No es lo mismo
Sea por influencia de san Ignacio (ya saben, "en tiempos de tribulación, no hacer mudanza") o, sencillamente, porque los augurios demoscópicos dejan poco margen para la experimentación, lo cierto es que el PSC ha decidido abordar la batalla del 20-N vistiéndose con las piezas más clásicas -algo apolilladas, incluso- del fondo de armario ideológico y conceptual de José Zaragoza: "Para Cataluña no es lo mismo Rubalcaba que Rajoy", proclama el lema de precampaña de los socialistas catalanes.
Aunque seguramente ese eslogan no pretende incitar a gran reflexión, sino más bien espolear la fobia, pongámoslo sobre la platina del microscopio y examinémoslo con calma. Las dos primeras palabras, "para Cataluña", permiten deducir que las aludidas diferencias entre Rubalcaba y Rajoy no se refieren a sus planes sobre política social, sobre infraestructuras, sobre fiscalidad o sobre fomento de la ocupación, porque en tales ámbitos afectarían por igual a Cataluña, a Cantabria, a Murcia o a Madrid. Lo que el lema del PSC sugiere, pues, es que Rubalcaba y Rajoy, el PSOE y el PP, difieren sustancialmente a la hora de abordar la especificidad catalana en el marco español: lengua, autogobierno, financiación de la Generalitat, articulación general del Estado...
Los dos grandes partidos estatales comparten una misma concepción monoidentitaria y radial de España
Para verificar esta teoría solo es posible remitirse al pasado, a esas tres décadas recién cumplidas desde que el socialismo de Felipe González pactó la LOAPA con una UCD muchos de cuyos náufragos acabarían recalando en lo que hoy es el Partido Popular. Naturalmente que, a lo largo del último treintenio, las estridencias españolistas han sido más abundantes en los discursos y los textos de Alianza Popular-Partido Popular que en los del PSOE. Pero, ¿cabe echar en el olvido o minimizar las tesis de figuras como Juan Carlos Rodríguez Ibarra, como Tomás de la Quadra-Salcedo, como José Borrell, como Francisco Vázquez, como Enrique Múgica, como Nicolás Redondo Terreros...? Sí, por supuesto que el PP orquestó una campaña infame contra el Estatuto catalán de 2006. Pero, ¿y la imagen de Alfonso Guerra jactándose de habérselo "cepillado" en la Comisión Constitucional del Congreso?
Me viene ahora a la memoria una idea que Josep Lluís Carod Rovira repitió a finales del siglo pasado, poco después de alcanzar el liderazgo de Esquerra Republicana. Los socialistas -decía Carod- se llenan la boca de federalismo; pero, en 14 años de gobierno, no han federalizado nada, ni siquiera una pareja de la Guardia Civil. Hoy por hoy, la sentencia es más válida aún que entonces, porque el PSOE ha gobernado otros ocho años mientras agitaba el sonajero de la España plural; pero, tras una reforma constitucional exprés, sigue siendo verdad que la única referencia de la Carta Magna a la federación (artículo 145.1) es para prohibirla.
Descontando diferencias léxicas y, sobre todo, de estilo, de maneras, de puesta en escena, la historia política de las tres últimas décadas demuestra palmariamente que los dos grandes partidos estatales comparten una misma concepción monoidentitaria y radial de España, aunque uno la argumente apelando a añejas esencias patrias, y el otro lo haga desde una supuesta solidaridad y un igualitarismo territorial de relente jacobino. Esa historia reciente también demuestra otra cosa: que tanto PSOE como PP solo ablandan -tácticamente- su unitarismo de fondo si la aritmética parlamentaria les obliga a ello.
De todo lo escrito hasta aquí, ¿se infiere que la campaña concebida por Pepe Zaragoza para mantener el PSC como primera fuerza en el escrutinio del próximo día 20 está abocada al fracaso? Bien al contrario: es probable que Cataluña y Asturias (allí, por la escisión de Álvarez Cascos) sean los únicos territorios donde el socialismo gane los inminentes comicios. Porque, pese a los más de 100 años transcurridos, sigue vigente lo que nos dijo don Miguel de Unamuno: "¡Seréis siempre unos niños, levantinos! ¡Os ahoga la estética!". Y, aunque las ideas sean semejantes, a la hora de proyectarlas ante el público catalán el atrezo y la dramaturgia del PSOE resultan netamente superiores.
Joan B. Culla i Clarà es historiador.
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