El fin de una pareja separada por 28 años y 16 centímetros
Ecclestone, el magnate de la F-1, ante el divorcio más caro del Reino Unido
De Bernie Ecclestone, el magnate británico que lidera el negocio de la fórmula 1 desde hace tres décadas, solía decirse que siempre consigue todo lo que se propone. Hasta esta misma semana, cuando un juzgado de familia de Londres concedía el divorcio a su mujer, Slavica, tan sólo días después de que él mismo insinuara una reconciliación. A los 78 años, el mago del automovilismo no sólo acaba de perder a la que fuera su compañera de los últimos 24 años, una antigua modelo croata, sino que ve amenaza una fortuna que había logrado capear los tiempos de recesión: su ex esposa le reclama la mitad de esos bienes, estimados en 2.500 millones de euros, en el que puede ser uno de los casos de divorcio más caros de la historia del Reino Unido.
Slavica, su esposa, le reclama la mitad de su fortuna, fijada en 2.500 millones
El episodio que confirmó la ruptura acaparaba titulares en la prensa meses atrás. Slavica, de 50 años, abandonó la mansión familiar en el exclusivo barrio londinense de Chelsea mientras su marido asistía al Gran Premio de Fórmula 1 de Brasil. El hecho de que se instalara en el piso del novio de su hija sugiere una decisión precipitada, de la que se desconocen los motivos. En los papeles de divorcio, acusa a Ecclestone de "comportamiento poco razonable" que le provocaba "estrés y ansiedad", un argumento avalado por la sentencia del juez: "No puede esperarse que la demandante siga viviendo con él", por lo que "el matrimonio queda disuelto de forma irreversible".
Algunos medios apuntan como espoleta la tacañería del empresario, de quien se ha dicho que forzaba a su mujer a lavar los platos al negarse a comprarle un lavavajillas. Lo cierto es que la pareja disfrutaba de un espectacular tren de vida y, sobre todo, que Slavica detenta la titularidad del grueso de los haberes conjuntos. No está registrada como residente en el Reino Unido, artimaña que le permite encabezar las cuentas familiares en los paraísos fiscales de Liechtenstein y la isla de Jersey.
Esa circunstancia puede ser decisiva a la hora de dirimirse la compensación económica que percibirá. Representa sus intereses la abogada Liz Vernon, artífice de uno de los grandes hitos en el historial de divorcios de las islas: un acuerdo que forzaba al antiguo futbolista del Arsenal Ray Parlour a pagar a su ex la mitad de sus ganancias futuras. La negociación augura un duelo de titanes, porque Ecclestone ha fichado a la brillante Helen Ward, que cuenta en el pico de su currículo con la obtención de la mayor paga de divorcio registrada en el país, los casi 53 millones de euros desembolsados por el magnate de los seguros John Charman.
Bernie Ecclestone ha confesado que el divorcio de Slavica supone la batalla más dura de su carrera, al menos matizada por el apoyo de sus dos hijas, Petra, de 19 años, y la modelo Tamara (24). Ambos se conocieron en 1982, durante una carrera automovilística en Italia, cuando él ya se había consagrado como el hombre que convirtió la fórmula 1 en un negocio millonario gracias a la venta de los derechos de televisión y la comercialización de la marca.
Dieciséis centímetros y 28 años les separaban, aunque los dos compartían unos orígenes humildes. La hija de un estibador portuario que se reinventó como maniquí de Armani se casaba tres años después con aquel empresario hecho a sí mismo, un entusiasta del motor, primero piloto frustrado y luego manager y propietario de un equipo hasta fundar la Asociación de Constructores, que controla los resortes de la fórmula 1. El año pasado figuraba en el número 24 de los hombres más ricos del mundo, gracias a su empresa Formula One Holdings, a la que suma diversos intereses inmobiliarios (génesis de su fortuna) y la copropiedad del club de fútbol Queens Park Rangers, que cuenta entre sus directivos a Alejandro Agag, el yerno de José María Aznar.
Las finanzas de ese conglomerado penden ahora de un acuerdo de divorcio que, a tenor de la ley británica, puede procurar a Slavica al menos la mitad del jugoso pastel.
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