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Cinco enfermeras de San Rafael cambian la falda por el pantalón

Las mayoría sigue con el uniforme que el Supremo ve "discriminatorio"

Han cambiado la falda por el pantalón. Era su reivindicación desde hace tres años cuando fueron portada de medios de comunicación de toda España al reclamar a su empresa libertad para elegir su uniforme. Cinco enfermeras de la clínica San Rafael de Cádiz, propiedad de la empresa José Manuel Pascual SA, cumplen desde este fin de semana ese deseo tras verse respaldadas por una sentencia del Tribunal Supremo que ve la imposición del uniforme con falda sobre las mujeres como una medida "discriminatoria" que atenta contra la igualdad. Pero no están contentas. Las cinco, todas ellas delegadas de CC OO, se sienten observadas, aisladas y presionadas. Son una minoría y no parece que el resto de sus compañeras, un centenar, vayan a secundarlas. "Hay miedo", argumenta una de las que se ha atrevido a desterrar la falda y cambiarla por el pijama sanitario que usan los hombres.

La empresa estudia recurrir la sentencia y UGT defiende el uniforme

Adela Sastre, expresidenta del comité de empresa y actual delegada de CC OO, ha sido una de las que ya ha decidido ponerse pantalón. Lo hace con la sentencia en la mano. "Somos muy pocas pero en esta lucha siempre hemos estado muy solas", recuerda. A pesar de que luchaba por todas sus compañeras, pocas han sido las que se sumaron a su batalla contra la empresa. "Nos han felicitado muy pocas. De hecho, yo creo que la sentencia ha traído más críticas que felicitaciones", lamentaba ayer en una convocatoria pública con los medios de comunicación. Las "valientes", como las llaman los representantes de su sindicato, son una minoría en una plantilla que tiene 100 trabajadoras. Y, además, desde 2008 han sufrido mucho. "Han necesitado asistencia psicológica", recordó el secretario de Sanidad de CC OO en Cádiz, José Antonio Aparicio. "No hay que olvidar que hemos sido expedientadas hasta seis veces sin empleo por haber incumplido la normativa de vestuario. A alguna se le obligó a trasladarse a Málaga y tuvo que renunciar a su puesto de trabajo. Hemos estado de juicios durante más de un año", recordó Sastre.

Las trabajadoras que han optado por el pantalón se han sentido también abandonadas por las Administraciones. "Se supone que una administración gobernada por un partido progresista como es la Junta de Andalucía debería haber hecho cumplir con la igualdad pero ni siquiera se ha pronunciado sobre esta sentencia", se lamentó ayer el secretario provincial de CC OO, Manuel Ruiz. La directora provincial del Instituto de la Mujer, Dolores Virués, dependiente de la Consejería de Asuntos Sociales, sí se ha mostrado satisfecha por la decisión del Supremo y ha condenado la normativa de vestuario de la empresa Pascual por "retrógrada".

Detrás de la pugna por la libertad en la elección de uniforme hay, además de la lucha porque se cumpla un derecho laboral, una batalla sindical en el seno de la clínica San Rafael. Cuando en 2008 saltó el escándalo de las faldas, lideraba el comité CC OO, pero ahora hay mayoría de UGT. Ayer, el secretario de Sanidad de Comisiones aseguró que pudo haber irregularidades en esos comicios. "Hubo responsables de planta que acompañaban a los trabajadores a votar y se metían con ellos detrás de los biombos que garantizan la confidencialidad", denunció Aparicio. UGT, que siempre ha defendido el uniforme de falda y cofia, cree que la sentencia del Supremo es una respuesta a una campaña orquestada contra la empresa Pascual y ha defendido la "dignidad" del uniforme.

La compañía estudia todavía si recurre el fallo. Argumenta que no tiene que cambiar el vestuario porque el fallo no es firme. Además, destaca que el Supremo considera que nunca se ha atentado contra el honor de las trabajadoras.

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