al final del partido. Ayer le dieron a Santos el mismo recibimiento.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.