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Un agujero de 28 millones engulle a la UE Lleida

Tras 72 años de historia, las deudas abocan al club a su liquidación

La crisis económica acaba de engullir a la UE Lleida, el equipo de fútbol más representativo de la provincia, en situación de concurso de acreedores desde julio pasado. Ha sido un final anunciado por la mala gestión y por las deudas acumuladas en la última década, cifradas en 28 millones de euros. La puntilla a los 72 años de historia se la acaba de dar un juez al decretar la subasta del club, a raíz de que la actual directiva no haya presentado ningún plan de viabilidad. El precio de salida será de 67.300 euros. El proceso es irreversible, aunque la interlocutoria judicial ha autorizado la actividad del club hasta final de temporada, en la que ha militado en Segunda B. El equipo la cerró ayer con un empate a cero en el campo de L'Hospitalet, con lo que se esfumaron las opciones de jugar la liguilla de ascenso.

Tras la presentación al juez del plan de liquidación de la entidad, se abre un plazo de entre 15 y 20 días para que los interesados puedan realizar ofertas por la entidad en subasta, que incluye la plaza en Segunda B, los jugadores y el fútbol base.

La situación no invita al optimismo, pero el pliego de condiciones aún puede dejar una puerta abierta para que la esencia del Lleida no se pierda. Las personas que acudan a la subasta tendrán que comprometerse a dar continuidad al proyecto deportivo, a mantener el equipo en la ciudad, a aportar un aval económico que cubra como mínimo los gastos de una temporada y a aportar patrocinadores. El mejor postor se hará cargo del club sin cargas económicas y el dinero que se obtenga de la subasta servirá para liquidar deudas con los acreedores. Más de la mitad de la deuda es con la Agencia Tributaria y la Seguridad Social.

Este proceso de liquidación se inició a raíz de que la directiva, encabezada por la joven empresaria y ex futbolista del Barça y el Sabadell Anabel Junyent, no presentara en el plazo convenido un acuerdo con los acreedores y un plan de viabilidad. Junyent, que ha cesado en sus funciones y ha sido sustituida por los administradores concursales, ha manifestado públicamente su voluntad de acudir a la subasta para adquirir el paquete licitado. "Hace días que mi equipo está trabajando en una propuesta", ha explicado Junyent.

El alcalde de Lleida, el socialista Àngel Ros, ha mostrado su preocupación por el futuro del Lleida y ha garantizado que el Consistorio seguirá cediendo el uso de las instalaciones deportivas a los nuevos propietarios, a los que garantiza también las ayudas municipales acordadas, que este año son de 200.000 euros, la tercera parte de años anteriores debido a la crisis.

Junyent, que adquirió hace un año las acciones del anterior mandatario, Tatxo Benet, se vio obligada nada más llegar al club a presentar un concurso de acreedores (antigua suspensión de pagos) ante la insostenible situación de una entidad abandonada por los patrocinadores y la afición.

El origen de la crisis del Lleida es el mismo que llevó a la desaparición de otros clubes de solera del fútbol español que osaron vivir por encima de sus posibilidades, aprobando presupuestos irreales y pagando fichas millonarias. En el caso del Lleida, su purgatorio llegó tras el último ascenso a Primera División, en 1993. Su gloria fue efímera y al año siguiente volvió a las catacumbas del fútbol español, donde quiso comportarse como un club rico sin serlo. Lo único que consiguió fue acumular las deudas que ahora lo han llevan a desaparecer.

Desde que el empresario del sector audiovisual Tatxo Benet se convirtió en máximo accionista del Lleida, en abril de 1998, la trayectoria del club ha sido convulsa y escandalosa en muchos aspectos. Llegó con la aureola de salvador, pero sus operaciones de ingeniería financiera no solo no reflotaron la situación económica y deportiva del club, sino que la agravaron hasta la ruina. Benet dejó el Lleida con una mancha negra: el fiasco de la ciudad deportiva de Torre-serona, un proyecto anunciado a bombo y platillo en 2006 como la solución definitiva a todos los males del Lleida. El objetivo era dotar a la entidad de un patrimonio propio y conseguir importantes ingresos con la construcción de un complejo residencial de 669 viviendas.

De aquel proyecto solo ha quedado un inmenso lío, en el que han desaparecido 3,5 millones de euros, que los administradores concursales no son capaces de esclarecer.

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