Hereu afirma que echó en falta una "decisión de país"

El alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, señaló ayer al Gobierno catalán directamente por el fiasco de los efectos de la nevada en la ciudad. Hereu dijo que el colapso sólo se hubiera podido evitar con una "decisión de país" que implicaba pedir a los ciudadanos que no entraran en la capital como cualquier día laborable. Para el alcalde, fue la salida de la ciudad de miles de personas lo que generó el gran atasco en las principales vías de la ciudad, porque lo que había más allá eran carreteras y autopistas igualmente colapsadas: "La congestión en las rondas y en la Diagonal no era más que la expresión de lo que había en las carreteras catalanas".

El alcalde insistió en que la ciudad no pudo prever el efecto del temporal de nieve porque las previsiones meteorológicas señalaban riesgo de fuertes rachas de viento de más de 90 kilómetros por hora, pero no precipitaciones en forma de nieve. Ésa era la previsión el lunes a las 8.22 horas. En cuanto al riesgo de precipitaciones de nieve, entre las 7.00 y las 1.00 horas existía riesgo de nevadas en la zona alta de Barcelona, de acuerdo con los partes que recibía el Consistorio del Centro de Coordinación Cooperativa de Cataluña (Cecat). El Consistorio arrojó 17 toneladas de sal en los barrios altos de la ciudad. Sin embargo, las previsiones del Cecat a partir de las 13.00 y hasta las 19.00 horas situaban la probabilidad de nevadas por debajo del 30%. Y ocurrió todo lo contrario. De ahí que el Consistorio se defendiera ayer de las críticas de los ciudadanos -sobre todo de los barrios del norte de la ciudad, con muchas calles impracticables ayer por la mañana- argumentando el error de las previsiones y la falta de "decisión de país".

La oposición fue más lejos que Hereu y señaló directamente al responsable del caos: Joan Saura, consejero de Interior. CiU pedirá la comparecencia de Saura en el Parlament para que explique su gestión del temporal. En especial, la oposición destacó la ausencia de Saura durante parte del día, puesto que pasó la mañana en Palma de Mallorca en una reunión sobre el Estatuto y por la tarde, pese a dirigir el operativo, no compareció ante los medios.

CiU y el PP practicaron un doble discurso: por una parte, se ufanaron de ayudar al Gobierno y ponerse a disposición del tripartito para unir esfuerzos ante el caos; por otra, no escatimaron críticas hacia Saura y el Gobierno por "imprevisión". "Durante muchas horas del día el consejero de Interior no estuvo en el puesto de mando", destacó Artur Mas. La presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, fue más dura. Pidió la dimisión de Saura por su "desastrosa gestión".

Los partidos sacaron a relucir el recuerdo de otra tormenta de nieve, la de diciembre de 2001. Mas centró la polémica, ya que el entonces conseller en cap se fue a una fiesta en una discoteca en pleno temporal. El PSC e ICV defendieron la gestión del Gobierno aprovechando para comparar las actitudes de Mas y Montilla.