Carta de Rajoy
QUERIDOS LECTORES: como presidente del Partido Popular que soy, les debo una explicación, y se la voy a dar. Hace ya un tiempo que me vienen asombrando principalmente dos cosas: una, la cantidad de personas indecentes y anormales que hay en España. Dos, que aquí la gente se pica con nada. ¿Tan grave es autoproclamarme líder de las personas normales y decentes, y dar a entender que quien no esté de acuerdo conmigo no es decente ni normal? Pues qué quieren que les diga. Ahora ha sucedido que un importante empresario de comunicación me ha faltado gravemente al respeto a mí, a mi partido y a mis seguidores. Me siento insultado. ¡Yo!, que soy un trozo de pan bendito y jamás he dicho una palabra gruesa, que nunca de mí ha salido descalificación alguna, que soy, en resumen, una persona normal. ¿Y qué tengo que hacer ante las críticas, los insultos, las descalificaciones? ¿Rebatir, contestar con razones, declararme ofendido y solicitar inmediatamente acudir a todos los medios del susodicho empresario para dirigirme a lectores, oyentes o telespectadores? No, señor. Yo eso no lo veo normal. ¿Desde cuándo la democracia se construye con razones? Ante una situación de esta naturaleza, lo correcto, lo que debo hacer, es anunciar un boicot y hacer un llamamiento a anunciantes y accionistas para ver si puedo arruinarle. ¡Eso es lo normal! ¿O no? Como dice la japonesa de Eva Hache, "así me lo aprendí yo".
Algo habrá que hacer, supongo, alguna fórmula encontraremos para decirnos todos: pelillos a la mar
Lo que ya es el colmo y la repanocha, pero no una repanocha cualquiera, sino una repanocha colosal, es que se me invite a participar en esos medios. Esto sí ya que no. Si soy tan deleznable, ¿para qué quieren que vaya? ¿O acaso la democracia consiste en hablar con quien no está de acuerdo contigo? Yo eso no lo veo normal. Ahora bien, ya me doy cuenta de que en algún momento habrá que recomponer el desaguisado. Éste, y otros. Algo habrá que hacer, supongo, quizá hoy mismo, quizá mañana, yo qué sé, alguna fórmula encontraremos para decirnos todos: pelillos a la mar. El día que en España empecemos a tirar pelillos vamos a dejar la mar más peluda que la bañera de King Kong, pero en algún momento habrá que detener este lío. O no.
Por fortuna, en el juicio por los atentados del 11-M se va viendo la luz, y se va comprobando que el Gobierno del PP, el de todos los españoles, siempre dijo la verdad, y que nunca quisimos utilizar el terrorismo con las miras puestas en un mezquino beneficio electoral. Tengo en mi despacho enmarcadas mis declaraciones publicadas el sábado 13 de marzo de 2004, jornada de reflexión: "Tengo la convicción moral de que ha sido ETA. Ahora sería bueno un Gobierno con mayoría absoluta". Lo normal. Yo decía la verdad. Otros mentían. Eso es objetivo. Por lo menos, eso es lo que leo y oigo en los medios de comunicación que leo y oigo, que naturalmente son los que me dan la razón. ¡Por eso son independientes!
Otra cosa que no entiendo: ¿de qué se queja José Luis Rodríguez Zapatero? Con un líder de la oposición creíble, sólido y lógico, en esta legislatura las habría pasado canutas. O no.
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